Capitulo 46: Los Ángeles

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POV _____

Cinco de la mañana. Apenas abrí un ojo y ya oía el caos.

—Dios, ¿por qué les gusta perturbar mis sueños? —murmuré, frotándome los ojos—. Déjenme dormir, por el amor de todo lo que es sagrado.

—Perdón, pero ya llegamos —dijo Álvaro, que parecía haber tenido toda una noche de descanso.

Bajamos del Business Jet y nos llevaron al hotel. No me importaba nada más en ese momento, solo quería dormir. Pero, claro, mis padres estaban allí para darnos la bienvenida.

—¡Chicos, llegaron! —exclamó mi padre, con una sonrisa de oreja a oreja.

—A lo mejor soy un doble y solo existo en tu imaginación —respondí, intentando mantener los ojos abiertos.

—¿La despertaron apropósito? —preguntó mi padre, mirando a mis hermanos. Ellos sonrieron como si fueran ángeles.

—Vamos, adentro —intervino mi madre, llevándonos al interior del hotel.

Nos asignaron las habitaciones: Noah, Malina, Sadie y yo en una; Millie, Jack y Finn en otra; y mis hermanos en otra. Mientras todos se acomodaban, mi padre nos dio las instrucciones del día.

—La inauguración es a las cuatro de la tarde, así que a esa hora todos deben estar elegantes —dijo. Todos asentimos, ya pensando en cómo íbamos a ocupar las próximas horas.

Una vez en la habitación, Malina rápidamente decidió cómo dividirnos.

—Yo con Noah, y tú con Sadie —dijo, apuntándome como si fuera una orden.

—Bien, pero antes... a desempacar —dije, resignada.

Nos tomó hasta las diez de la mañana ordenar todo, y para cuando terminamos, estábamos famélicos. Bajamos a desayunar, y después de un buen banquete, regresamos a la habitación para prepararnos. Mi padre se quedó charlando con Sadie, mientras yo fui a cambiarme al baño con Malina y Noah.

—¡_____! —gritó Malina.

Salí del baño rápidamente, pensando que algo grave había pasado.

—¿Qué pasó? —pregunté, aún en toalla.

—Dile a Noah que me devuelva mi collar —dijo Malina, haciendo un puchero exagerado.

—Noah... —lo miré con una ceja alzada.

Él rodó los ojos, pero finalmente le devolvió el collar.

—Ya era hora —dije, antes de volver a mi habitación. Cuando entré, me encontré con Sadie, que estaba... demasiado arreglada.

—Hola, amor —dijo Sadie, acercándose con una sonrisa coqueta.

—Hola, Sink —respondí, sonriendo mientras cerraba la puerta.

—No me digas por mi apellido. Para ti soy "amor", "bonita", "linda"... Todo, menos "Sadie" o "Sink". A tu ganado, dile por su nombre —dijo con fingido enojo, cruzándose de brazos.

—Bien, bonita —dije, y ella sonrió instantáneamente.

—¿Me maquillas? —preguntó con ojos brillantes.

Asentí, y en diez minutos ya estaba lista.

—¡Listo! —dije, sonriendo satisfecha con mi obra.

—Gracias —respondió Sadie, dándome un beso tierno.

—Amor... —dije, mirando el espejo—. Se te salió el labial. Ahora lo llevo yo.

—No importa —contestó ella despreocupada, sacando otro labial y volviendo a pintarse.

La observé en silencio, embobada.

—¿Sabes? Si ese labial sabe tan bien como huele, debe ser delicioso —bromeé.

—Entonces ven a probarlo —dijo, levantando una ceja.

Me acerqué y la besé. No, el labial no sabía a nada, pero sus labios lo compensaban.

—¿Tenía buen sabor? —preguntó con una sonrisa divertida.

—El labial no tanto, pero tus labios mejoran todo —respondí, haciéndola sonrojar.

De repente, el ambiente romántico se interrumpió por un grito desde afuera.

—¡Chicas! Dejen su cogida de reconciliación. ¡Nos vamos a quedar sin comida! —gritó Noah.

—Noah, sigo sin entender por qué siempre dices eso —contesté, abriendo la puerta, con Sadie ya lista a mi lado.

—Tal vez quiere unirse —dijo Malina, riéndose mientras le daba un golpe ligero en la nuca.

Nos dirigimos a comer y luego fuimos directos al lugar de la gala. Era un edificio impresionante, por dentro parecía salido de una revista de lujo. Nos sentamos en distintas mesas; yo con mis padres, Álvaro, Cameron y Olivia, mientras mis amigos se ubicaban en otra mesa. Todo parecía tranquilo hasta que noté que alguien más se sentaba a nuestro lado.

—¿_____? —dijo una voz familiar.

Me giré rápidamente.

—¡Claudia! —exclamé sorprendida—. Dios, Claudia, ¿qué haces aquí?

—Invitada especial —respondió, sonriendo. Álvaro intervino con su típico aire de superioridad.

—Además, es familiar del organizador.

—Vaya, qué suerte —dije, riendo.

—No esperaba encontrar a todos los Salvatore aquí —dijo Claudia.

Sentí una mirada fija sobre mí. No hacía falta voltear para saber quién era. Sadie siempre tenía ese radar.

Seguimos conversando, pero esa mirada continuaba quemándome la nuca. Finalmente, mis padres fueron llamados para dar unas palabras. A medida que avanzaba la ceremonia, el ambiente se llenaba de elegancia, risas y algunas indirectas juguetonas. Entre Noah comiendo más de la cuenta, Malina sacando fotos a todo y Sadie robando miradas, la noche estaba lejos de ser aburrida.

Silhouette║Sadie Sink y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora