Merece la pena

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Soy una incógnita. La certeza de que ni siquiera yo poseo ninguna. Ojalá poder definirme en un sueño: tengo muchos y todos intangibles. Ojalá poder abrazar un propósito. Soy inmaterial: un montón de pensamientos sin conexión. Quiero saber a dónde quiero ir pero no veo desde lejos, sólo puedo decidir cuál es el próximo paso que quiero dar. Y a fin de cuentas, no sé para qué sirven las metas si casi nunca son lo que esperabas que fueran. Una vez las tuve y dejé de quererlas en el segundo justo en que las conseguí, ahora prefiero improvisar. Se me han acabado los destinos y tengo las ganas de viajar que me faltaban cuando los conocí.
Podría ser una metáfora.

Hoy no voy a escribir que tengo miedo, pero lo tengo. Rutina también es vivir cada día algo inolvidable. Disfrutar de la caída para que merezca la pena el golpe. Lo importante es no dejar nunca de avanzar, hacia donde sea. No sé que quiero hacer, pero sí sé lo que quiero ser. O cómo. Tengo la felicidad que me faltaba cuando creía que me sobraban los motivos para ser feliz, aunque ya no tenga algunos.
Adquirir un hábito es mucho más difícil que interiorizar un pensamiento: tropiezo, pero todo llega. Tengo la inseguridad necesaria para tener cuidado y las ganas suficientes para no quedarme parada, como cuando corres por un barranco despacito y firme, sabiendo que no importa cuando sino cómo llegarás, y llegarás "bien".
De eso se trata. Se trata de eso. Se trata de que cuando te acuestes en la cama por la noche pienses "merece la pena", incluso en el día más horrible que puedas imaginar. 

Vamos a hacer del caos un arte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora