2/2

1K 41 5
                                    

Alguna vez conociste a alguien que hizo de tu vida una pesadilla?

Yo solía ser de las personas que piensan que nadie puede ser tan relevante en mi vida como para lograr hacerme algún tipo de daño, pero me equivoqué.

Déjame te cuento, mi nombre es Donatello, solía tener una vida privilegiada: desde pequeño fui dotado con el don del cerebro increíble, era el mejor de todas las escuelas del país, participe en concursos y siempre me llevé el número #1.
Aunque viví sin una madre, mi padre adoptivo Splinter siempre me cuido muy bien, me apoyaba en lo que fuera y me saco adelante.
Sin mucho esfuerzo me gradué sin desperdiciar tantos años de mi vida como la mayoría de gente.
Cree una empresa, y me independize de inmediato gracias a los ingresos que generaba, le compré una casa a mi padre, un carro y lo que fuera necesario para llamarle "una vida de lujos" lo mismo que yo.
Entonces un día sin querer conocí a un chico que trabajaba en mi empresa, jamás le había prestado atención antes, pero ese día me llevo café a mi oficina.
Torpeza fue lo primero que noté en él cuando tiró gran parte del café caliente sobre su mano y mi pierna, con eso llamó mi atención para después presentar su lindura y ternura cuando limpió mi pantalón con su corbata.

—Desde ahora tu tarea será traer mi café todos los días, así aprenderás a hacerlo bien —Le dije con tono molesto, pero claro mis intenciones eran conocerlo.

El chico de antifaz naranja colorido solo asintió apenado y obedeció. Desde ese día era él quien llevaba mi café, pero tanto era mi interés en él que para la vista de otros me volví un adicto al café, y lo pedía a todas horas; mientras lo tomaba le pedía al chico tortuga que tomara asiento para que cuando yo terminará se llevará la taza, pero claro que me tardaba encuestandolo.

—Te gusta el café?

—Si jeje, pero no creo que tanto como a usted —contestó sonriente, siempre sonriente...

—Desde ahora quiero que traigas dos tazas, me siento incómodo tomando café frente a ti.

—Oh claro, que amable gracias!

—Dijiste que te llamas Miguel Ángel verdad?

—Si.

—Muy lindo nombre.

—Jaja si gracias eso mismo dijo la primera vez...

Y así fueron los días, terminé conociendo cada detalle de la vida de ese niño, y comencé a hablarle un poco de mi, claro lo más brillante de mí, y como era de esperarse su admiración hacia mí no se hizo esperar tanto y terminamos teniendo una relación extraña, un poco de cercanía física que fue aumentando gradualmente hasta terminar en un acto inmortal, y ahí comenzó nuestra relación. La cosa iba de maravilla, me sentía el hombre más afortunado del mundo de tener al ser más tierno y entregado que existía.
En esos momentos me sentía realizado, era dueño de mi tiempo y trabajo, tenía una casa, un auto, y un amor correspondido. ¿Qué podía estar mejor?

Y un año más tarde apareció, la persona que arruinó gran parte de mi vida llegó con una solicitud de empleo extraordinaria, algo que no pude rechazar, y se convirtió en mi mano derecha de un día para otro. Su nombre era Leonardo, un joven apuesto de linda sonrisa y mirada penetrante, no era tan delgado como mi chico, se le notaban unos músculos pronunciados y un cuerpo apetecible para cualquiera. Cuando Mikey apareció con ahora 3 cafés y noto al nuevo chico me miró con un brillo distinto en sus azules ojitos, como si tuviera miedo de perderme, pero la caricia que hice en su mano a la hora de tomar la taza lo hizo calmar.

—El es Leonardo, organizará mis horarios y citas de negocios —lo presente.

—Hola amigo...

El Demonio (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora