8•Distancia

2.7K 471 25
                                    

–¿Porque caminamos tan lejos del otro?– la duda la tenia desde que se habían encontrado en la estación, ahora caminaban a una cafetería, el día estaba frío y optaron por dejar el helado para otra ocasión.– no es como si tuviera alguna enfermedad.

–No se trata de eso, solo eres demasiado pegajoso, igual a un chicle.– el rubio parecía indiferente a vista de los demás, pero cuando estaban a solas, lo molestaba con raros apodos y torpes coqueteos.

–Yo sería un chicle muy rico.– no lo dijo en voz alta, fue un pequeño murmuro que apenas y llego a escuchar, en su interior reía de lo dicho.

–¿Que tan lejos está la cafetería?– inicio un nuevo tema de conversación, si bien al principio a ambos le costaba, con el tiempo se abrieron más dejando atrás esos silencios incómodos.

–Ya no falta mucho, prometo que te encantará, incluso dejaras esa carita de limón. – ahí estaba otra vez, intentando molestarlo con raros apodos, de igual forma ya se había acostumbrado.

Caminaron un poco más, tan separados del otro que parecía que ni se conocían, dos personas totalmente ajenas a la otra.

Una vez entraron al lugar, se maravillo por el aire de familiaridad que daba, los colores cálidos y los muebles viejos, acompañado del suave aroma a leche y el fuerte aroma a cafe, le inspiraba tanta tranquilidad y calma.

Café negro para mí y café con leche para ti. Le había dicho.

Le gustaba el sabor que tenía, suave, su paladar se sintió a gusto con tan cálida bebida, e incluso olvidó el frío que sentía, dulce.

–Podriamos rentar unos patines, ¿Qué dices?– el lugar contaba con una pista de patinaje, ni tan pequeña ni tan amplia, siempre que iba rentaba unos patines, sentía una agradable sensación al entrar a la pista.

–No lo se, nunca he patinado en mí vida, haré el ridículo.– seguramente al entrar ya estaría estampado contra el suelo. Nos servía para ese tipo de cosas.– mejor ve tú, yo te espero aquí.

–¿Eh? ¿Que gracia tiene si no voy contigo? Que tal si te enseño como moverte, vamos di que sí.– por unos  momentos se vio atrapado entre la espada y la pared, sin esperar respuesta ya estaba siendo arrastrado a la pista. Terminaré besando el suelo.

                              • • •

Temblaba.

No tenía ni idea de cómo mantenerse en pie, aferrado a las rejas como si su vida dependiera de eso, se negaba a soltarlas.

En cambio solo se dedicó a mirar al rubio, pareciera como si hubiera nacido sabiendo como patinar, se movía con gracia por toda la pista, y luego una pirueta, tan alta que daba la sensación de que volaba, pero luego solo caía con elegancia al suelo.

Lindo. Pensó por unos segundos, sacudió rápidamente su cabeza tratando de sacar esos pensamientos. Que mierda le pasaba.

¡Hey algodón! No me dejes aquí solo, ven te enseñaré.– vio como se acercaba estirando su mano, su típica sonrisa de calma. La tomo y el contrario se dedicó a guiar sus pasos, uno, dos, tres ..

Lo estaba logrando, al menos eso parecía, porque cuando subió la mirada encontró unos iris lilas mirándolo fijamente y la pequeña sonrisa que mostraba le provoco una extraña calidez, que perdió totalmente el equilibrio y como el universo seguramente conspira en su contra, terminó por caer sobre el rubio.

No mires así, solo logras confundirme.

Ni en mis mejores sueños habría ocurrido esto.– el comentario del de gafas causó un revoltijo en su estómago, se levanto bruscamente, pero volvió a caer dando de lleno contra el suelo.

–Auch.

–Oye, ¿te encuentras bien?– intento ayudarlo a que se levantase, más solo obtuvo una negativa del ojiazul, que se paró como pudo.

–Estoy bien, descuida no necesito ayuda.– sonó tan distante, como si estuvieran otra vez en la línea de salida. ¿Algun día podremos pasar el nivel? –es algo tarde mejor vayamos a casa.

Dio por terminado el asunto, una vez pagada la cuenta salieron del local, lo único que escucharon fue el tintinar de la campana indicando su salida.

Lluvia.

Caía sobre ellos con delicadeza, una fina llovizna que pasaba desapercibida, tan tranquila, pero tan fría.

Nos dirigimos a la estación y esperamos juntos nuestro respectivo tren, el silencio era llenado por las voces ajenas que nos rodeaban, no dijimos nada en todo el camino, solo en el momento en que nos despedimos, te vi marcharte, el pequeño gesto de tu mano susurrando un "adiós".

Que agradable fue pasar este dia contigo, un café, dos patines, una mirada y tú sonrisa. ¿Podría ser posible acortar esta distancia?





Broken || RinGryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora