1. Pa las que sea.

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No aguantaba más la espera. Lo necesitaba. Más que al aire en ese momento.

Me impulsé para que el me agarrara los muslos y así poder quedar con la espalda completamente apoyada en la pared. Mi respiración chocaba con la suya, y toda la distancia que había entre su boca y la mía eran todos aquellos besos que nos moríamos por comernos del otro.

Charly me mordía la boca de una manera casi animal, demente, con hambre, con necesidad...

La ropa fue volando poco a poco y con ella la paciencia dio paso a la urgencia por tenernos al completo.

El ritmo de nuestros besos, mordidas y caricias era frenético y no quería que pasase tan rápido este momento. Así no.

Rumbo al sofá, ese que nos vio por primera vez entregarnos a semejante y bendita locura, Charly estaba a punto de dejarse caer conmigo en los mullidos cojines cuando lo detuve. Los besos cada vez eran más demandantes, más salvajes, más primarios...

-Ey ey ey calmate- Le dije buscando su mirada encendida y obligándolo a encontrarse de bruces con la mía -Mirame- susurré contra su boca viendo como su mirada pasaba del más profundo fuego a una ternura inmensa -Somos vos y yo- Le acaricié la cara mirándole fijamente a esos ojos azules en los que me había perdido desde que era una adolescente.
Charly reconocía a la perfección aquellas palabras. Eran las mismas que pronunció la primera vez que hicimos el amor en su casa, siendo él y yo, Carlos Cruz y Yeimy Montoya. Aquella tarde se derribaron tantos muros que fue imposible seguir manteniendo en mi interior aquel odio que desde hace mucho ya no sentía por más que me empeñase en hacérselo creer.

Charly me besó la frente, los pómulos, la barbilla y la boca con una delicadeza asombrosa.

-Siempre fuimos vos y yo princesa- Dijo sonriendo en mis labios -Siempre.

Sonreí a mitad del beso agarrándole la cara con amor. No quería que este momento se desvaneciese, no quería que acabase nunca... Quería retenerlo en mi memoria, en mi piel, en el aire... Donde fuese pero que fuera eterno.

-Vení- Tiró de mi mano para llevarme a la cama.
La estancia nos recibió con su olor característico a ese perfume que usaba a diario que me volvía loca. Nunca había dormido en ese colchón, nunca me había dejado atrapar por aquellas sábanas y en aquel momento me di cuenta de cuanto había perdido el tiempo.

Me quedé unos segundos paralizada mirando hacia la imponente cama. ¿Como seria todo a partir de ese momento? había ido a buscarle, estábamos juntos, sin amenazas, sin problemas, solo él y yo y eso me asustaba... Mucho.

-Ey princesa ¿todo bien? - Charly me abrazó a su torso desnudo y yo cerré los ojos embriagándome de todo el.

-Si, solo que aún no me creo que ya fue, que ya no hay amenazas ni problemas, solo vos y yo, y me asusta- Confesé mirándolo fijamente a los ojos.

-Y hacés bien en asustarte, mirá que yo a veces muerdo y siempre tengo hambre- Mordió mi cuello con aire travieso y una despreocupada carcajada escapó de mi garganta.

-Tan bobo que sos- Atrapé su cara entre mis manos y lo besé con pasión. Charly rio en mi boca y aupándome en brazos se dejó caer conmigo en el mullido colchón.

La poca ropa que aún nos cubría fue desapareciendo a una velocidad pasmosa. Como estorbaba...

El hambre que nos teníamos cada vez se nos hacía más difícil de controlar. Las caricias frenéticas, los besos, las mordidas. Nos estábamos diciendo tantas cosas sin palabras que nadie podría ponerle fin a esa conversación a corazón abierto.

Dejé un reguero de besos por su cuello hasta llegar a su abdomen. Ahí me detuve a admirarle. Madre mía.

Charly sonrió y con impaciencia en la mirada me indicó que siguiera, pero yo quería tomarme mi tiempo en observarle, en estudiarle y aprenderme de memoria cada rasgo de su cuerpo.
Me había acostado con el muchas veces, pero esta tenía un matiz especial que aún no sabía descifrar.

El Reflejo de Tu AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora