-Bien, Señorita...¿Como se llama?
-Lilith Glenn
-Señorita Glenn, ¿Vio algo, o a alguien sospechoso días antes del homicidio?
-¿Sospechoso?
-Algún huésped, compañera de trabajo, Alguna otra persona... Ya sabe...
-No estoy segura.
-Señorita Glenn...
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Era un día soleado, los pájaros cantaban, el viento soplaba, era un día especial para salir de paseo, disfrutar de un día de campo junto a tu familia, O tenderte en el patio de tu casa para admirar la naturaleza y todo lo que te rodea junto a un buen libro y una taza de té.
Pero el ambiente en aquella comisaría no parecía encajar con los bonitos paisajes.
Lilith, una joven de unos 18 años, de cabello rizado y naturalmente pelirrojo, ojos negros, bonita cintura, bonita sonrisa y lindas pecas caminaba por los pasillos acompañada por un policía, hasta que este la deja en la puerta de entrada, Donde Lilith, con todo el peso en sus hombros, tomo del picaporte y se dispuso a abrir la misteriosa puerta.
Al abrir la puerta se podía ver claramente una habitación gris, con apenas iluminación.
Una ventana oscura, la cual prácticamente parecía un simple cuadro negro.
Los únicos muebles que se encontraban era una pequeña mesa de madera con dos sillas viéndose frente a frente. Y una pequeña lampara colgante en el centro.
-Por favor, Tome asiento.- Pronuncia un amable señor sentado en una de estas sillas. Llevaba un elegante traje, ojos azules y cabello oscuro. No pasaba los 27, Esto asombro bastante a Lilith, Detective exitoso a tan corta edad.
Lilith hace caso a sus palabras y se sienta en la silla frente a el.
El amable señor extiende su mano en forma de saludo. -Un placer, Edwin Evenson.- Ambos estrechan manos. Luego, Edwin vuelve a acomodar sus libretas.
-¿Gusta un vaso de agua?
-No, gracias.- Responde Lilith.
Edwin trataba de armonizar el ambiente, para que Lilith se sienta más cómoda, aunque lo que el no sabía, es que la incomodaba más.
He de decir, que ciertamente Edwin tampoco se encontraba de lo más cómodo, ya estaba acostumbrado a diferentes interrogatorios y diferentes casos, el homicidio no era lo que lo ponía incomodo.
Lo que lo ponía incomodo y nervioso, era la belleza de la dama.
Nunca antes se había maravillado tanto con tan hermoso rostro.
La piel pálida y de porcelana con hermosos tonos rosáceos en las mejillas, sus bonitas pestañas, bonito cuerpo y cabello rizado captaron mucho su atención.
En realidad, la belleza de Lilith siempre llamo la atención de muchos, no era esta la primera vez que un joven quedaba impresionado ante su natural encanto.
