Algo que descubrir

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Crecer en medio de un ambiente familiar complicado había condicionado muchos de los aspectos de integración en la vida de Yotasuke.

El trato templado más bien escaso que tenía con su padre -y posteriormente inexistente después del divorcio con su madre- le había dado a entender que la sangre no era sinónimo de cariño. Y si bien su madre se encargó de llenar algunos vacíos afectivos, muchas veces esto resultó en una sobrecarga que no era ni por asomo agradable.

Las interacciones con los demás niños nunca fueron fáciles (jamás se le dio bien sacar temas de conversación), y ni hablar de los profesores que constantemente lo presionaban para entrar a tal o cual concurso de dibujo al que solo accedería a participar si no le volvían a preguntar (obviamente al mes siguiente le preguntarían de nuevo).

Con este tipo de antecedentes no fue sorpresa cuando a los dieciséis años llegó a la conclusión de que simplemente las interacciones humanas, y los tramites denominados contacto y platicas incensarías, no eran para él.

Al menos, hasta que él apareció.

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Es curioso. Se sorprende a sí mismo pensando en todas esas cosas en el preciso momento en el que es consciente de que está sentado en el regazo de Yatora y quiere -con desconocida desesperación- que deje de burlarse de él y meta sus manos por debajo de su camisa.

Yotasuke percibe un agradable burbujeo en el vientre cuando por fin siente los dedos del otro chico tanteando su cintura por encima de la pretina del pantalón, se separa del beso evitando intencionalmente la mirada de Yatora y lentamente comienza a dejar una cadena de besos desde la comisura izquierda de sus labios, pasando por el hueso de la mandíbula hasta llegar al cuello donde el pulso de la yugular le advierte que no es el único nervioso en esta situación.

Sus palmas se sostienen de los hombros del rubio, el lugar es un buen punto de apoyo, pero ha comenzado a picarle la curiosidad por hacer algo que tiene en mente desde hace tiempo. Eleva el rostro, ahora con plena intención de desafiarlo y se topa con ojos -demasiado amarillos para ser reales- con las pupilas dilatadas y llenos se su propia imagen.

Se acerca hasta casi besarse y deja que Yatora sea quien termine con la brecha de un centímetro que faltaba. Sus lenguas se enredan y las manos del rubio por fin han tomado la confianza necesaria para ir debajo de su camina y presionar cálidas contra la piel de su cintura y espalda.

Se siente bien.

El gusto de la nueva experiencia le nubla las ideas por un segundo, pero las ganas de saciar su curiosidad son mayores; sus manos abandonan la comodidad de los hombros y suben por el cuello hasta terminar enredando los dedos por detrás de la nuca de Yatora.

El cabello rubio -casi blanco- se desliza entre sus dígitos como seda extremadamente cara. Un pensamiento consigue formarse en su cabeza y antes de entenderlo completamente termina por decirlo en voz alta:

"Suave" el cabello de Yatora es muy suave, seguido de eso cae en cuenta de que es la primera vez que lo toca.

Aun cuando habían comenzado a salir desde hace un par de meses, y los besos rápidamente subieron de nivel.

Como si aún no creyera que Yatora es su novio y no se apartaría de él si hacía esto, como si aún no creyera que pude tocar y ser tocado con el mismo ímpetu y deseo.

Tocar el cabello de Yatora. Nunca se atrevió a llevar ese anhelo de juvenil enamoramiento a la realidad. Hasta ahora.

De pronto la pérdida de la cercanía lo advierte, el rubio se ha separado de él con las mejillas rojas "¿Qué?"

La pregunta lo confunde por un segundo, pero la seda entre sus dedos lo vuelve consiente de que acaba de decir algo super vergonzoso en voz alta. Duda por un momento en si responder o hacer que el otro se olvide del tema a costa de besos, finalmente se decide -en pro de calmar el ambiente y hacer que el problema en su pantalón baje antes de que Yatora se percate- en responder "Tu cabello" el hormigueo en los labios magullados le hace cosquillas al hablar. "Pensé que... ya sabes... normalmente las personas que lo decoloran en exceso lo tienen horrible"

Siente el calor acumularse en sus mejillas, las manos de Yatora se mantienen quietas contra la piel de su cintura.

"No entiendo"

Sus dedos se tensan y jalan por accidente el cabello del otro "Perdón", lo dice más por formalidad que porque realmente lo sienta, de todos modos se lo merecía por ser tan idiota. "Me refiero a que pensé que estar constantemente cubriéndote las raíces lo habría dejado- ¡Oi! ¿de qué te ríes?"

La risa de Yatora es superficial y tranquila, llena el pecho de Yotasuke de algo cálido que le hace olvidar que se ríe a su costa "Oh, perdón... es que no pensé que... Soy natural ¿sabes?"

Sus ojos se abren se abren como platos, de pronto todo el calor que pudo sentir hasta ese momento fue pateado debajo del tatami y la vergüenza por descubrir que ha estado creyendo algo que estaba completamente mal tiñe de rojo -aún más si es que se puede- su rostro y las puntas de sus orejas.

"Yo... lo siento"

"No creo que sea necesario disculparse por eso" Yatora parece estarse divirtiendo con esto.

El rubio mueve sus manos y sube hasta sus costillas, por pura dignidad consigue reprimir un gemido cuando los pulgares del otro advierten la intención de rozar sus pezones.

"Considerando donde vivimos, es normal que hayas pensado que un color tan llamativo fuese artificial" deposita un beso en su cuello "recuerdo haber tenido problemas con los profesores desde siempre, creían que mis padres eran los peores por permitirme hacer eso con mi cabello... tuvieron que mostrar fotos de cuando era bebé para probar que no era teñido"

Eso le saca una pequeña sonrisa "Así que desde siempre has dado problemas sin siquiera proponértelo" una nota adhesiva se pega en el fondo de su cabeza, de pronto quiere ver esas fotos.

"Quizás el mundo me tenía preparado un destino de pandillero" Yatora besa el lunar debajo de su ojo.

A partir de ahí la conversación se termina de golpe. Yotasuke ha tomado la iniciativa y por un roce demasiado brusco se percató de que el rubio estaba en la misma situación que él.

"¿Quieres seguir?" pregunta Yatora lamiendo la línea de su cuello.

"Tenemos la casa sola por un par de horas más... veamos hasta donde llegamos"

Se dejó guiar cuando el rubio se deshizo de su molesta camisa y la tiró a algún lugar de la habitación "Así está mejor" murmuró sonriendo con todos los dientes.

Yotasuke se limitó a rodar los ojos "Sí... mucho mejor"

Volvieron a unir sus labios más desesperados que antes, con hambre del otro, con ansias de sentir y tocar más piel. Yotasuke llevó sus manos a su nuevo lugar favorito y enredó sus dedos en las hebras de seda, deleitándose con su tacto y gozando cuando al tirar de ellas -ahora intencionalmente- su boca se llenó de un gruñido bajo del rubio. Esa información es interesante.


***

Aquí estoy con un nuevo proyecto que promete tener uno o dos capítulos más.

Noté que hay muy pocos fanfics de Blue Perid (ya sea de ships o no) y como buen fanático del manga y plenamente enamorado de esta pareja no pude resistirme más y aquí está el primer capitulo.

PD: Estos dos tienen taaaaanto gay panic en el manga. 

Espero que les haya gustado, un beso en el riñón.

Nuevas fijacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora