Capítulo 1

13K 1.1K 675
                                    

Desde la seguridad de mi asiento, contemplo a la rubia mirar al profesor de física revisando su libreta, por la expresión funesta de mi amiga, deduzco que debe estar siendo reprendida por el profesor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde la seguridad de mi asiento, contemplo a la rubia mirar al profesor de física revisando su libreta, por la expresión funesta de mi amiga, deduzco que debe estar siendo reprendida por el profesor. Luego de unos segundos, la rubia se aleja del docente y se aproxima a la mesa donde yo he permanecido siendo solo un espectador del momento de su desdicha.

Mariel se sienta en una de las sillas desocupadas, coloca su mochila sobre la mesa, acto seguido, recuesta su cabeza sobre esta, emitiendo un suspiro de frustración.

—El profe me mandó a extraordinario—informa, sin levantar la cabeza de su mochila—. ¿Por qué lo habrá hecho?

«Porque te saltabas sus clases a lo desgraciado, quizá», pienso en responder eso, en cambio, solo me encojo de hombros.

Un vaso desechable es colocado sobre la mesa, dirijo mi vista hacia la persona que se sienta en otra de las sillas desocupadas.

—¿Qué tiene?—me pregunta Noah, señalando a la rubia que sigue lamentándose.

—El profesor de física no aceptó sus trabajos, así que irá a extraordinario—informo. Agarro el vaso que mi amigo ha dejado frente a mí, y bebo un sorbo del café tibio—. ¿A qué viniste?

—A entregar los trabajos de economía.

Casi me ahogo con el café.

—¡¿Cuáles trabajos?!—pregunto, alarmado.

—Los que me pediste que te pasara.

La tranquilidad vuelve a mi cuerpo. Si son trabajos que le he pedido a Noah, seguramente los hice, sin embargo, desconfío de mí mismo, así que me apresuro a abrir mi mochila y verificar si traigo la libreta y los trabajos elaborados.

—Sí los traigo—anuncio. Me rio un poco de mi estupidez—. Ya me acordé que por eso vine a la escuela, para entregar esos trabajos.

Agradezco al cielo al confirmar que puedo seguir confiando un poco en mí. Tal vez sea demasiado idiota, pero no tanto como para sabotearme y provocar irme a un extraordinario junto con Mariel.

A pesar de mi dudosa inteligencia, jamás me he ido a un extraordinario, desconozco que tan complicado es ese examen, si de verdad los profesores ponen preguntas complicadas o solo son mitos de estudiantes. No quisiera averiguarlo, prefiero quedarme con la duda.

—Ya me voy—anuncia mi amiga, se levanta del asiento, a la vez que coloca su mochila sobre sus hombros.

—Adiós, Mariel—se despide Noah.

—Adiós, salúdame a tu hermano—dice, antes de dirigirse hacia la salida de la preparatoria.

Oigo a Noah resoplar. A Mariel le gusta enfadarlo con comentarios sobre su familiar.

—Es que tu hermano es guapo—expreso, bebo otro sorbo de mi bebida, sin atreverme a mirarlo.

—Ustedes no lo conocen cuando no está arreglado.

Tú y yo, algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora