CAPÍTULO 03

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•Caleb•

Las chicas eran mi debilidad. Yo ya lo sabía, claro, pero nunca antes había roto mis propias reglas por una chica.

Hasta la noche anterior.

El sudor me chorreaba por la cara. Agarré la pelota con las manos, levanté el brazo y la lancé. Maldije por lo bajo al fallar por segunda vez. ¿En qué coño estaba pensando?

Ya me había decidido a darle dinero para que alquilara un piso para ella, pero mis planes se habían desvanecido en una nube de humo en el mismísimo momento en el que la había visto aquella mañana. Había cambiado de idea en cuanto detecté el desafío que había en sus ojos oscuros, pero, sobre todo, cuando advertí esa tristeza que con tanto empeño intentaba ocultar.

Cogí la toalla limpia que Cameron me lanzó de camino a los vestuarios y me sequé la cara con ella. Estaba distraído, y el entrenamiento había sido un desastre. Justin apareció delante de mí, corriendo hacia atrás.

—¿Es que tu madre se ha olvidado de darte la teta esta mañana, Lockhart? Has jugado de pena, tío.

Le tiré la toalla a la cara.

—¿Adónde fuiste anoche? —me preguntó Cameron, ignorando los quejidos de Justin.

—Eso. Te vi hablando con esa pedazo de tía en la disco. ¿Te la tiraste?

¿Por qué me apetecía tanto darle un puñetazo? Justin siempre hablaba como si acabara de sacar la boca
de un vertedero, pero eso nunca me había molestado. Me di cuenta de que lo que no me gustaba nada era que hablara así de Red.

Me quité la camiseta empapada en sudor, hice una bola con ella y, sin sentir ni pizca de culpa, se la tiré a Justin a la cara.

—¿De qué coño vas, tío? —se quejó.

Cameron se echó a reír, pero se puso serio en cuanto se volvió para mirarme. Mi amigo tenía los ojos del azul más sobrecogedor que había visto nunca en un ser humano.

—¿Todo bien? —me preguntó.

Abrí la taquilla, cogí la mochila y me senté a horcajadas en el banco para buscar una camiseta y unos vaqueros limpios.

—Sí. Necesito echar un polvo y ya está.
Justin resopló.

—Como si tuvieras algún problema en ese campo.

Si supiera que la noche anterior me habían dejado con un palmo de narices se habría partido el culo de risa.

Cuando estaba a punto de ir a la ducha me llegó un mensaje:

SANDRABODELLI: Hola, guapo. ¿Te apetece venir esta noche a casa? Mi compañera de piso no está.

Fruncí el ceño.

—¿Quién es Sandra Bodelli?

Justin se acercó a hurtadillas para echar un vistazo a mi teléfono.

—Joder, qué tío. ¿No te acuerdas de la chica de ingeniería que vino al entrenamiento la semana
pasada?

Lo miré sin entender. Él movió la cabeza de un lado a otro.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2021 ⏰

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