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Era el verano de 1966 cuando me había mudado recientemente a Nueva York desde los ángeles, nací específicamente en Brooklyn, hogar oficial de los dodgers.
Me mudé a la cocina del infierno junto con mis padres. Fue difícil adaptarme, la mayoría de las personas se conocían ahí desde hace mucho y yo apenas había llegado.

Mi primer día en la cocina del infierno fue memorable, si es que se podía llamar así. Yo estaba vagando por las calles cuando encontré una tienda en una esquina de la calle donde algunos chicos jugaban béisbol.

Entre al lugar, en mi bolsillo solo tenía un dólar, pero pensé que podría comprar algo.
-comprarás algo?- dijo un hombre obeso que estaba detrás del mostrador.
-por supuesto- dije mientras tomaba de manera inconsciente un tubo de m&m's y lo ponía en el mostrador.
-1 dólar con 50-
-solo tengo un dólar- dije mientras le mostraba al hombre obeso mi billete.
-entonces vuelve cuando tengas los 50 centavos, esto es una tienda, no un comedor público- dijo el hombre obeso retirando los chocolates de mi vista.

-vamos gordo, son solo 50 centavos- dijo un chico que había entrado a la tienda, al parecer ya conocía al hombre obeso, como la mayoría de las personas ahí.

el chico puso 50 centavos en la mesa y tomó los chocolates con demasiada confianza.
-que? ya no los quieres?- dijo estirando el tubo con m&m's hacia mi.

-si, lo siento, es decir, gracias- dije mientras aceptaba los chocolates y ponía en el mostrador el dolar que tenía en mi mano.
-no es nada, soy...- dijo el chico antes de ser interrumpido por otro que iba entrando a la tienda.

-shakes! dijiste que solo ibas por goma de mascar, qué haces?- dijo otro chico, supuse que eran amigos o algo por el estilo.

shakes camino hacia ellos y salió de la tienda, yo hice lo mismo, pero seguí caminos diferentes, no quería parecer una acosadora.

•••

El día siguiente fui a la iglesia para confesarme, mi padre estaba esperándome en la puerta de la iglesia hasta que terminara, y yo solo esperaba a que fuera mi turno, cuando vi la luz de un confesionario prenderse, aproveché mi oportunidad y me acerqué a él.

Me puse de rodillas y me persiné frente a lo que yo pensaba, era algún sacerdote.
Mentiría si dijera que no miro a través de la maya cada vez que voy a confesarme para ver a la persona del otro lado. Lo hago inconscientemente, pero esa vez agradecí haberlo hecho, ya que vi al chico al que había visto el día anterior en la tienda.
-shakes?- dije fijando mi mirada en las personas que estaban detrás de la maya, al parecer había alguien más con el.

-no?- dijo shakes saliendo del confesionario y acercándose hacia donde yo estaba.
-quien es ella? la conoces?- dijo el chico que lo acompañaba dentro del confesionario.
-si, si la conozco- dijo shakes tratando de recordar si yo le había dicho mi nombre.

-soy Juliette, Juliette Marcovaldo- dije tratando de ser amistosa, no quería que pensaran que los haría meterse en problemas y perder mi oportunidad de hacer amigos.

-yo soy shakes y el es jhonny- dijo señalando al chico que lo acompañaba.

mire hacia donde estaba mi padre y vi que se estaba impacientando, así que pensé que era hora de irme, no quería que se pusiera de malas.

-tengo que irme- dije apunto de dar la vuelta para irme.
-no le dirás a nadie cierto?- dijo jhonny, era obvio que no querían meterse en problemas.
-no se preocupen, su secreto está a salvo conmigo- dije para girarme por completo y correr hacia la salida en donde estaba mi padre esperándome.

-por que tardaste tanto?- dijo mi padre algo molesto por haberlo echo esperar.
-había mucha gente- dije mientras el movía su mano y la ponía en mi hombro para dirigirnos hacia casa.

Los Hijos de la Calle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora