Capitulo 54: Hijos

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POV _____

Dieciocho días. Dieciocho días de cambios, de incertidumbre y, sobre todo, de un nuevo tipo de amor que jamás pensé sentir. Los chicos estaban en el salón, jugando cartas y apostando por quién sería el padrino de los bebés. Escuchaba sus risas y su entusiasmo, pero, de repente, una punzada aguda atravesó mi vientre, sacándome de mis pensamientos. Al principio, intenté ignorarlo, pero el dolor se intensificó, volviéndose insoportable.

—¡Dylan! —lo llamé, pero su respuesta fue una demora incómoda. — ¡Si no vienes en cinco segundos te prometo que no te olvidaré!

—¿No podrías simplemente ir al baño? —dijo Dylan desde la otra habitación, con un tono despreocupado.

Lo miré, confundida, y después bajé la mirada hacia mi estómago. Oh no, la fuente se rompió.

—¡¿Eres bobo o te haces?! ¡Se rompió la fuente! —grité, y en un instante, su expresión cambió de despreocupación a pánico.

— ¿Qué miran? Hay que llevarla al hospital. —dijo Dylan, ahora serio, mientras corría hacia la puerta.

—Creo que... que mi estómago... va... a explotar. —murmuré, la respiración me faltaba mientras el dolor se volvía casi inaguantable.

—Aguanta. —dijo Emilia mientras todos corríamos al auto, los nervios palpables en el aire.

En el camino al hospital, intentaron calmarme, pero la visión se me nubló y sentí que todo se desvanecía. Luego, un llanto cortó el silencio: el llanto de un bebé. Abrí los ojos lentamente y ahí estaban, dos pequeños seres ante mí.

—Aquí están. —dijo Dylan, vestido con un traje de hospital que parecía sacado de una película de los años 90, mostrando a los bebés como si fueran trofeos.

—Son tan lindos. —susurré, aún aturdida—. ¿Qué pasó?

—Te desmayaste justo antes de entrar al hospital. —dijo Thomas, apareciendo con una sonrisa de alivio—. Afortunadamente, no hubo complicaciones.

—Debo admitir que los ojos del niño se parecen a los de Sadie. —comentó Emilia, mirando al pequeño con curiosidad.

—¿Qué? —miré al bebé con incredulidad, y efectivamente, esos ojos—. Pero, ¿cómo es posible?

—ADN, genética; debe ser eso. —dijo Emilia con casualidad, como si fuera lo más normal del mundo.

—La niña se parece a ti, _____, ¡derecho y revés! —dijo Louis, admirando a la pequeña.

—¿También tiene los ojos color Fozzie de los Muppets? —pregunté en broma.

—No lo sé, aún no los abre. —dijo Thomas con un encogimiento de hombros.

Miré a mis hijos y la emoción me embargó. Pero entonces, una nube de preocupación me invadió.

—¿Cómo los mantendré? —pregunté, sintiendo que la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí.

—Qué bipolar. —comentó Timothee, y lo fulminé con la mirada—. Pregúntale a Dylan, yo que sé.

—Dylan... —le dije, esperando una respuesta sensata.

—Seré directo. —Dylan tomó aire, un gesto que me hizo temer lo peor—. Tus padres y amigos vendrán.

—¿Qué? —grité, mirándolo horrorizada—. ¿Qué hicieron, babosos?

—Las chicas se metieron en la mente de un policía y llamaron a tus padres. Les dijeron que "Hicimos un proceso para analizar el cuerpo de _____, el cuerpo era falso. La encontramos en un callejón y está en el hospital general a punto de dar a luz." —Louis se encogió de hombros, como si fuera lo más natural del mundo.

—Genios. Porque claro, sería muy casual que de un día para el otro yo muera y a las tres semanas digan que estoy viva y dando a luz, ¿no? —les recriminé.

