Parte Única

92 9 0
                                    

Noche de luna llena, gotas de lluvia rebotando en el techo de aquel cálido lugar.

Niños sentados en la alfombra, jugando entre sí con juguetes o con las manos.

'Toc toc', resonó en la puerta. Luego, la misma se abrió dejando ver a una chica de cabello oscuro ingresar a la habitación en toda calma, con una bolsita de dulces.

‒ Bueno pequeñines, se acerca el fin del día. Así que es momento de hacer una última actividad.

Los críos juguetones calmados quedaron al oír su suave voz, volteando a observarla, tristes por el fin pero felices de lo que pasaría. Se acercaron y sentaron en una ronda, de piernas cruzadas, esperando lo que ella haría.

La dulce fémina tomó asiento junto a ellos, repartiendo los dulces que tenía y seguido aclarar su voz, sonriendo para que la atención de los pequeños volviera a sí.

‒ Muy bien queridos, es momento de la historia de esta vez.

Emoción se encontraba en el lugar, los infantes se veían alegres de oír aquello, así que se pusieron de la forma que más le quedara cómoda y esperaron el inicio de aquella historia.

Ella empezó, de una vez, el relato con calma.

Noche de otoño en la ciudad, las hojas caían y crujían en los caminos de la zona. Un grupo de chicos corría por allí, por las usuales travesuras con las cuales eran conocidos en la vecindad, además de su costumbre 'inusual' de vestir. Risitas y pisadas era lo que resaltaba en el silencio de la oscuridad. 

‒ ¡Vamos! ¡Es la última oportunidad que tenemos de entrar! - llamaba ese chico de rara apariencia.

‒ ¡Ya va! ¿No ves que estamos subiendo? - Respondió ella, trepando el árbol.

‒ No creí que fuera tan complicado todo esto.. - Un tercero habló, ciertamente tímido.

‒ ¡Haha! ¡Esto es muy simple, Al! - El último de grupo se encontraba balanceándose en una rama, 'Tarea fácil', decía.

Rato después de trepar y cruzar el muro que yacía detrás del árbol, tiraron abajo la puerta de entrada trasera del lugar al que querían ingresar. Lamentablemente, esa era la única entrada que tenían, y como no la pensaron dos veces, la alarma sonó.

El grupo alertado, ingresó a las apuradas, colocando la puerta en su lugar. La joven maldecía por lo bajo, apretando el puño, pero luego tomó la iniciativa para continuar con su cometido.

‒ Bueno. Hay que movernos con sigilo ahora que saben que hay alguien dentro. ¿Entendido? - Observó a sus compañeros, quienes asintieron con la cabeza.

Corrieron lo más silencioso posible, ocultándose entre los muebles del local. Para su suerte, lo suficientemente rápido como para no ser cazados en su plan. El guardia que había ingresado ya no estaba, así que salieron de sus escondites. Mala idea. Esa alarma resonó por segunda vez, pero ya no era su culpa.

Nuevamente, se ocultaron, aunque en otros lugares. Esta vez, el guardia no regresó. En cambio, un trío de otros infantes llegó allí, apuntando con linternas las cajas y bolsas de lo que todos los de la habitación querían.

Dulces

Ese primer grupo que ya estaba oculto, se dirigió sus miradas en la oscuridad, ya sabiendo el nuevo pero pequeño plan. esa mirada bastó para ya tener en mente el proceso de ello.

Acostumbrados a esas situaciones, se trasladaron a oscuras, rodeando al conjunto de contrarios. Ya que ellos superaban en número a los otros, los tomaron de las espaldas, quedando la chica contemplando de quiénes se trataba.

𝑪𝒂𝒏𝒅𝒚 𝑹𝒐𝒃𝒃𝒆𝒓𝒚 - A Pıco's School FαnfıcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora