Sólo Rosaura, Ren y Camelia sabían la verdad de aquel día. Día en que supuestamente la "bruja" había muerto.
Esa mentira dejó atrás corazones rotos. Pero, sin duda, el más lastimado era el de aquella chica, que amaba a Camelia más que a su propia madre. Porque al final, quién la había visto crecer no era Asteria ni Simón, sino su madrina. Aquella que la protegió.
Cuando se enteró de lo que hizo su padre, no pudo más que odiarlo. Odiarlo por no pedir su opinión, por hacer todo a sus espaldas e impedir que se despidiera de su protectora. Y odiarse así misma por no prevenir aquello, después de todo, sabia la intención de su madre de quemar al hada, incluso si solo se lo dije en el breve instante que la vio cuando tenía 6 años. Y así, con el odió en su corazón, como un puñal incapaz de retirarse de el, pasaron los 3 años faltantes para que cumpliera la edad suficiente para casarse con su amado. Cosa que hizo de inmediato.
Después de eso se marchó para conocer el mundo del que fue privada durante 18 años, sin antes, marchar de nuevo a aquel bosque encantado, en busca del castillo dónde había vivido con su hada madrina. Travesía que fue realizada junto con Cornelio, su marido, ya que ambos extrañaban profundamente a aquella mujer que una vez protegió a tantos ahijados. No se percataron de la presencia de dos zorros, uno de ellos no tenía cola, ambos Ancestrales y uno anteriormente perteneciente al reino de las hadas, algo que aquella pareja no podía haber sabido.
- Tal parece que tu última ahijada aún te quiere- Ren voltio a ver a su acompañante, para observar que en sus ojos existía una gran sorpresa.
- ¿Cómo es posible, después de todo el daño que cause?
- Sabes que no fue culpa tuya -El sin cola no pensaba continuar con aquella frase, más lo hizo al ver la cara llena de odió que le dirigió Camelia- O no del todo. Al fin y al cabo, Simón fue quien se condenó.
- -Si, pero yo decidí el pagó.
- Pagó que él estuvo dispuesto a pagar aún sin saber el precio.
Ninguno comento nada más, después de todo, aquella última frase era verdad.
Camelia aún lamentaba el daño que le causó a Felicia. Pero para aquella chica no era así, ella siempre supo que su madrina era buena, tal vez la recordaría con aquellos ojos nublado de tristeza. Y ése mismo día se enteraría el porqué. En las profundidades que aquel castillo, anteriormente cubierto de espinas, se hallaba una biblioteca y encima de una mesilla reposaba un regalo. Dicho regalo era para Felicia.
Y su contenido era un cuaderno, con una historia escrita a mano, la cual relataba la historia de su padre. Desde el punto de vista de un hada. Encontró el paquete antes de marchar del castillo, después de recorrer su antiguo hogar, aparte de este, tomo el libro de cuento favorito de Camelia, para tener algo de ella, a su lado, por siempre.
Una vez leído el cuaderno no pudo más que llorar y arrepentirse por no haber volteado en el momento que se fue del castillo. Entendió a su madrina, no la perdono, porque no había nada que perdonar.
Se percató de lo devastador que era el amor y de la crueldad de la humanidad, para también de la hermosura del mundo en el que vivía. Partió así, feliz de aquel descubrimiento, con su marido, tomados de la mano. Para escribir otro capítulo en su vida, y transmitir las enseñanzas que una vez aprendió.
- ¿Un cuaderno? - se mostró incrédulo Ren
- Un regalo, escrito para ella, una vez que me percaté de la distancia que había entre ambas -el zorro blanco, hizo un gesto de despreocupación- planeaba darle el día en que todo se salió de control, y ya había olvidado su existencia- termino de decir mientras se dirigía al interior del bosque, para volver a casa.
Y Ren se alegró que el regalo de Camelia llegará a Felicia.
ESTÁS LEYENDO
La Verdad
FanfictionLas llamas ardieron y, con ellas Camelia. Al menos, la que todo el mundo conocía. Su partida marcó un antes y un después en la historia y su última ahijada regresa en busca de respuestas. . . . . . ⚠️ Todos los personajes que aquí aparecen son de...