Era otra mañana en la que sólo despertaba para abrir los ojos y recordar mi realidad, la cual estaba obligada a vivir.
Resople al escuchar como tocaban la puerta he intuí que era mi madre, aunque no sé para qué ahora se molestaba si de igual manera siempre entraba sin avisar.
Supe que abrió las cortinas, cuando sentí el resplandor del Sol Caribe impactar en mi rostro y luego la escuche caminar por toda la habitación murmurando cosas. Al parecer estaba recogiendo el tiradero que debía haber en mi cuarto, y me lo hacía saber con cada queja.
-Buenos días, doña. -le recordé, alzando las cejas con sarcasmo.
-Buenos días, mi amor. -devolvió calmada, como si estuviera calculando algo. -Te están creciendo las raíces. -señalo, lo cual me hizo acordarme de todo el tiempo que tenía sin ir al Salón. -Ya sé; hoy no iré a la Oficina, ¿podríamos ir al Spa? -propuso emocionada.
-Ve tú, yo no tengo ganas. -otra vez íbamos a empezar con lo mismo.
-Mi amor, tú tienes casi 4 meses sin salir de tu cuarto, tirada en esa cama. -me lo pedía casi en una suplica. No podía verla, pero por su tono de voz: sabía que estaba parada con los brazos cruzados, y mirándome con una expresión de cansancio, ya que venía todas las mañanas a decirme lo mismo, pero siempre le era en vano.
-¡¿Y qué tú quieres que yo haga, qué salga a ver el sol?! -enfatice con rabia e ironía, para que de una vez por todas se diera cuenta de la situación.
¿Es que acaso a mis padres les era tan difícil dejarme en paz?, ellos que podían ver ¿no veían que mi vida ya se había acabado? O no querían aceptar que era una ciega ¡una maldita ciega! Por qué no sólo me morí en ese maldito accidente, por qué a mí de las tres personas que venían en el auto... por qué yo.
-Bien. -suspiro rendida. -Le voy a decir a Juanita que te suba el desayuno.
-No tengo hambre. Y por favor cierra la puerta.
-Pero si anoche no quisiste cenar. -cuestionó.
-¡Que no tengo hambre! -grite, más para que dejara de insistir que por enojo. En otras circunstancias mi madre me hubiera tumbado los dientes, pero ahora sólo se resignaba a dejarme sola.
Sentí como los ojos me empezaban ha arder en señal de que las lágrimas pronto correrían; pero rápidamente los cerré con fuerza, en lo que me mordía el labio y me cruzaba de brazos. No quería llorar, ya había pasado los últimos cuatro meses en eso, ni tampoco quería que mi madre me volviera a ver haciéndolo. Recibí suficiente lastima por parte de esta familia, y no necesitaba más.
Suspiró y agregó: -Eres completamente irracional. -fueron las palabras que salieron de su boca, antes de salir y cerrar la puerta.
¿Yo era irracional?, ¿yo? La persona mas afectada de todo esto, la que había perdido uno de los más importantes de sus sentidos de manera irremediablemente, la única que estaba obligada acostumbrarse a ser una discapacitada todo lo que le quedaba de vida. No pude aguantar más y me desborde en llanto, pateando la mesita de noche que estaba a un costado de mi cama, y con eso: provocando que se cayera junto con la lámpara que tenía encima, la cual se hizo añicos.
«-Tuvimos la suerte de salvar tus ojos, pero los cristales del parabrisas arruinaron tus córneas y me temo que para eso no se puede hacer nada».
-Suerte... -cite en un susurro al recordar las palabras que había usado el doctor.
Me lamente entre gritos ahogados de dolor e ira, jalándome el pelo y dando puñetazos en la cama, a la vez que sollozaba y maldecía cada gota de mi existencia.
«Suerte hubiera sido morir» pensé, y entonces me detuve cuando la idea que tenía varios meses rondando en mi cabeza volvió a aparecer.
Me baje de la cama con sumo cuidado, sabiendo que los restos de la lámpara debían estar dispersados por toda la alfombra, pero de igual forma un pequeño vidrio logró clavarse en mi pie arrebatándole dos quejidos. Agarrándome de las sábanas con una mano: me agache y con la otra palpé el piso hasta que pude conseguir lo que buscaba.
Al tenerlo volví a sentarme sobre la cama llenando mis pulmones de todo el aire que me permitían, y cerré los ojos, pero no sé por qué lo hice si de cualquier modo no podía ver.
Ya imaginaba los encabezados en las noticias de mañana: Joven millonaria es encontrada...
Tal vez muchos sentirían pena, otros me llamarían cobarde, y la gran mayoría criticaría diciendo que el dinero no lo era todo y que muchas personas como yo viven miserables en jaulas de oro, como si ellos me conocieran, o siquiera pudieran imaginarse lo que estaba sintiendo, porque la verdad es que esto sólo me correspondía a mí. Y en cuanto a mis padres... ellos tendrían que adaptarse, esta era sólo mi decisión.
La mano me temblaba a medida que el cristal se iba acercando a mi muñeca y un montón de pensamientos me nublaban la mente: ¿A dónde iría?, ¿de verdad existía el infierno?, ¿qué es morir realmente?, ¿qué tal si...? No, no podía pensar en nada, ya había tomado una decisión y tenía que ser firme, tener valor, y actuar.
Me incorpore en la cama, relaje mis músculos, volví a respirar hondo, y me limpie los restos de lágrimas que tenía en las mejillas.
«Sólo es una cortada, Evelyn, una cortada y todo acabará».
-¡Mierda...! -maldije, tratando de no alzar tanto la voz, cuando la punta del cristal abrió mi muñeca, y de esta empezó a chorrera sangre. Nunca me hubiera imaginado lo que esto podía llegar a dolor, nunca.
Solté mi "arma" causando que cayera al piso y se rompiera más de lo que ya estaba, y con mi otra mano: procure calmar el dolor que sentía apretando mi muñeca.
En las películas cortarse las venas parecía más fácil, la gente sólo lloraba y lo hacía, ¿Por qué nadie me dijo que dolería tanto? Por más que apretara el dolor se mantenía punzante y la sangre cayendo.
«Dios mío» esto me estaba doliendo tanto, que apreté los dientes a tal grado que los hice rechinar, y empece a hiperventilar.
De repente escuche como la puerta se abrió de golpe y voltee hacia ella.
-¡Evelyn!
Grito Papá aterrorizado abalanzándose sobre mí, y luego me abrazo con todas sus fuerzas llorando.
Sólo podía pensar en que si antes mis padres querían obligarme a tomar terapia por no levantarme de la cama; seguro me internarían en un psiquiátrico por intentar suicidarme.
...Ahora si de verdad que estaba jodida.
ESTÁS LEYENDO
Matices de Negro...®2021
Romantik«Puede que en algún momento hayas deseado ser yo, y no te voy a negar; es fantástico: autos de lujo, empleados sólo dedicados a servirte, y una jugosa fortuna asegurada para heredar. Pero... ¿Qué dirías si estuvieras resignada a ser una ciega?». La...