00. In fraganti.

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Diversión y seducción, son tantos sentimientos como personas en un mismo lugar y con un objetivo en común, que parece surrealista, porque cuando la vida nocturna aflora efervescente en Itaewon una vez caída la noche, todo un basto jardín de lascivia se alza entre la pulcritud del día antes tan solemne, pues ahora solo queda el soso recuerdo que la lujuria opaca cual eclipse.

Así, lo prohibido es endulzado con cócteles del Edén mientras el barrio se ilumina con los colores más vivaces que podrías soñar, y finalmente, hasta la más loca y sucia fantasía se vuelve realidad.

Entre besos húmedos y caricias indecentes, tembló en los brazos del hombre que le mantenía acorralado en ese oscuro callejón tan estrecho como discreto cuando lo sintió lamer su cuello — ¿Deberíamos ir a un hotel? —.

La música resuena hasta lo recóndito de cada esquina, y sin embargo, lejana se escucha ante el ambiente sexual ahogado en excitación pura.

— ¿Mmm?, ¿o quieres que te coja aquí mismo? — Insistió, deslizando sus manos más allá de la cintura hasta colarse bajo la falda del dócil muchacho — Haré todo lo que digas, solo dímelo, TaeHyung —.

El alcohol se olía en su caliente aliento, y lejos del desagrado, TaeHyung se mostró encantado — Hagámoslo aquí, por favor — Suplicó jadeante, abrazando entonces el cuello de su conquista para besarlo mientras restregaba sus cuerpos, pues poco le importaba cuán desordenada estuviese la peluca o ropa que vestía, el anhelo de ser penetrado por aquella polla que sentía presionar contra su trasero era en lo único que podía pensar — Ya no aguanto, YukHei... —.

— Joder, no me detendré aunque llores, lindura —.

Dicho y hecho, pese al desliz de sus lágrimas descendiendo por sus sonrojadas mejillas, YukHei no se apiadó de él, manteniéndose firme ante la rudeza de cada embestida aún si TaeHyung rasguñaba su espalda o mordía sus hombros; pero lo cierto es que no se derretía en dolor ni tormento, sino en gozo y placer.

Incluso si el viento sopla frío como cualquier noche de Corea, las prendas que todavía conservan los abriga del helado clima al estar completamente vestidos, y si con ello no bastara, la calidez del otro lo resolvería, hundiéndose así en un ardiente acto donde ni los murmullos de la multitud llegan a sus oídos.

Música, pasos, voces... podrían atraparlos y eso tampoco los detendría, aunque nadie tendría por qué girar e indagar el fondo del callejón para empezar

¿Cierto?

Todos estaban sumergidos en su propio solaz.

¿Quién voltearía?

En el peor de los casos, seguro que se trataría de un desconocido sin influencia alguna en sus vidas.

¿No?

Oh... pero Kim TaeHyung presumía tanta mala suerte como ignorancia, porque al tocar la cúspide del clímax y reposar su cabeza entre la curvatura del cuello y hombro de YukHei, alcanzó a ver unas zapatillas blancas apuntando hacia su dirección desde la entrada al callejón.

Solo bastó forzar la vista para distinguir el logo de su escuela en el suéter de aquel chico que, por culpa del placer que le recorría y cristalizaba su débil mirada, TaeHyung no logró vislumbrar su rostro antes de que siguiera su camino.

¿Quién era?

¿Lo conozco?

¿Me conoce?

¿Me reconoció?

Un sin fin de preguntas nunca proferidas asaltaron su sorprendido ser, pero solo una cosa estaba más que clara:

"— Estoy jodido —".

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2021 ⏰

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