ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪɪ

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ʟᴀ ʟʟᴏʀᴏɴᴀ - ᴀ́ɴɢᴇʟᴀ ᴀɢᴜɪʟᴀʀ
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Ay de mi llorona, llorona, llorona
de un campo lirio

Las festividades de Todos Santos tocaban la puerta de cada habitante, quiénes felices, acarreaban flores de cempasúchil de los campos al camposanto

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Las festividades de Todos Santos tocaban la puerta de cada habitante, quiénes felices, acarreaban flores de cempasúchil de los campos al camposanto.

Y no solo ello, también velas, cirios, comida y con ello, la esperanza de volverles a sentir a su lado, mientras velaban su tumba cubierta y adornada de la manera más hermosa que se les pudiera permitir.

SeokJin trabajaba labrando la tierra* hasta el atardecer, cuando el sol y la luna se tocan los dedos una micra de segundo para despedirse con la esperanza de mañana volver a sentirse.

Jimin le gritaba desde el otro lado de la parcela*, tratando de llamar su atención.

—¡Hyung! ¡Date prisa! —gritaba.

—¡Ya voy! —contesto alzando la voz lo más que pudo, recogiendo sus herramientas de trabajo, llevando su mano al bolsillo de su pantalón, sacando su pañuelo para secarse el sudor que recorría su cara.

Bebió el agua que le restaba, mientras caminaba hacía Jimin, quién le veía un tanto, desesperado.

—Ya era hora —regaño.

—Es el trabajo, no puedo darme un lujo que no poseo.

—Lo sé —respondió apenado—. Toma, acaba de llegar —extendió la carta, sacándola de su bolsa del pantalón—. ¿Nos vamos?

SeokJin limpió la tierra de sus manos apresuradamente en su pantalón, antes de tomar la carta de las manos de Jimin, sonriendo levemente antes de llevarla a su nariz, oliendo esa dulce fragancia a rosas que caracterizaba a su amada.

—Qué raro eres —dijo Jimin—. Ni huele a nada

—No lo entenderías, eres un rompecorazones, no tienes dueña

—Y no pienso tenerla —contradijo—. No quiero verme tonto cómo tú

—Ajá —ironizó—, vamos, tengo que irme a arreglar

—Lo feo no se te va a quitar con un baño —molesto Jimin, con una risa

—Yo creo que a ti se te puede quitar lo burlón con un chingadazo*, ¿no?

—Hyung, tú no eres así —chilló—, el amor te cambio

SeokJin rio divertido, contagiando a Jimin.

Y es que, con esa risa tan peculiar y única, era inevitable que alguien no le hiciera segunda cuando le escuchara.

Ambos caminaron hasta la casa de SeokJin, donde su madre le esperaba con una sonrisa, mientras servía comida.

𝑳𝒍𝒐𝒓𝒐𝒏𝒂 | 𝑲𝒊𝒎 𝑺𝒆𝒐𝒌𝑱𝒊𝒏 [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora