Para algunas personas se trataba de algo simple, pero para Hyun Jin, pagar la factura de la electricidad a tiempo se sentía como quitarse un enorme peso de la espalda. Le quedó muy poco dinero tras hacer aquel pago y, aunque pudo haber comprado al menos fideos instantáneos para cenar esa noche, prefirió guardar hasta la última moneda para tener más presupuesto disponible al día siguiente. No tenía nada de malo cenar pan con imitación de mantequilla otra vez. Al contrario, debía agradecer que aún quedaba algo de comida en casa.
A pesar de las circunstancias, aquel joven alto y delgado con largo cabello negro se veía feliz. El otoño había entrado con muchas noches frías y, tomando en cuenta la delicada salud del chico del cual no quería apartarse nunca, era un verdadero alivio saber que en su dormitorio podrían contar con su pequeño calentador eléctrico durante otro mes.
Después de un viaje de veinte minutos, el pelinegro bajó en la parada de autobuses correcta y sólo tuvo que caminar tres calles hacia abajo para llegar hasta su casa. Era bastante chica, pero le parecía simplemente perfecta gracias a la persona con la cual la compartía.
—¡Seung Minnie! ¡Ya estoy en casa! —Anunció mientras se quitaba sus viejos zapatos deportivos—. ¿Por qué está todo tan oscuro? ¿Estás preocupado? La factura de la electricidad ya está pagada, no pueden venir a cortar nada... —Encendió la lámpara del pequeño recibidor y empezó a buscar a Seung Min.
Se empezó a angustiar cuando no pudo encontrarlo en ninguna parte. Su corazón latió a mayor velocidad cuando vio el teléfono celular ajeno –que en realidad no era muy moderno– encima de la cama, lo cual resultó en que su preocupación aumentara. Si Seung Min había salido, ¿por qué dejó su teléfono ahí?
—¿Hyun Jinnie?
La voz de Seung Min pareció devolverle el alma al cuerpo. El pelinegro corrió lo más rápido que pudo hacia el recibidor y se encontró por fin con un chico unos cuantos centímetros más bajo que él, de piel pálida, ligeramente desordenado cabello café oscuro y una sonrisa que sin duda podía iluminar el día de cualquier persona.
—¿En dónde estabas? —Se acercó a darle un abrazo—. Me preocupé tanto cuando llegué. Olvidaste tu teléfono... Pero bueno, al menos no olvidaste llevar una sudadera.
—Quedaba algo de harina, así que preparé panecillos para salir a venderlos... —Señaló la canasta que había dejado en la entrada—. No pude hacer muchos, pero los vendí todos y con el dinero pude conseguir media docena de huevos en la tienda de la señora Oh —dijo con cierto orgullo—. Esta noche, en vez de cenar pan con mantequilla, podemos cenar pan con huevos fritos.
—¡Eso es genial, Seung Minnie!
El castaño se acercó a la canasta y de ahí sacó una bolsa de plástico con los seis huevos que había mencionado. Se la entregó a Hyun Jin y éste de inmediato empezó a caminar hacia la cocina.
—¿Necesitas ayuda?
—No, yo me haré cargo de cocinar nuestra cena —aseguró—. ¿Tienes hambre? Podemos comer dos huevos cada uno y para mañana tener aún uno para cada uno.
En el interior de la nevera había sólo cinco botellas de agua, un bote de leche al cual le quedaba la mitad, un botecito amarillo con la imitación de mantequilla, un frasco de mermelada de durazno y, gracias a Seung Min, también habría un par de huevos para el desayuno de la mañana siguiente.
—Me siento un poco cansado...
—¿Caminaste mucho para vender los panecillos, Seung Minnie? —Volteó a verlo por unos instantes—. Mañana traeré más harina y unas manzanas... ¿Por qué no vas a dormir un rato? Te despertaré cuando haya terminado de cocinar —le sonrió—. Si tienes frío, enciende el calentador.
—Gracias, Hyun Jinnie.
Desde que era un niño pequeño, Seung Min sufría mareos con cierta frecuencia, tenía un cuerpo débil que sin mucha dificultad se cansaba en extremo y solía enfermarse mucho durante el invierno. Se habían tardado en enterarse de su disautonomía porque tampoco era precisamente fácil de diagnosticar.
Hyun Jin hacía lo mejor que podía por cuidar de él. Siempre había sido así... El mayor había decidido desde los seis años de edad que no dejaría solo a Seung Min sin importar qué, muchos recuerdos aún daban vueltas por su mente de vez en cuando.
—¡¿Cómo se atreve a sugerir que mi esposo y yo adoptemos a un niño enfermo?! —A Hyun Jin le era posible escuchar la voz de una mujer indignada si pegaba su oreja a la pequeña abertura en la pared del comedor—. ¡¿Se está burlando de nuestro deseo de tener un hijo?! ¡Es obvio que queremos un niño sano!
—Una disculpa por haber hecho esta sugerencia —habló la directora—. Yo sólo pensé que...
El pelinegro se alejó, salió del comedor a toda velocidad y fue hacia los dormitorios para buscar a Seung Min, quien no podía ni levantarse de la cama porque se había enfermado.
—¡Buenas noticias! Los padres que vinieron hoy no van a adoptarte —dijo con una sonrisa—. La mamá dice que no quieren un niño enfermo —agregó como un comentario inocente, sin intención de ofender al contrario.
—Entonces —se movió un poco y logró voltear a ver a su amigo—, ¿vamos a seguir juntos aquí?
—¡Sí! —Exclamó felizmente—. Porque esos padres tampoco me van a adoptar a mí.
—Hmm... ¿Por qué no? Sí podrían quererte, Hyun Jinnie. Tú no estás enfermo —le dijo Seung Min—. ¿Qué vas a hacer si ellos quieren que seas su hijo?
Hyun Jin hizo un pucherito y cruzó los brazos por encima de su pecho, mirando algo frustrado a Seung Min porque sentía que éste no lo entendía, casi con ganas de llorar.
—¡Pues les voy a decir que yo no voy a ningún lado si no te adoptan también! ¡Porque yo quiero que sigamos juntos! —Gritó.
El tiempo los hizo cada vez más cercanos. Llegaron a un punto en el cual les dejó de importar si algún día llegaría una familia dispuesta a adoptarlos a ambos y sólo se preocuparon por seguir juntos a través de cada obstáculo y cada tormenta.
Habían pasado por tantas cosas, pero seguían en pie e incluso tenían esa casita a la que podían llamar suya, arreglándoselas para pasar de un día al siguiente con sólo uno de ellos teniendo un trabajo formal.
Hyun Jin sentía que mientras Seung Min estuviera a su lado, podía ver cualquier cosa a su alrededor con una sonrisa y decir "Está bien, todo está bien". Sin embargo, él aseguraba en sus pensamientos que algún día las cosas serían incluso mejores.
Continuará.
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Hello!
En la actualización de otro fanfic mencioné que tenía una sorpresita por el cumpleaños de nuestro querido Seung Min y... sí, es un fanfic HyunMin nuevo. 💕
Desde ya les aviso, lobitos hermosos, que será mejor que no lean este fanfic si no les gusta ver a Hyun Jin en plan cariñoso.
¡Gracias por leer!

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Está bien [HyunMin]
FanfikceHyun Jin creció en un orfanato junto a Seung Min, un chico con disautonomía. Con el deseo de permanecer a su lado hasta el último de sus días, jamás lo abandonó e incluso renunció a la posibilidad de tener una familia adoptiva, sabiendo que no se ib...