Unica parte

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Las veces que discutían eran demasiadas, las veces que peleaban eran incontables, sus vidas estaban siendo mierdas audaces en cuanto a dañarse el uno al otro, no importaba cuanto desearan no imponerse ese sentido de propiedad autodestructiva. Los ojos "ciegos" de Todoroki no podía ver el camino que estaba tomando, el mismo que se acercaba cada vez más a la oscuridad. * tengo la camisa negra porque negro tengo el ano *

El vacío en el que entraba hacía que su mente divagara entre la nada, olvidando varias cosas que tenían que importarle. La habitación otra vez se llenaba de gritos, con la mirada en el suelo y la expresión perdida, dibujaba una frágil barrera insonora entre Bakugo y él, sus oídos estaban cansados.

Estaban tan bien, ¿Cómo un "descuido" suyo "ocasionó" su situación actual? No podría saberlo, se estaba perdiendo a sí mismo tontamente, él lo sabía. Sabía que no iba a terminar bien, desde un comienzo supo que no funcionaría, pero se aferraba tanto a la idea de incluso poder sentirse ... ¿Emocionado ?, no encontraría las palabras perfectas para lo que buscaba en la agonía de su cruel "felicidad", pero simplemente no quería soltar sus sueños por algo estúpidamente importante. En cualquier momento su mente terminaría rompiéndose, tal vez por voluntad propia, tal vez por "alguien" más. Aún así, no quería soltar la mano que lo destruía.

Sus ojos se negaban a observar a la persona que le hacía sufrir de alegría.

En una mano agarraba una manzana a medio pelar, en la otra sostenía el cuchillo con el que le sacaba la cáscara, levantó sus temblorosas piernas dejando los dos objetos en la mesa.

Un grito llegó a él junto con el tosco agarre que apretaba sus hombros, haciéndole retroceder unos pasos suficientes para casi desplomarse en el piso, quiso detenerlo y gritarle que ya no soportaría tales humillaciones, pero de su boca no salió ni una miserable palabra. * todoriko sal de ai correeeeeee *

—¡No intentes sobrepasarme! —Gritó Katsuki golpeando al otro contra la pared, la sangre le comenzó a hervir al no notar ninguna reacción, Shoto no lo miraba, no era por apatía, era por miedo. Cosa que él no comprendió. Su instinto era ganar, no porque sí y se acabó, no aceptaba perder, tampoco ganar con facilidades. Un sentido loco de un hijo de puta.

Si intentaba darle la contraria, él no dudaría en "ponerlo en su lugar".

El puño que impactaba en su estómago le sacaba el aire casi por completo, apenas levantó la cabeza Katsuki aborreció sus ojos con la temblorosa figura del joven, quien levantó su cabeza con una mirada "suplicante".

—Vamos a conversarlo —sus palabras temblaban entrecortadas, extendió a duras penas uno de sus brazos, intentaba parecer lo más racional posible, no lo estaba logrando, sentía que algo malo le iba a pasar en cualquier momento, se sintió como lo que era: Un humano muy pequeño en un universo muy grande. Rogó a los cielos que su pareja entendiera esta vez.

Como si una montaña hubiera caído sobre él, la respuesta que escuchó fue desalentadora en todo sentido: —No quiero.

Los ojos del rubio oscurecieron con avaricia mientras despegaba su puño del estómago contrario atacando su cuello. Su pensamiento estaba tan nublado que solo quiso romper "algo".

Despiadadamente movió su amenazante pulgar de derecha a izquierda, adoleciendo la garganta del contrario apretando su pescuezo como un palillo de 5 milímetros tenso a quebrarse, no obstante sus facultades mentales no se encontraban en buen estado y continua.

Pasó su mano derecha por la cintura ajena, este apuntó sus nervios en todas direcciones. Shoto se detuvo un momento en pensar que antes él era la única persona que logróba calmarlo, ahora lo asechaba el pensamiento: "No debo hacerlo enojar, tenemos que estar bien". No podía retroceder y evitarse a sí mismo tener ese tipo de atracción. Quería ser su soporte, ahora no podría serlo.

MANZANITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora