The real Nakamoto Yuta

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-¡Y Jaemin me dijo que las hormigas se volverían gigantes si las metíamos en la piscina! Pero me mintió...- bufó Mark, cruzándose de brazos. Yuta río.

-Seguro Jaemin tampoco tenía idea de que las hormigas no iban a crecer si se arrojaban a la piscina. - articuló Yuta, con la vista fija en la carretera.

-Jaemin siempre me miente... pero lo amo... es mi mejor amigo...- empezó a balbucear el rubio, soltando pequeñas risas.- Pero Yukkuri... no te pongas celoso. Yo también te amo a ti.

Yuta no dijo nada, pues su vergüenza no le dejaba.

-Es ahora cuando me dices que tú también me amas, Yukkuri. - le recordó Mark, sonriendo ampliamente, pero sin mostrar sus dientes. Ante aquella mirada de cachorro, Yuta simplemente no pudo negarse.

-También te amo, Mark. - murmuró, sonriendo, ruborizado.

Mark se calló en ese momento y los que siguieron después y Yuta lo agradecía, pues no quería tener que morir de la vergüenza por otras cosas
que se le pudiesen salir a Mark en ese estado de ebriedad, donde parecía no tener filtro alguno a la hora de hablar.

Un par de minutos después, ambos estaban frente a la casa de Yuta, quien hace tan solo un par de meses vivía solo con su hermano mayor, Haruto, quien le había recibido con los brazos abiertos cuando volvió del intercambio estudiantil en Estados Unidos. Sus padres le habían pedido que volviese a Osaka, pero Yuta prefirió vivir con su hermano en Seúl y, después de conocer personas tan fantásticas como las que eran sus nuevos amigos, no se arrepentía de su decisión.

Salió del auto, pensando que tendría que abrirle la puerta a Mark y llevarlo él mismo hasta el interior de la casa, pero se sorprendió en cuanto el mayor abrió la puerta y salió por su cuenta, caminando entre tropezones hasta la entrada.

Yuta le siguió rápidamente, posicionándose a su lado.

-¡Lalisa! - gritó Mark, deteniéndose unos metros antes de llegar a la puerta.

-Matk, Lisa no se encuentra aquí, esta es mi casa. - le hizo saber Yuta, parándose frente a Mark, quien le miró con el ceño fruncido.

-¿Por qué me trajiste a tu casa, Yukkuri? - preguntó Mark, enarcando una ceja.

-No tenías donde dormir. Yo me ofrecí a darte hospitalidad porque sé que mi hermano no pasará aquí la noche, además, a él no le molestará. - le explicó Yuta, esperando que Mark le entendiese.

Este sonrió.

-Si quería que durmiera contigo no tenías que inventar una excusa... Mark hipó.- Yo hubiese venido... si era contigo... sin importar nada...

Yuta sintió calientes sus orejas.

-No, Mark... yo... y-yo...

Mark abrazó a Yuta, acercando en demasía su rostro al del menor.

-Silencio, Yukkuri, Despertarás a Lisa...- susurró Mark, mirando fijamente a los labios de Yuta, quien empezó a entrar en pánico de inmediato. ¿Y si Mark lo besaba? ¿Qué se supone que debería hacer si Mark lo besa? ¿Apartarlo? ¿Y si se sentía rechazado?

Pero no tuvo tiempo de pensar mucho más, pues Mark le besó en la nariz y se apartó, tambaleándose hasta la puerta, donde empezó a golpear aparatosamente, sin cuidado alguno. Yuta tuvo que respirar más de tres veces, contando hasta diez.

Yuta caminó hasta él y lo apartó levemente de la puerta, dándole tiempo para mirarlo con una sonrisa boba y abrazarlo por la espalda, trepándose en su cuerpo como un pequeño koala.

El menor sonrió y abrió la puerta, luchando por no caer hacia atrás y herir a Mark. Cerró la puerta de su hogar una vez ambos estuvieron dentro. Mark enredó sus brazos en el cuello de Yuta y apoyó su mejilla en el hombro de este, suspirando pesadamente.

𝐅𝐀𝐋𝐎𝐅𝐈𝐋𝐈𝐀-       𝐘𝐔𝐌𝐀𝐑𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora