El cielo despejado estaba coronado por un sol radiante, la brisa transportaba un sutil aroma a sal que se incrustaba en la piel junto a la arena. A estas horas la tienda familiar solía estar algo vacía por lo que Kaito el hijo menor de los Igarashi decidió salir a dar un paseo por las proximidades.
Su piel pálida se escondía en una túnica oscura ceñida a su pequeña figura protegiéndola de los molestos rayos.
Las calles vacías eran sinónimo de los duros tiempos que corría la ciudad, ¿en que momento la muerte se había convertido en la única escapatoria ?
Los ancianos que ya en su mayoría descansaban en paz habían predicado durante años la salvación de estas tierras pero las esperanzas desaparecieron con ellos.
Kaito sigiloso y tan callado como de costumbre vagaba por las calles como si de una sombra se tratase, sus cabellos despeinados del tono de la arena se mecían con la brisa mientras sus ojos celestes observaban el gran edificio del gobernador que se situaba unas calles más arriba.
Absorto en sus pensamientos no se dio cuenta de la presencia de Jiro el cual no dudó en sorprenderlo con uno de sus ruidosos inventos.
El grito de Kaito resonó por todo el reino asustando incluso a los pájaros del lugar.
Ambos se habían conocido en el mercado cuando Kaito apenas tenía 5 años, Jiro siempre lo encontraba solo en uno de los callejones la mayoría de las veces llorando porque no tenía con quien jugar.
-A veces me pregunto si sabes saludar sin llamar la atención luego recuerdo que eso es algo imposible para ti.
-Venga Kaito solo fue una broma.
La amplia sonrisa de Jiro desapareció tras una fulminante mirada de Kaito el cual siguió su camino sin mirar atrás siquiera.
-Pronto cumplirás los 25, aprende a ser más silencioso o serás el primero en caer en el servicio a la nación. Recuerda tu promesa estupido .
Jiro comenzó a reírse ruidosamente logrando incluso que Kaito sonriese.
El servicio a la nación era una obligación para los jóvenes que al cumplir los 25 debían abandonar su hogar para volverse soldados y así hacer frente a las amenazas del norte. Los que no perecían en batalla alcanzaban una falsa gloria que de poco servía contra sus profundas e incurables heridas.
El calor era sofocante lo que hacía que caminar fuese una cruel tortura, las empinadas calles parecían no tener fin y el cansancio era algo evidente en ambos.
-Tras ese callejón han abierta una nueva taberna, dicen que tienen el mejor bourbon de la ciudad y no hay nada mejor que un buen trago antes de volver a casa. Aunque bueno tú no deberías tomar alcohol.
-Tan solo eres tres años mayor que yo, lo que significa que puedo beber lo que quiera.
Dijo mientras su rostro hacia una divertida mueca de enfado.
Lo que dijo Jiro era cierto, al fondo del callejón se podía leer en un gran cartel taberna d' argento y a su lado se encontraba una modesta puerta abierta de madera de roble que humildemente invitaba a pasar al interior.
Las paredes estaban iluminadas por candelabros, al fondo se encontraba la barra decorada con todo tipo de botellas de diferentes licores; había también varias mesas ocupadas pero aun así el local estaba bastante vacío.
Los chicos se sentaron e hicieron un gesto al camarero para que se acercara a tomar nota de sus pedidos. El hombre de apariencia cincuentona se acercó rápidamente, su rostro resultaba bastante amigable.
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Abyss
FantasyLa tierra en la que nació está apunto de convertirse en un auténtico infierno pero eso a él poco le importa. Será la llegada de un extraño joven el que lo vea obligado a embarcarse en un viaje suicida que cambie su forma de ver el mundo. Una tripula...