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—Las traes.

—¿Qué? No otra vez.

—Alcánzanos si puedes, Mary.

—Ay, ya verán.

Era una conversación casual de unos pequeños. Jugaban a "las traes" en un parque.

Una de los 3, Mary, no se caracterizaba por correr mucho. Sin embargo, no podía dejar de divertirse con sus amigos.

Los había conocido hace no mucho. Sus nombres eran Alex y Rita. Vivían en el mismo vecindario, aunque no eran vecinos cercanos.

Un día, mientras jugaba en el parque que se encontraba frente a su casa, fue que los conoció.

No los había visto antes, pero cuando la invitaron a jugar, no pudo negarse. Se conocieron a los, aproximadamente, 5 años. Desde ese día, los 3 pequeños se volvieron mejores amigos.

Ahora ellos tenían 8 años. No podían salir a jugar siempre debido a la escuela. Por eso, acordaron que todos los sábados se reunirían en ese parque.

Estaba Mary intentando tocar la camiseta de Alex, pero el niño tenía más rapidez. Casi lo logró, mas se le escapó.

Algo jadeante de tal actividad, decidió reposar sus manos sobre sus rodillas. Necesitaba tomar aliento para continuar.

—Uff, cómo corres Alex.

—Fu fu fu, qué te puedo decir. Soy algo veloz.

—Si... Pero seguro no cuentas con...

Abriendo los brazos, Mary se abalanzó contra el niño de cabellos marrones. Sin esperar el movimiento, no pudo correr y en cambio, solo cayó de espaldas junto a la pequeña pelinegra.

—Rayos, eso no me lo esperaba.

—Ja ja, te alcancé.

—Ji ji, está bien. Me atrapaste.

Ambos se rieron de tal situación en la que estaban. Su amiga en común hizo acto de presencia al rato.

—Los he estado esperando. ¿Cuándo me iban a encontrar?

—Pero... Así no va el juego, Rita.

—¿No estamos jugando a las escondidas?

—Ehh...

A veces la pequeña era algo despistada. Una vez casi se pierde por olvidarse de que debía esconderse en el parque. Resultó que estaba en su casa.

—Ay, me equivoqué ¿Verdad?

—Ya ya, tranquila Rita— le dijo Alex mientras extendía su mano y la posaba en el hombro de su amiga de cabello castaño. —Juguemos a otra cosa.

—Sí, juguemos algo menos... Cansado, por favor— decía Mary algo agotada. 

—Bien, ¿Y qué jugamos entonces?

—Mm...

—Ah...

Las 3 cabezas se pusieron a pensar qué podían hacer para entretenerse.

Fue entonces que la lluvia hizo acto de presencia. Nubes oscuras se manifestaron en el cielo, dejando caer centenares de gotas sobre el vecindario. 

Las calles siendo empapadas, mujeres corriendo a sus casas para evitar que su ropa se moje. Sin duda, tal clima movía a la gente a hacer diversas acciones.

¿Y los niños? ¿Cómo veían tal fenómeno?

—¡LLUVIA!— gritaron al mismo tiempo.

Comenzaron a correr sin un orden en especial. Querían disfrutar de la precipitación de agua. Alex vio un charco y saltó en él, empapando sus zapatos. Rita sacaba la lengua, intentando que cayeran algunas gotas para saborearlas. Y Rita se subió a uno de los juegos del parque, simulando como si estuviera en una barco.

LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora