El Sol entre la lluvia

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Las cosas no podían estar resultando de esa manera, Vagatha, llamada Vaggie por aquellos los suficientemente cercanos a ella, miró el cielo gris, oscurecido sin que se diera cuenta y sin que pudiera hacer algo, detrás del cristal de la puerta principal del centro comercial. Habían planeado ese día desde hace semanas para que algo tan repentino y salido de la nada como la lluvia las interrumpiera en mitad de su cita, no podía creer que todo su esfuerzo en idear un día perfecto se hubiera arruinado tan fácilmente.

La chica desvió un segundo su mirada del exterior para centrarse en su acompañante, atenta a su reacción ante el repentino imprevisto que les impediría terminar el día como lo habían pensado. Charlie estaba de pie a su lado, dejando finalmente quietas las bolsas con sus compras, mirando con sorpresa las pesadas gotas de lluvia caer desde el cielo, la boca ligeramente entreabierta hasta antes de que se humedeciera los labios y girara su rostro hacia ella.

Vaggie se sorprendió un poco de ver que también buscaba su mirada, parecía que igualmente deseando cuál era su opinión, su manera de enfrentar aquel cambio de planes repentino. Sonrió tristemente con la comisura de los labios y liberó la presión en su entrecejo, volviendo a mirar al frente, se conocían lo suficientemente bien para buscar consulta en la otra ante situaciones así, sabían que tenían un apoyo en la otra para esas situaciones.

—Vaggie... Está lloviendo... —dijo Charlie con la voz plana, monótona, los ojos perdidos en algún lugar entre el cristal y el infinito.

La impresión de ver a Charlie sin esa sonrisa perpetua en su rostro pesó en el pecho de Vaggie al igual que un golpe, sin embargó se espabiló rápidamente, relajó los hombros y suspiró audiblemente lanzando una maldición por o bajo dirigida a nadie en especial, por más que quisiera no había mucho que pudiera hacer para detener la lluvia, pero si podía tomar la iniciativa para ver qué harían entonces, especialmente cuando había sido su culpa por haber demorado más de lo que debía en hacer sus compras.

—Charlie, yo... Esto es... —se pasó una mano por el cabello, removiéndolo con nerviosismo, temiendo que la rubia se desilusionara, que sintiera el día como un fracaso y asociara la mala suerte con su compañía, al escuchar una fuerte inhalación sintió su corazón romperse, no quería que llorara— Por favor no estés...

Levantó el rostro con decisión, lista para afrontar las pequeñas gotas saladas en la comisura de sus ojos, abrazarla lo que fuera necesario o darle su espacio, así como ofrecerle ir a casa de alguna de ellas para ver una película y tomar chocolate caliente a forma de disculpa y compensar el día, pero no podía estar más equivocada. Charlie tenía los ojos brillantes fijos en las nubes antes de empezar a alternarlos junto con su rostro, una sonrisa muda donde mostraba todos los blancos dientes y las mejillas rosadas sobre su pálida piel.

—...triste... ¿Charlie? —Vaggie no entendía su expresión, ladeó su cabeza apenas un poco, con los ojos abiertos aun con su cabello atravesando su rostro, tratando de confirmar si desde un ángulo diferente seguía manteniendo esa expresión—. ¿No estás... Desilusionada?

—Claro que no, ¿por qué debería de estarlo, cariño? —preguntó manteniendo la sonrisa en sus labios, con un tono emocionado, dando pequeños saltitos sobre la punta de sus pies sobre el mismo lugar— Ha pasado tanto tiempo desde que veía llover así, ¿no crees que es maravilloso?

Vaggie no lo entendía. Podría apostar a que sus días favoritos eran esos donde el sol brillaba en lo alto, rodeado de un limpio cielo azul y nubes de algodón de azúcar, pero ahí estada, sonriendo como una niña emocionada ante nubes grises, un cielo que dejaba caer grandes lágrimas y lo que ella creía la perspectiva de su cita arruinada.

—Pero... Nuestra cita ya no... —No quería pensar que estaba feliz porque la lluvia era una excusa para terminarla antes, habían planeado los lugares a los que irían con tanta antelación y esmero para serlo, incluso si algo no le había gustado a lo largo del día sería la primera en hacer algo para cambiarlo. Pero no lo hizo, y eso la desconcertaba.

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