Las gotas golpean contra mi ventana mientras el sol se pone tras los enormes edificios de esta ciudad. Los truenos son explosiones que hacen vibrar las puertas y ventanas. Mi mente, divagando... Sin destino alguno. Me hace pasear por mis más profundos recuerdos, algunos de ellos, olvidados en la inmensidad de mi mente. Los más alegres dibujan una sonrisa en mí, pero los peores, hacen que me vea 2 veces reflejado en el vidrio, dudando si realmente soy quien aparento ser.
Me alejo de la ventana y me recuesto en mi sillón, frente a un cálido hogar a leña encendido. El ruido del fuego me tranquiliza y me hace pensar que puedo refugiarme dentro de mi ser. Recordando mis mejores momentos con ella, se me escapa una suave sonrisa y recuerdo su calor. Sus brazos acariciándome, los míos abrazándola, su mano en la mía, mi mano en la de ella, su cabeza en mi hombro, mi cabeza sobre el suyo. Momentos de oro que no cambiaría por nada del mundo. Ella es la que me hizo quien soy, la que me hizo crecer y confiar en mí. Junto a ella, yo puedo ser feliz sin que nada me quite esa felicidad.
Me dirijo hacia la cocina, a preparar un aperitivo.
—Seguramente esté cansada, esto la va a hacer sentir mejor —digo mientras preparo un Cappuccino espumoso y sirvo algunas facturas en una bandeja.
Vuelvo hacia el comedor y empiezo a preparar la mesa.
—Esta noche me voy a lucir para darle la bienvenida después de estas semanas que no estuvo en casa, —pienso— seguro no lo espera.
Pongo el mantel, las servilletas, acerco las sillas y dejo todo listo. Regreso a la cocina para terminar de preparar las bebidas, me tomo mi tiempo para que quede espumoso y rico. Una vez listos, los sirvo en copas de vidrio altas y los llevo hacia la mesa.
Vuelvo a sentarme en el sillón frente al hogar. Estoy con la cara entre las manos, pensativo, mirando hacia el fuego. En eso, escucho el ruido de la cerradura del frente abriéndose. Me paro a recibirla. Estaba realmente muy ansioso y melancólico, se fue durante solo 2 semanas y ya la extrañaba demasiado.
Abre la puerta, entra y la cierra despacio. Se voltea y ahí estaba... Parada frente a mí con sus valijas, admirando todo lo que estaba servido en la mesa.
—Silencio en la casa—
—¡¡¡Felii!!! —grita entusiasmada mientras corre hacia mí— ¡¡Te extrañe demasiado!! —dice mientras me abraza fuerte— Ayy que bueno volver a estar con vos, por fin en casa —sigue diciendo mientras lágrimas rodean sus ojos.
—Yo también te extrañé demasiado —abrazándola también y recostando mi cabeza en la suya— Que bueno que llegaste bien, te estaba esperando ansioso.
—Ay mi vidaa, —dice emocionada.
—Te quiero mucho —acariciando su cabeza.
—Y yo más. —apoyando su cabeza en mi hombro.
Y fue en ese momento que pude sentirla, abrazarla y darle todo mi amor en un solo gesto. Sentir su calor y su cariño de nuevo en mí.
—Mira lo que te preparé para cuando llegaras —digo mientras tomo su mano y caminamos juntos hacia la mesa.
—¡Mira! Lo preparaste... ¿Por mí? —me mira al borde del sollozo.
—Claro, lo preparé porque quería que te sintieras cómoda al llegar, aunque vivas aquí, jaja.
—Que hice para merecer tanto amor... —dice mientras se sienta y mira toda la mesa.
—La abrazo por atrás de su silla— Nada, así sos vos y te amo tal y como sos.
—Aww, ¡vení! —grita y se tira sobre mí, empujándome sobre el sillón.
Ella estaba arriba mío y yo debajo. Me abrazó y la abracé. Nuestras frentes se juntaron y pudimos sentir nuestra respiración. Pude sentir su dulce aroma y su cálida piel. Perfecta sensación que me reconforta y hace que olvide todo lo malo de ese día. Tan cerca, que podía ver lo que ocultaban esos hermosos ojos. De repente, nuestros labios estaban juntos. Besándonos, éramos nosotros después de no vernos en tanto tiempo. Expresando nuestro cariño, nuestros sentimientos, demostrando todo lo que nos extrañamos.
Luego de estar sentados en el sillón, abrazados durante unos largos minutos, fuimos para la mesa a comer y tomar lo que había preparado. Entre café y facturas, nos contamos todo lo que nos había pasado en ese tiempo y planeamos lo que íbamos a hacer en la semana. Luego, tomamos una manta y nos sentamos frente al hogar encendido. Música de un tocadiscos sonaba de fondo, era una canción de Lofi.
Ambos tapados con la manta, sintiendo el calor del fuego frente a nosotros. Abrazados otra vez, cabeza con hombro y manos entrelazadas.
—Sofi... Quisiera que estos momentos fueran eternos...
—Pueden serlo... Solo tienes que relajarte y cerrar los ojos...
—Si vos lo decís... te voy a hacer caso... —digo mientras me duermo junto a ella.
—Yo te dije que si se podía... —la oigo decir antes de dormirse sobre mi hombro.
El día acabó de la mejor manera posible. Junto a ella, tibios y cómodos. Soy muy afortunado de haberte conocido y espero que algún día puedas darte cuenta de lo mucho que extraño esos momentos contigo.
Momentos... Que por más que quiera describirlos, son simplemente... Únicos e Inexplicables.
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Golden Editions: 1er Mundial de Escritura
RandomEl Mundial de Escritura fue una competencia que se abrió al público en marzo del 2020, cuando todo esto comenzó. Fueron 15 días consecutivos de escritura con consignas diarias, donde cada uno de los miles de participantes escribieron historias muy i...