Tarde, como siempre tarde, el estúpido despertador se había averiado y yo nisiquiera me había dado cuenta. Este sería mi primer día de clases en la universidad de Berkeley y yo llegaría tarde, fantástico.
Tome un pequeño conjunto que una de mis compañeras de dormitorio se había ofrecido en prestarme, ya que mis cosas seguían empacadas por la mudanza, era una falda formal color rosa palo que decidí acompañar con una blusa blanca y un blazer a tono, un bonito atuendo casi monocromático, tome un par de zapatillas blancas para terminar mi atuendo, y trate de que mi cabello luciera lo más presentable posible, agarrando una pequeña parte de los lados y colocando un par de orquídeas para sosterlo; me coloque un poco de maquillaje, solo máscara para pestañas, rubor y un brillo labial.
Me mire al espejo para darme un último vistazo, quería dar una buena impresión el primer día, lo cuál no ocurriría al menos que saliera de la estancia en menos de cinco minutos.
Baje lo más rápido que pude hasta la cocina tome un poco de jugo de naranja y prepare unas tostadas, no dude en untarles un poco de jalea de fresa, un gran desayuno saludable.
Cepille mis dientes y salí del departamento hacia la universidad.
El campus no se encontraba lejos, a pie tardaba casi en cinco minutos en llegar.Era un manojo de nervios, mi primera clase comenzaba en menos de diez minutos, aunque soy una chica de un pequeño pueblo en Kentucky mi sueño era convertirme en médico, pero primero tenía que deshacerme de algunas optativas, comenzando con inglés 101.
Mientras me dirijia a clases me tope con algunos chicos de la fraternidad conversando amenamente en el pasillo.-¡Hermano mira esto! Puedo aplastar una lata de refresco con mis glúteos.-comento uno de ellos.
Era terriblemente desagradable, negué con la cabeza mientras avanzaba por el pasillo, estos chicos eran tan inmaduros como los que conocí en el bachillerato. Un sonido efervescente se hizo presente, capturando mi atención y haciéndome mirar hacía el lugar donde aquel ruido se había provocado.
-¡Oh mierda olvide que estaba llena!- se quejo el joven.
Tenia que admitirlo, de cierto modo era divertido, contuve la risa y seguí caminando, realmente esperaba que no todos los chicos fueran así, deseaba conocer a alguien maduro y sofisticado; rápidamente me hice aun lado justo cuando el líquido de aquella lata aterrizaba en el piso, no quería arruinar mis zapatos, pero gracias a mí intento de alejarme choque accidentalmente con algo o mejor dicho alguien.
-¡Auch!- exclamé mientras me recuperaba de aquel choque, mis libros salieron volando de mis manos, pude sentir como me tambaleaba y cerré mis ojos esperando el impacto de mi cuerpo contra al piso pero cuando estoy por caer unas manos me ayudan a recuperar el equilibrio.
-Cuidado, ¿Te encuentras bien?
Al alzar la mirada, descubrí un rostro que bien pudo haber sido esculpido en mármol, mis mejillas se calentaron y fui consiente del rubor en mi rostro, estaba realmente apenada por lo sucedido.
-Estoy bien, gracias por atraparme. -Comente, sonrió en un vago intento por esconder mi vergüenza.
-Debes tener más cuidado, estos pisos son realmente resbaladizos- comento el.
-Gracias lo tomare en cuenta, es un alivio que te tuviera para salvarme.
Aquel chico sexy sonrió y yo coloque un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-Bueno, me deleita que te hayas cruzado en mi camino- finalmente respondió.
Me agache para juntar mis libros y el hizo lo mismo, luego como si de una pluma se tratase me ayudó a levantarme del suelo con gran facilidad.
Sonrei nuevamente y cuando estaba apunto de marcharme, cuando el hablo nuevamente.
-Espera, creo que una de tus mangas se ensució un poco, ¿Puedo?
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Dulce Tentación
Teen FictionHayley Anderson una estudiante universitaria, ha trabajado y dedicado toda su vida al estudio para cumplir su sueño y convertirse en una de las mejores cirujanas del país, pero dentro de su destino está marcado algo diferente, que por completo esta...