Hoseok odiaba las mudanzas. Las odiaba con lo más profundo de su ser y probablemente fuese porque a lo largo de su vida había pasado por tantas que no era capaz de contarlas ni con los dedos de sus manos. No importaba cuántas veces intentara adaptarse, la sensación de incomodidad y agotamiento siempre terminaba apoderándose de él. Recordaba demasiado bien la primera mudanza. Era una memoria nítida y aún incómoda. Tenía seis años, y en su inocencia infantil, no entendía que el constante cambio sería una parte ineludible de su vida.
De pequeño había sido curioso, eso lo reconocía sin reparo. Las nuevas experiencias, los diferentes tipos de decoraciones y espacios le llamaban la atención. Ese primer cambio lo vivió con una emoción inusual, ansioso por conocer su nuevo hogar, explorar los rincones, imaginar cómo sería su cuarto. Sin embargo, con el tiempo, esa emoción se fue desvaneciendo hasta convertirse en una pereza abrumadora. Ahora, a sus diecisiete años y con más de quince mudanzas a sus espaldas, cada detalle de ese proceso le resultaba agotador: las cajas amontonadas, la espalda encorvada de su padre de tanto cargar muebles pesados, y la forma en la que su madre evitaba con desgano interactuar con los nuevos vecinos, sabiendo que cualquier intento de relación sería efímero.
Era consciente de que todo lo hacían por su bien. Su padre siempre se preocupaba por él, buscando un lugar más adecuado, una escuela donde pudiera sentirse seguro. Pero eso no aliviaba el peso de la culpa que sentía arremolinándose en su pecho, un peso que a veces se hacía insoportable. Tenía autismo, y aunque para él era algo natural y lo llevaba relativamente bien, sabía que desde fuera las cosas no siempre se veían de la misma manera. En sus diecisiete años de vida no había tenido ni un solo amigo. No sabía lo que era tener alguien en quien confiar más allá de su familia, ni qué significaba realmente la palabra "amistad". Su padre solía decirle que él era su mejor amigo, pero Hoseok sabía que esas palabras no eran del todo ciertas. No era tonto. Podía entender que su padre simplemente quería reconfortarlo, pero eso no cambiaba la realidad. Aunque en el fondo ansiaba conocer un tipo de afecto diferente al que ya tenía con su familia, su deseo más fuerte seguía siendo que lo dejaran en paz.
Sin embargo, "dejar en paz" no era algo que pareciera figurar en el vocabulario de los demás. Ni cuando era niño, ni ahora, casi al borde de la adultez. Todavía estaba allí, de casa en casa, mientras sus padres buscaban un lugar que consideraran adecuado para él, lejos de las burlas y el maltrato que a veces experimentaba en la escuela. Todo con el propósito de encontrar un entorno que no afectara su ya frágil salud mental.
Esta vez, mientras miraba por la ventana del coche, esperaba, al menos por un instante, tener suerte. Su padre, Jung Gongyoo, acababa de cerrar la puerta del auto con más fuerza de la necesaria, lo que indicaba claramente su frustración. Hoseok observó cómo se secaba el sudor de la frente con el dorso de la mano, resoplando antes de tocar tres veces la ventanilla del coche para señalarle que ya podía salir.
Su madre, Jung Jiwon, fue la primera en hacerlo. Con su acostumbrada elegancia, apoyó el tacón en la acera. Hoseok no pudo evitar notar la mueca de disgusto que apareció en su rostro cuando posó los ojos en la casa. Su madre miraba la estructura frente a ellos con una expresión de asco que le resultaba casi cómica. La comparación que pasaba por su mente parecía clara: miraba la casa como si fuera una limonada en pleno invierno, algo fuera de lugar, desagradable. Luego, desvió la mirada hacia su esposo.
—Creí que nos iríamos a vivir a un palacio. —escupió Jiwon con desdén, y aunque Hoseok había aprendido de su padre lo que era el sarcasmo, todavía le costaba identificarlo con certeza. Prefirió no responder.
—Sabes que esto es lo mejor que podemos permitirnos ahora. —respondió su padre, su habitual sonrisa desapareciendo, dejando una delgada línea en sus labios apretados.
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lejos de él ♡ hopev
RomanceTaehyung es un chico solitario. Jamás se ha preocupado de su alrededor, no le gusta convivir con nadie, ni le interesa. A sus diecisiete años, cuenta con tan solo un amigo y la compañía de su viuda madre. Él dice que su vida es perfecta, o más bien...