Prólogo

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Aún la recuerdo. Hablando sobre sus sueños y metas. Diciendo que haría la mejor banda y sería la mejor vocalista/guitarrista que alguna vez haya existido. Su mirada que brillaba más que el sol mismo, al hablar de esa banda que haría. 

Cabello alborotado que llegaba hasta a su espalda. De un color rojo rubí tan precioso como esa misma piedra. Ojos verdes tan brillantes como una esmeralda. Figura delgada y una altura de acuerdo a su edad.

Su nombre, Mía Anderson. Una chica que siempre estaba alegre, era atenta y que decía lo que pensaba. Una chica totalmente extrovertida.

La conocí a mi edad de 13 años. Cuando yo y ella íbamos entrando a la escuela secundaria.

Yo era un chico algo callado. Si era capaz de hablar, pero, el conocer gente era lo que más se me dificultaba. No sabía cómo llegar y hablarles. Solo me quedaba viendo. Hasta que, ella me habló.

"Ey tu."

Ella se encontraba en frente de mi. Con sus manos en su cintura y mirándome fijamente.

"..."

Yo solo me quede callado. No sabia que decir. No, más bien no podía decir nada. Solo podía quedarme le observando. Su belleza no me dejo. Esa chica me había  atrapado, para que no pudiera quitarle mis ojos de encima.

"¿Por qué no sales a jugar con todos?."

En ese momento nos encontrábamos en receso. Todos los demás salían a jugar a fuera. Yo solo me quedaba en el salón viendo la ventana. Sentando en mi pupitre sin nada que hacer.

"¿Eh?." Dije confundido.

No sabía que contestarle. La razón por la que no salia, es por qué se me hacia muy difícil empezar una conversación con alguien. Pero, ¿Como se lo decía en ese momento a ella?.

"Ven vamos."

Ella agarró mi mano y tiro de mi. Levantado me de mi pupitre. Luego empezó a correr mientras mi mano seguía sujeta a ella.

"¿A dónde vamos?."

"A jugar afuera con los demás."

Y así fue como nos conocimos. Ella vino a mi cuando me encontraba solo. En ese momento recuerdo que me sentía muy feliz.

Cuando íbamos en tercer año de secundaria, ella recibió  su primera guitarra. La felicidad que iradio ella al recibirla nunca la olvidaré.

Después de eso, ella empezó a ir a clases de música. Recuerdo que siempre la acompañaba. Yo me quedaba afuera esperando. Cuando ella salía, me contaba todo lo que le habían enseñado. Siempre con una sonrisa en su rostro.

A finales de nuestro tercer año, me le confesé. Fue en un parque cerca de donde vivíamos. La noche apenas se estaba asomando. Ella acepto mi confesión y empezamos a salir.

Yo y ella entramos ala misma preparatoria. No en el mismo salón, pero si en el mismo instituto.

Mi relación con ella avanzo como cualquier otra. Pero aún recuerdo todo lo nuestro. Nuestro primer abrazo. Nuestro primer beso. Nuestra primera pelea. Nuestro aniversario de primer año y también... nuestra primera vez.

Todos esos son momentos que no seré capaz de olvidar, incluso ahora.

Todo iba bien con nosotros. Hasta que, a su edad de 17 años, cursando su segundo año de preparatoria, Mia Anderson, la chica que yo más amaba en el mundo, murió.

La causa de la muerte, fue una enfermedad del corazón. Insuficiencia cardíaca. Su corazón no bombardeaba correctamente. La enfermedad no fue tratada a tiempo. Y entonces paso lo que pasó.

Llore y llore ese día. Por la tristeza de su perdida, no pude salir de mi cuarto como por dos meses. Realmente sentí que mi mundo se rompió. Pero al final pude salir adelante y seguir con mi vida.

Y supongo que esa es toda la historia. Ya no hay más que contar o decir, pero, entonces, ¿por qué siento que algo se me está olvidando?. Algo que aún no puedo recordar. Tengo un sentimiento inquietó, sobre eso que estoy olvidando.

Me preguntó ¿Que es lo que será?.

El Sueño de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora