Cada cien años "KookMin"

Capítulo único

Palacio Dorado, al sur de la gran roca de los enamorados.

Jung kook esperaba con ansia la luna dorada, para poder usar su caracola, pues creía fervientemente en la leyenda de que cada cien años un tritón era bendecido para encontrar a su alma gemela. Lo había comprobado con sus padres que se conocieron en una luna dorada y con su hermano Nam Joon que en la misma luna diviso un naufragio y por azares del destino salvaría al capitán del barco hundido Kim Seok Jin.

Ese año otra vez el ciclo regresaba y cuando la luna estuviera en lo más alto. Jung Kook tocaría su caracol para llamar a su alma gemela y reunirse con él en la roca.

─Appa ¿no viste mi caracola?, la deje aquí.

Ho Seok, rodo los ojos, según su yerno Jin, los padres en la tierra tenían el mismo problema con sus retoños que dejaban sus cosas regadas.

─Kook, la caracola la dejaste en el salón del trono.

El Tritón, sonrió y nado rápidamente al salón mencionado del Palacio Dorado para poder ir en busca de su alma gemela.

Mientras tanto en la superficie del mar Park Ji Min, un oceanógrafo que investigaba el fenómeno registrado cada cien años donde la marea se retrae misteriosamente sin ser provocada por un tsunami y que solo se presenta en las costas de Corea del Sur. Estaba más que impaciente por comprobar el ciclo.

Se estaba haciendo de noche, por lo que se apresuró a tomar más muestras del agua, comprobó la temperatura y con el pequeño sonar que pidió prestado al instituto donde trabajaba hizo las últimas lecturas. Se cansó de remar, hizo una pausa para poder tomar fuerzas para el regreso cuando se percató que estaba sobre la gran roca que apodaban de los enamorados, no pensó llegar tan lejos. Miró la sombra de la roca que parecía un gran corazón. Tomo unas fotos e hizo algunas notas. Su cabello rubio estaba un poco largo y le molestaba para escribir.

Iba a continuar su trabajo, cuando de pronto a lo lejos vio nadar un enorme pez, o por lo menos eso pensó al ver la gran cola; debía estar alucinando pues en lugar del delfín que esperaba fotografiar, un chico de pelo negro saco medio cuerpo del mar, un cuerpo espectacular que se acercaba a su lancha. Su mente le debía estar jugándole una broma o sería el efecto de la noche al caer o de la gran luna dorada que apareció brillando en el cielo estrellado, pero claramente vio como el joven tenía en su pecho una piedra amarilla y en sus manos una caracola de mar que toco como si fuera una trompeta sacando un sonido fuerte y sordo que provoco que el mar se retrajera.