Capítulo 4

40 7 0
                                    

El sueño de Yan Chen fue largo y profundo, que abarcó trescientos años de recuerdos. Cuando abrió los ojos, no pudo escuchar el canto del gallo y supo que había pasado el turno cinco.

El amanecer acababa de despuntar desde el oeste y la luz de la mañana se estaba esparciendo. Cuando abrió los ojos, las estrellas que habían estado sobre su cabeza, ya se habían ido. Y las nubes oscuras se habían vuelto blancas; había una capa delgada de escarcha en el lago helado.

La energía espiritual en su cuerpo circulaba lenta y relajantemente, ya no se sentía cansado.

Yan Chen miró la tierra bajo sus pies, quería ver cómo había descansado su brote de bambú está noche, así que miro a hacia abajo y se sorprendió mucho.

Su brote de bambú... había roto el suelo.

No solo lo había roto, sino que también había salido del suelo dos pulgadas.

Ya estaba casi listo.

Yan Chen no sabía que pasaba, así que entró en pánico, se separó del bambú del que había tomado energía y regreso a su cuerpo humano.

Tan pronto como volvió a su cuerpo humano, sintió un dolor en el abdomen. A medida que se acumulaba la energía espiritual en su cuerpo, el dolor en su abdomen se volvía cada vez más intenso. Era tan intenso, que le dolía con cualquier movimiento. Intento poner sus pies en el piso, pero ni siquiera tuvo tiempo de recuperar su aliento, sus rodillas se habían vuelto suaves; se abrazó el vientre y se hundió en la nieve.

«¿Por qué es tan doloroso?»

En el pasado, sus hermanos y hermanas habían producido brotes de bambú, y no había visto esto. ¿No solo se portaban bien esos pequeños brotes de bambú y se nutrían con el viento? ¿Cómo es que sentía que se iba la mitad de su fuerza?

Su brote de bambú no había aprendido a ser un buen chico, solo había aprendido a ser malo.

El cinturón en su abdomen, que había sido atado por sus propias manos hacía apenas dos horas, en este momento, estaba profundamente incrustado en su carne, como si estuviera estrangulando al niño dentro de su vientre.

Yan Chen sudaba frio, apretó los dientes, trato de contener la respiración y sumir su abdomen. Después de intentar por mucho tiempo soltar el cinturón, no había resultado, casi no podía respirar. Suspiro pesadamente, se lamentó y agarro su tembloroso abdomen.

Después de mucho pelear, el cinturón cayó al suelo y se pudo apreciar su vientre hinchado, era como una tetera de cuero llena de agua, balanceándose pesadamente. El pequeño brote de Bambú, al que de cariño había nombrado Sun'er, por fin se quitaba los grilletes y se sintió extremadamente cómodo dentro de Yan Chen. Extendió las manos y los pies libremente y se retorció inquieto.

Yan Chen sintió el movimiento fetal por primera vez, el movimiento no era poco, por lo que se levantó la túnica y se inclinó sorprendido para ver; comenzó a acariciar su abdomen de un lado a otro.

El vientre blanco era suave y cálido, estaba tan hinchado que parecía una pequeña colina nevada. Cuando Sun'er se retorció, parecía que el conejo que se escondía en esa colina nevada, hubiera sido molestado.

Eran movimientos no tan grandes, por lo que, solo Yan Chen podía percibirlo.

Yan Chen se levantó con cuidado, pero se quedó inmóvil sosteniendo su estómago con ambas manos, no lograba comprender nada. Se sentía un poco incómodo con el tamaño. Se visitó y cubrió su vientre, era tan grande que no se podía cubrir bien, no tuvo más remedio que mirar a su alrededor, se agacho para recoger la capa de piel de zorro y se envolvió en ella, parecía una bola de masa de arroz, apenas pudo ocultar su figura.

Bambú de la ventana oesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora