Había una vez hace mucho, mucho tiempo, un gran monstruo que vagaba por los bosques haciendo que todo a su alrededor se moviese con el temblor de cada uno de sus pasos, aquellos pasos hacían que el bosque se viera en todo su esplendor, lleno de árboles altos y preciosas flores.
Un día aquel tranquilo monstruo se vio obligado a enfrentarse a la crueldad de los humanos, que habían dejado encendida una hoguera y el fuego había estado arrasando con la mitad del bonito bosque.
El monstruo, asustado y herido por el fuego, atacó a los humanos con la esperanza de que vieran lo que habían causado, pero ellos tan solo contratacaron lanzandole flechas y usando sus espadas.Empezando a enfadarse por el daño recibido, notó como la ira y la furia lo consumían hasta convertirse en un temible y oscuro monstruo. Se transformó en aquello que él nunca quería llegar a ser. Vagó por el bosque hasta llegar al rey de los humanos, destrozando casas y todo lo que se interpusiera en su camino, espantando a todo el que se le acercaba, rugió amenazante.
-Vuestros actos serán castigados. Deberéis obsequiarme con comida cada noche, de lo contrario destrozaré lo que os queda como habéis hecho conmigo. -amenazó furioso.
A lo que el rey, con gesto tranquilo y arrogante, lo miró, le susurró a su hechicero el cuál estaba junto al trono, y después de minutos hablando, el rey se levantó del trono para acercarse al monstruo.
-¿Como osais presentaros ante mi pidiendo ser alimentado, después de los destrozos que habéis causado en mi pueblo?
El monstruo se agachó lo suficiente como para estar a la altura del rey, para así enseñarle todas las quemaduras, flechas, espadazos, sus ojos se habían envuelto en sangre y su respiración se había acelerado, ya no tenía colores llamativos y las flores de su cuerpo se habían marchitado. Se notaba que a pesar de su ira, tenía miedo, el bosque seguía quemándose y eso a él le hacía daño cada vez más.
-Usted y sus habitantes vivís gracias a el bosque que estáis quemando con cada palabra que soltais por vuestra boca, cada animal, planta que cazais y plantais, crece gracias a mí...
Antes de terminar la frase, se levantó y empezó a caminar haciendo que sus palabras sonaran con eco. El rey se dió cuenta de sus palabras y mandó a sus súbditos apagar lo que quedaba de fuego.
El monstruo siguió andando hasta poder encontrar una cueva lo bastante grande para resguardarse y poder curar sus heridas, pero no fue suficiente, estaba hambriento y cansado, tanto que calló rendido en aquella cueva...Tras dos días del incendio el rey mando a buscar al monstruo que aún estaba dormido. Los caballeros comunicaron el encuentro y el rey arrepentido decidió mandar comida todos los días.
Cuando el monstruo despertó vio el montón de comida, empezó a comer pero se dió cuenta que por mucho que comía o dormía, sus heridas no curaban, por tanto el bosque tampoco crecía y los cultivos y animales iban escaseando.Días después mientras el monstruo dormía, el hechicero aprovecho que el rey estaba ocupado intentando arreglar el tema de la escasez para escabullirse al bosque, una vez allí recogió trozos del bosque quemado y pequeños trozos de la piel del monstruo para hacer un conjuro.
Al volver al castillo medio derrumbado, empezó a mezclar ingredientes pronunciando palabras extrañas, una vez terminado lo escondió y siguieron pasando los días.
El rey y el hechicero fueron a ver al monstruo viendo que la comida que le daban no funcionaba y la escasez iba a peor.-No puedo permitirme seguir alimentandote a ti, mi pueblo se muere y aún no ha ocurrido nada, el bosque aún no se recupera, ya no hay animales y las plantaciones no crecen. -Dijo el rey enfadado.
-¿¡Crees que no intento nada para solucionarlo?! Yo también me muero, esto es por vuestra culpa, y será mejor que acabe con lo que queda de vuestra especie, así no volverá a ocurrir esta tragedia.
El monstruo se levantó saliendo de la cueva tambaleante pero dispuesto a acabar lo que empezó ese día, pero no pudo. El hechicero no iba a quedarse quieto con lo que el monstruo acababa de decir y tras sacar de su túnica un liquido, se lo tiró a la espalda y empezó a pronunciar las mismas palabras que anteriormente, pero esta vez en su idioma.
-¡¡Este bosque haréis crecer, animales libres dejaréis y con este conjuro en piedra os convertireis!!
El monstruo intentando huir empezó a convertirse en piedra, así quedando como una estatua en mitad del bosque, que tras ya no estar vivo empezó a florecer por arte de magia, lo que se había quemado desapareció y los arboles y flores empezaron a crecer de nuevo poco a poco.
Años después, una pequeña niña que vagaba con su padre encontró la estatua, en la cual creyó ver un pequeño animalito igual a aquella estatua al lado de una de las patas de piedra, quiso decírselo a su padre pero cuando se giró de vuelta, ya no estaba.
Fin...