En pleno siglo XXI unos pocos elegidos son los guardianes del tiempo de Dios. Aún queda suficiente luz para impedir que ángeles y demonios vuelvan a tomar las armas después de la última odisea.
Marcado está el día del apocalipsis dijo el señor y la tierra desaparecerá en llamas para eliminar la maldad y la depravación de la tierra.
El ángel de la destrucción había desaparecido. Esa nueva interrogante pendía entre el cielo y la tierra. Ni siquiera la potente visión del señor del universo, puede divisar el paradero del arcángel destructor de galaxias; entre los millones de almas que pueblan la tierra.
Una ola de violenta calma recorre el planeta y mientras ángeles y demonios se disputan el derecho sobre el destino de la humanidad muchas cosas están a punto de cambiar.
Es hermoso el oriente de Daegu (대구). La costa acariciada por el sol reverbera como espejo herido por la luz. El poder del mar podía sentirse en las personas y las cosas. Formando parte de una armonía indisoluble.
En un pequeño pueblo a orillas de la bahía de Hagwon vivía el joven Jimin. Cada tarde, al volver del trabajo. Sus ojos se perdían en la azul inmensidad, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
Vivía al lado de un hombre que había disipado sus ganas de vivir. Sus días trascurrían tristes, entre una agotadora jornada laboral y peleas maritales; donde no existían límites para lo degradante. Su alma se llenó de heridas que el tiempo no podría sanar.
Una tarde decidió visitar a su padre. Un hombre que la había apoyado siempre. Sus consejos le habían servido de consuelo, cuando sentía que su mente colapsaba.
Había instantes en que la vida dejaba de tener sentido. Abrumadoras preguntas se hacían camino dentro de su mente, perturbada por el dolor y la soledad.
─¿Qué haré?─ se preguntaba─¿Estará mi vida siempre vacía de amor? ¿Cómo sería no sentir dolor o angustia? No sentir... nada.
Sung-Hoon, su padre. Vivía en un pueblo pequeño llamado Dalseong-gun (달성군). Poblado de pastores, pescadores y agricultores; ubicado a pocos kilómetros de la bahía. ¡Notable lugar! En medio de la enorme sequía que consumía la región. Se alzaba una montaña, cuya cúspide se mantenía siempre verde.
Los pastores la evitaban. Enormes piedras que se desprendían de la empinada estructura, hacían estragos en los rebaños. Era un monte peculiar. Se contaban historias de extraños monstruos que bajaban al océano al anochecer. De un lindo joven de piel morena, que de vez en cuando descendía y se paseaba por el pueblo sin decir palabra. Montando un caballo color azabache. Las jóvenes casaderas de la vecindad soñaban con aquel joven inaccesible. Se rumoraba que era hijo de un campesino adinerado.
En tarde Jimin sintió deseos de salir al camino. Las rocas parecían enormes diamantes diseminados en la altura. El sol brillaba. La montaña parecía llamarlo a descansar debajo del follaje misterioso de los árboles. Decidido a escalar el monte. Cambió su ajustado pantalón por unos mas holgados. Calzó unas cómodas zapatillas y salió de la casa.
Mientras se acercaba a la falda de la montaña su corazón latía con fuerza. Sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo. Sintió como si las viejas energías volvieran a su cuerpo. Por unos momentos se sintió en paz consigo mismo.
Siguió un camino amplio que serpenteaba. Escuchaba los pájaros cantar y el perfume del arrayan esparciéndose alrededor. Contra toda razón, encontró un hilo de agua que se ensanchaba y parecía murmurar; mientras corría siempre hacia arriba.
Todo pareció oscurecerse. Pero fue solo una sombra gigantesca que pasó. El camino se interrumpió. Una empinada y peligrosa senda apareció ante sus ojos. Rocas sueltas se desprendían con estrépito, arrollando todo a su paso.
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LUCIFER ENAMORADO - YM
General FictionEl príncipe de los ejércitos celestiales había caído a la tierra siglos atrás. Las tres cuartas partes de sus soldados lo siguieron voluntariamente al destierro. Una luna de sangre se asomó sobre el horizonte de la humanidad cuando las alas color za...