Pansy Parkinson. Ese era el único pensamiento que rondaba por la cabeza de Hermione desde hacía ya casi dos semanas. Había algo en ella que era inquietante, desconcertante, diferente... Definitivamente había cambiado. Si para bien o para mal no sabría decirlo con exactitud.
Desde que el sexto año de ambas había comenzado la reina de las serpientes actuaba muy extraño. Ya no iba en manada con su séquito, ya no perseguía a Malfoy por los pasillos, ya no tenía su característica expresión de odio y desaprobación. Es más, ya ni siquiera la molestaba.
Hermione no se quejaba de ello, todo lo contrario, era una carga menos con la que lidiar... O eso pensó. Creyó, pobre de ella, que tener a Parkinson lejos le relajaría. Cuán equivocada estaba esta vez la mente más brillante de Hogwarts, pues esa ausencia la enloquecería de ahora en adelante.
Comenzó a darse cuenta de eso un jueves por la tarde, cuando al ver a la serpiente caminar por los pasillos esperó sin siquiera saberlo chocar con ella. La decepción y la confusión llegaron cuando la chica simplemente se apartó, sin siquiera rozarla. No supo por qué eso le molestó.
El segundo síntoma claro de lo que ella misma identificaría como demencia se dio ese mismo sábado, durante la excursión a Hogsmade. Herms se dirigía a la librería buscando un ejemplar nuevo de "Matar a un ruiseñor", ya que Ron había derramado café sobre el suyo. Al doblar la esquina de un callejón encontró a Pansy a unos metros tirada en el pasto leyendo el libro que ella buscaba. Quiso acercarse, pero se detuvo enseguida.
El lunes siguiente todo fue a peor. La leona se encontraba hablando con Ginny, su mejor amiga, mientras entraban al gran comedor. Instintivamente llevó su mirada a la mesa de las serpientes, y al hacerlo se topó con dos enormes ojos verdes que examinaban su cuerpo. Cuando cruzaron miradas, se sonrojó.
Y así pasaron esas interminables dos semanas, entre encuentros casuales, miradas a la distancia, roces furtivos y pequeños matices que podrían no haber significado nada en absoluto. Hasta que la mayor de las trajedias, a ojos de la castaña, ocurrió.
Fue concretamente un jueves. Hermione se levantó sobresaltada, con el pulso muy acelerado, el pelo más desordenado que de costumbre, sudor recorriendo todo su cuerpo y un sonrojo tan intenso que podría compararse con el color de las cerezas. Tragó saliva en seco, sintiendo la humedad descender por su muslo.
Había tenido un sueño erótico, específicamente uno con Pansy. Y vaya sueño. Corrió al baño más rápido de lo que recordaba haberlo hecho en su vida, y se encerró allí. Se duchó. Y se tuvo que volver a duchar porque se sentía tan malditamente sucia que no creía poder soportarlo todo un día.
En cuanto llegó al comedor, buscó con la mirada a Ginny, y al encontrarla corrió hacia ella rápidamente. Sin importarle lo más mínimo que su amiga pelirroja estuviera hablando con Luna, tiró de su brazo para arrastrarla fuera del comedor, entre maldiciones y quejas.
- ¡¿Pero a tí qué mierda te pasa?!- rugió con fuerza, soltándose del agarre.- Estaba hablando con Luni, no puedes venir y sacarme arrastras. La he dejado sola.
- Luego le pido perdón, pero esto es urgente. Te necesito.- en seguida la expresión de Ginny pasó del enfado a la angustia.
- ¿Le ha pasado algo a Ron?
- No, no te preocupes, no hay nadie herido. Por ahora.
- ¿Entonces?
- Es que... He tenido un sueño.- el rostro de Ginny cambió, reflejando ahora incredulidad y fastidio.
- ¿Me has interrumpido por un sueño?
- Es que no hasido cualquier sueño. Soñé... Con Pansy.
- Bueno Herms, las pesadillas pueden ser...-
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Pansexual (Pansmione)
FanfictionUn comportamiento extraño, un sueño desubicado y un pequño préstamo a una amante de la literatura desembocan en el caos absoluto.