|Capítulo 14|

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|Avisen si hay algún error de ortografía|

Lea

-Chicos- dije, regresando a la sala- Me tengo que ir, hoy entro a las diez y media y será mejor que me vaya ahora si no quiero llegar tarde.

-Te llevamos nosotros si quieres- sugirió Dante mientras se levantaba del sofá.

-Oh, no, no es necesario. Puedo irme en mi auto, no quiero molestarlos- dije mientras agarraba mis cosas.

-A nosotros no nos molesta y nos queda de camino a la empresa- habló Bruno.

-¿Seguros?... yo podría irme sola- intenté convencerlos.

-Sí, nosotros te llevamos- respondió Lucca.

-Bien-

(...)

Ya habíamos llegado y antes de bajar de la camioneta, todos me dieron un largo beso. Me encontraba muy confundida, demasiado. Aparecieron ayer y ya me besan como si fuésemos algo. Yo también tenía la culpa, tenía la culpa por permitir que lo hicieran y tenía la culpa por seguir el beso de cada uno de ellos.

Tenía muchas preguntas en mente; ¿no les molestaba besarme sabiendo que los había besado a los tres?, esa era la pregunta que más se repetía en mi mente, pero aún no tenía una respuesta coherente.

-Lea- la voz desconcertada de Emma me hizo salir de mis pensamientos y mirarla con el ceño fruncido- Te estaba hablando y estás ida, ¿te encuentras bien?.

-Sí, lo siento- dije moviendo mi mano al aire, restando importancia- Estoy muy distraída- resoplé.

-¿Qué ocurre?- preguntó mientras me ofrecía un poco de su café.

-Más tarde te cuento, tengo que ir a darle el alta a algunos pacientes- tomé un largo trago de su café y se lo devolví. Me adentré a la habitación que nombré anteriormente y guardé todas mis cosas, agarré mi bata-uniforme y me la coloqué.

Salí de la habitación y le pedí el informe de la señora D'Angelo a Emma, me lo entregó y me dirigí a la habitación ciento cinco. Me adentré a la habitación luego de haber pasado la tarjeta y la señora estaba terminando de desayunar.

-Buen día- saludé, sonriendo, mientras me adentraba en la habitación.

-Buenos días- recibí como respuesta por parte de la paciente y por parte de los otros tres señores que se encontraban rodeándola.

-¿Durmieron bien?- pregunté al ver lo sofás que había mandado a traer para que los señores puedan dormir cómodos.

-Muy bien, gracias por los sofás- respondió uno de los señores con una sonrisa amable.

-Nada que agradecer- le sonreí y me acerqué a la paciente- ¿Te duele la pierna?.

-Anoche me dolía pero una de las enfermeras me dio una pastilla para el dolor y ya, ahora no duele- habló, encogiéndose de hombros.

Asentí y luego hablé;

-Ahorita voy a cambiarte la venda y ya luego podrás retirarte- sonreí y ella hizo lo mismo.

(...)

-Ya- dije terminando de cambiar la venda.

-¿Necesita de algún cuidado en especial?- preguntó el señor más alto.

-Hay que cambiar la venda todas las noches durante toda esta semana, hay que lavarla con el jabón especial que se le otorgará en enfermería y hay que poner agua oxigenada. Si los puntos se llegan a descocer, vengan de inmediato al hospital y ya, eso es todo- dije anotando todo en el informe.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora