Un Rostro Amable

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2.

Dejaste la cesta con las flores de tallos morados sobre la tarima de madera y miraste el cielo que comenzaba a aclararse. No sabías por qué, pero desde que ese hombre se había ido la mañana anterior no estabas bien. Notabas piedras en el estómago y no podías respirar tan profundamente como estabas acostumbrada. El olor a carne abierta y a sangre casi había desaparecido del pueblo vacío, habías visto a muchos animales merodear al principio de la mañana, y el viento soplaba con una calma desconcertante. Mientras terminabas de enterrar los cuerpos y de organizar lo poco que podías de las casas casi derruidas viste un total de cuatro zorros. Los cuatro mostraban orgullosos unas largas colas peludas que se agitaban nerviosas alrededor de su largo cuerpo. Tres de esos zorros eran naranjas, pero reconociste aquel zorro de ojos rojos y brillante pelo negro que se había sentado a metros de ti, siguiendo cada movimiento que hacías: un recordatorio constante de que había un lugar que habías destruido y abandonado vilmente. También estabas acostumbrada a ese sentimiento, así que ignoraste al Kitsune y deseaste que no fuera una señal de mal augurio mientras recogías las dos sábanas que habías dejado tendidas y volvías al interior de la casa a preparar el desayuno. Dejaste el bote de bambú a un lado de los alimentos más duraderos que habías encontrado y suspiraste con pesadez.

Sólo supiste que había vuelto cuándo cayó de rodillas detrás de tí, con el rostro pálido y un sudor frío que hacía que su enorme cuerpo temblase como una hoja al viento. La sangre de sus manos y sus piernas goteaba lentamente sobre la madera del suelo.

-Tenías razón -Gyomei suspiró intentando, en vano, volver a ponerse en pie-; la flor ha podido aliviar el efecto del veneno. ¿Tienes más?

Suspiraste aliviada y cogiste el pequeño tarro de bambú de la encimera de la comida.

-Vamos a fuera. -Agarraste la enorme mano de Gyomei, sus dedos se extendieron con los tuyos, y tuviste que usar tu fuerza para moverlo unos centímetros para volver a sacarlo afuera. Cogiste la manta y un cuchillo de cocina- Te dolerá.

Gyomei asintió en silencio, parecía muy concentrado en algo como para responder.

Fue fácil terminar de cortar aquel traje oscuro, el demonio lo había hecho casi trizas, y su piel debajo del traje estaba llena de sangre seca y cicatrices de garras muy poco profundas, como si él las hubiera ocurrido sólo, aunque había pasado muy poco tiempo desde que habían peleado. Agarraste el cuchillo y cortaste el pantalón sobre la herida, ahí te diste cuenta de que estabas temblando, agarraste el cuchillo con más fuerza, intentando dejar de hacerlo, y las heridas de las garras eran mucho más profundas en sus gemelos. Había tres agujeros que atravesaban su gemelo: en todos tus años cubriendo cadáveres nunca habías visto nada igual. Tu visión comenzó a nublarse y sabías que estabas hiperventilando. Estabas tan nerviosa que habías perdido el control de tu respiración y sabías que también podrías perder el conocimiento. La mano en la que sujetabas el cuchillo y la manta temblaban casi tanto como el cuerpo entumecido de Gyomei. Él era un simple humano, sabías que a veces los humanos morían, estabas acostumbrada a eso. Pero a diferencia de los otros humanos, este seguía vivo y habías notado en él una amabilidad que sabías por experiencia que escaseaba en su raza. Querías salvarlo, estabas determinada a hacerlo, pero no estabas segura de poder. A demás había algo… En el viento. Inari quería que ese humano sobreviviera, por eso había llegado a tus manos. Ahora Gyomei era tu deber. Tragaste saliva y cerraste la boca, concentrándote en el olor a tu alrededor, en la sensación de lo que estabas sujetando, en la dirección del viento…

Miraste con más cautela las heridas en sus piernas y no sabías cómo, pero viste que se estaban cerrando sólas. La sangre salía de los agujeros con más calma, como si no se estuviera desangrando. Miraste a Gyomei con el ceño fruncido. Él respiraba con una calma envidiable…

Kitsune No Negai. Deseo De Un Kitsune/Gyomei/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora