1

6 1 0
                                    


Era un día de felicidad para los 3 continentes del mundo.

Todos cantaban y vociferaban por el día de la cosecha.

Durante varias décadas así fueron sus vidas.

felices y despreocupadas, dulces y sin guerras.

Aquel día, los mayores del continente Solary visitaban los templos agradeciendo a dios todo el lo que les había ofrecido, para luego ir a ayudar a sus familias a decorar mientras los niños jugaban y bailaban con regocijo.

"Oye, Fahri ¿Crees que a mi mama le guste?"

preguntó una hermosa niña de cabellos castaños sosteniendo una corona de margaritas.

Él, al escucharla, levantó su mirada del pasto donde yacían sentados. Fahrider era un pelinegro de tez morena. Aunque era un poco callado siempre lograba entablar largar conversaciones con aquella niña de ojos perlados.

"Mmm, si, esta lindo"

respondió luego de analizarla unos minutos

"Aunque sabes que no soy muy fanático de las flores...¿porque me lo preguntas a mi?"

"Porque eres mi mejor amigo duh. Y además, la persona que tengo mas cerca"

"hmm vaya, que gran respuesta de tu parte"

"Siempre doy las mejores respuestas, soy muy inteligente"

A su vez que ella hablaba, unas cadenas resonaron a sus espaldas, ambos, con gran asombro divisan un hombre encapuchado a lo lejos.

El sonido de las cadenas que adornaban sus botas negras resonaban por todo el lugar llamando la atención de varios ciudadanos de aquel pueblo.

Este hombre era como un fenómeno en el mundo. Nunca se había conocido a una persona que poseyera ese sorprendente color de ojos. No eran comunes, y no solo en su continente.

Este, ignorando las miradas curiosas caminaba con tranquilidad hacia el centro de la ciudad donde yacía una bella fuente de piedra pulida.

Sus ropas eran oscuras y su capucha evitaba ver su frente y cabellos.

El silencio reino por un largo tiempo seguidos de murmullos debido a la misteriosa presencia de aquel hombre.

Nadie entendía su extraña vestimenta ni la razón de su visita pero muchos comprendían que no significaba nada bueno.

"¿Quien será?"

dijo la niña en un susurro

"nunca había visto una vestimenta así ¿y tu fanhri?"

"Yo tampoco ¿sera del continente central?"

"shiis hagan silencio"

Mascullo una señora a su lado.

Ambos volvieron su mirada a aquel hombre mientras que, este de su manto, negro cual carbón sacaba una pequeña flauta de madera un poco desgastada.

Cada minuto era mas tenso que el anterior, pero todo se distorsionó cuando las primeras notas en fa menor escaparon airosas de la flauta vieja.

El viento rugió persiguiendo a aquellas notas Mientras el sol desaparecía entre nubes negras, de repente, todo se volvió oscuridad ante los ojos de aquel niño. Fanhri asustado entre la penumbra y la absoluta soledad miro a todos lados aterrorizado.

Maya!!! -grito desesperado el nombre de la castaña, pero no obtuvo respuestas.

Siguió gritando con el anhelo de alguna respuesta pero solo el silencio era presente. Cargado de miedo y preocupación corrió sin rumbo fijo. No podía comprender lo que sucedía y se negaba a quedarse esperando un rescate que tal ves nunca llegue.

El despertar del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora