Cuando volví al hotel me dí cuenta de que no existía motivo para seguir ahí, así que salí, iba con unos shorts pequeños y una sudadera azul bastante desgastada, mis tenis, mi teléfono, un poco de dinero y el alma destrozada. Camine por un largo rato en el malecón, camine y caminé y seguí caminando, hasta que me cansé, me abrazaba cálidamente en ratos, mientras la melancolía se apoderaba de mi cuerpo, en las calles no había nadie, saque el teléfono y revise la hora, 3:24 a.m., vaya...
Tenía un poco de frío, pero tambien estaba llena de sudor, el clima costero no me favorecía en ningún sentido, tal vez debí traer ropa más cómoda, de acuerdo a la temporada. Mis lentes estaban empañados debido a la húmedad salada del lugar y no podía ver nada, así que me los quité sin más. Me preguntaba cosas cómo; ¿por qué estoy caminando tan tarde por un lugar que no conozco?, ¿por qué está tan tranquilo?, ¿por qué no voy a comer algo rico?, ¿por qué no me voy de rumba?, ¿por qué la húmedad logra verse?, ¿por qué cuando las olas repican y chocan entre ellas se nota un brillo de color azul?, lo eran, eran de color azul, bioluminiscencia. Me detuve, baje las escaleras y me quité los tenis para sentir la arena en mis pies, cada vez me acercaba más al mar y veía de cerca las olas, mi vista no me dejaba verlas claramente, así que limpie mis lentes, me los puse y me senté en la arena con las rodillas en mi barbilla, mis manos cruzadas en mi piernas y el sentimiento roto de todos los días.
Escuchaba y veía las olas chocar, un espectáculo maravilloso, no todos los días logras ver una maravilla natural de esa magnitud y pasó. Los recuerdos llenaron mi cabeza y la estrujaron mientras oía las olas chocar, asi me sentía, lastimada, revolcada por olas en epoca de lluvia, comencé a maldecir en voz alta, tiré las pequeñas rocas y conchas que encontraba en la arena y las lancé fuertemente al mar mientras gritaba, no lloraba, mi cuerpo no quería hacerlo, comence a gritar más fuerte, me caí y tome la arena con mis manos apretujandola fuertemente y la lanzaba con mis manos y mis pies.
Parecía una loca en madrugada, mi cara comenzó a hacer gestos extraños, mis manos temblaban pero sostenían fuerte mis piernas, mis ojos comenzaron a cristalizarse, mi corazón latía rápido, aunque un poco apretujado, mi respiración se agitaba cada vez más y de pronto me faltaba el aire porque estaba llorando internamente mientras mis fosas nasales se llenaban y me solté. Mi cabeza estaba agachada en mis rodillas y lloraba fuerte internamente mientras sacaba una que otra respiración, mi corazón dolía. Me volví a levantar y gritaba más fuerte aún, mis estribos estaban perdidos hasta que de pronto alguien me tomó de la cintura enrollandome en sus brazos fuertemente y me decía; "calma señorita, calma, no pasa nada, sientate un momento conmigo...", su voz era dulce y yo... simplemente me caí en la arena en sus brazos, no me contuve más y lloré, lloré fuertemente, como nunca lo había hecho, mis lágrimas salían a montones, mi estabilidad se derrumbó y abrazaba fuertemente a esta persona mientras me escondía en su pecho y gritaba del dolor, podía sentir la tristeza de años salir en un momento en donde mis límites explotaron.
No se cuanto tiempo paso así, estaba devastada.
En un momento me dí cuenta que seguía con esta persona y la miré por primera vez en un rato, era una señora de no más de 30 años, tenía el cabello recogido y un traje de policía, ahí me dió un poco de pendiente pues pensé que lo que había hecho me llevaría a alguna pena, pero esta mujer solo estaba sentada mirando las olas chocar con una serenidad que traía paz. No diferenciaba mucho su rostro pues era de noche y la poca luz que había no ayudaba.
"-¿Cómo te sientes?", volteó a verme con unos ojos tan pequeños e hinchados que tambien me hicieron pensar que lloró hace unos instantes, tenía el rostro más puro y esperanzador que había visto jamás e inmediatamente me regalo una sonrisa preocupada.
-Creo que estoy mejor, le agradezco haberse quedado conmigo pero, ¿estoy en problemas?, le prometo que no estoy drogada y mucho menos borracha...
Ella simplemente sonrió soltando una ligera risa, una acción muy tierna, volteo a su lado y me paso una sabana muy suave. Estaba tan metida en mis asuntos que se me olvido por completo el frío que estaba haciendo.
-Soy Gabriela, muchos me dicen Gaby pero puedes llamarme como te sientas más cómoda. Se acostó en la arena a un lado mío e inmediatamente copié la acción, mire hacía el cielo y no me había dado cuenta de lo hermoso que se veía.
Mirabamos el cielo tan tranquilas y de pronto me dijo; -no sé que es lo que pasa contigo y tampoco voy a hacer que me lo digas si no quieres hacerlo, tampoco soy buena dando consejos y mucho menos se acompañar a la gente cuando está en su duelo, pero verte y escucharte así me partió el alma, si fuera tu mamá definitivamente estaría llorando del coraje por saber quien te hizo sentir así. Aunque tambien puede que no sea una persona externa y tu duelo sea enteramente interno, no lo se y la verdad quiero dejar de estar suponiendo, pero mira...-me dijo mientras señalaba hacía arriba, -¿logras ver los pequeños luceros brillando lejos en el cielo?, no sé cuales sean tus creencias, pero yo se que incluso esas estrellas las veremos una sola vez en nuestra vida, porque no somos eternos, sé también que incluso ellas tienen problemas entre si, porque no son perfectas, se destruyen unas a otras, unas explotan solas y otras huyen lejos, pero despues de eso, brillan más que nunca, la vida es así.
No se si creo en el destino, pero nuestras desiciones nos hacen ser quienes somos hayan sido buenas o malas, aprendemos, seguímos a pesar de todo, somos valientes si seguimos con vida en esta era tan dura y efímera. Tal vez estoy hablando de más, pero lo único que quiero es hacerte saber que a pesar de sentirte sola en el mundo y con una gran carga, siempre habrá alguien que te escuche y este contigo, ya sea un desconocido, alguien cercano o tu misma. Sigue adelante.
Comenzó a amanecer y yo no dije una palabra más, le sonreí y me acompañó de regreso al Hotel, me dió un abrazo muy cálido y lo único que pude decir fué "gracias", mientras le devolvía la sabana que me habia prestado, ella sonrió y se fué, me di la vuelta y recorde que no le dije mi nombre, pero cuando reaccioné ella había desaparecido...
Aquel día subi a la azotea del hotel, mire el sol salir y grité; "¡Mi nombre es Yazmin, pero puedes decirme Yazi si te es más cómodo, gracias por todo Gaby!", me había dado cuenta que Gaby era una estrella y que brillaba más que todas.
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Recuerdos de Noche
Short StoryLa palabra olvidar no va con lo que pasó, porque nadie olvida, eso está claro. No importa la situación, siempre habrá algo que te hará recordarlo. La mente juega con muchas cosas e ideas y tomar decisiones a partir de ellas puede costar tu sentido...