—No se nos ocurrió nada más creativo, era un momento de crisis. —dijeron ambas, y no pude evitar reír—. Pedimos perdón.

—Les hicieron prueba de ADN para comprobar si son tus hijos y... obviamente salió positivo. —dijo Olivia entre risas—. Claro, tenía que salir positivo, aunque fueran concebidos por telepatía. También tienen genes de Sadie, es lógico.

Antes de que pudiera protestar, Thomas entró asustado.

—¡Ya terminaron de leer el papel! —exclamó.

—Nos vamos, luego volvemos. Adiós. —Dylan dijo rápidamente antes de desaparecer de nuevo.

—No, no, pero, ¿cuál es el...? —no pude terminar, frustrada, mientras la puerta se cerraba tras ellos.

Escuché la puerta abrirse nuevamente y decidí hacerme la dormida. En ese momento, una oleada de pensamientos cruzó por mi mente. ¿Qué excusa sería lo suficientemente buena para que me creyeran?

—¡_____! —gritaron mis hermanos, y me desperté como si acabara de salir de un sueño profundo.

—_____. —esa voz. No podía creerlo, era Sadie, acompañada de mis amigos, Jack, Millie, Finn, Noah, Malina, Jake, Anna y Diego. Cuando me vieron, parecían no creerlo. Se lanzaron sobre mí, abrazándome con una intensidad que me hizo sentir amada.

—¿Dónde estoy? —dije, actuando sorprendida. En mi interior, quería gritar de alegría.

—En un hospital, hija. —dijo mi padre, acercándose.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Sadie, su mirada llena de preocupación.

—No recuerdo bien, solo un dolor fuerte en el abdomen, y luego mis ojos estaban vendados y yo embarazada. —dije, claramente mintiendo, pero no lo notaron, solo intercambiaron miradas de preocupación.

—Sadie, tienes dedos mágicos. —dijo Noah, sorprendido.

—Vaya, este niño tiene mis ojos y la niña se parece a ti. —Sadie sonrió con ternura al mirar a los bebés.

—¿Soy tío? —preguntó Cameron, mirando a Niklaus y a Hope.

—Puedo explicarlo... —empecé, pero Cameron no me dejó terminar.

—¡Soy tío! —exclamó emocionado.

—Somos, idiota. —dijeron Álvaro, Noah, Finn, Jack, Diego y Jake al unísono, mientras Cameron ponía los ojos en blanco.

—¡Soy tía! —gritó mi hermana.

—Corrección, somos. —Malina celebró junto a Millie y Anna.

—No sé cómo, pero... son... son mis hijos, la prueba de ADN lo confirma. —dijo Sadie, su voz un eco de incredulidad.

—Tienen la misma sangre, así que técnicamente sí. —Finn explicó, como si todo fuera un asunto trivial.

—Como son míos, ¿los criamos juntas? No sé cómo pasó esto, porque yo no tengo y tú no tienes, espero que no sea lo que estoy pensando... —dijo Sadie, y no pude evitar reír, negando con la cabeza.

—¿Cómo se llaman? —preguntó mi padre, cargando a Niklaus y a Hope con una sonrisa.

—Niklaus Elijah Salvatore-Sink y Hope Andrea Salvatore-Sink. —dije, mirando a Sadie, quien sonrió y me abrazó de nuevo.

—Esto parece algo sospechoso. —dijo mi madre, viéndonos a mí y a Sadie.

—No te matamos, porque estamos felices de que estés viva. —dijo mi padre, sonriendo ampliamente—. Y, claro, también por los nietos.

—Gracias por no matarme. —dije, sintiéndome aliviada.

En ese momento, comprendí que ser híbrida y tener un pasado tan complicado traía sus propias rarezas, pero también ventajas. Aprender a vivir con esta nueva realidad era el siguiente paso, y, con el apoyo de mis seres queridos, estaba lista para enfrentar lo que viniera.

Silhouette║Sadie Sink y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora