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Este fic pertenece a la #Kiriasuweek2021

Día 08: Tema libre

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A S E S I N A

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No había tenido mucho tiempo para mudarse la ropa, acababa de perseguir y atrapar un criminal él mismo por su cuenta. Todavía no había visto a su superior, pero estaba seguro que este le soltaría un regaño nada agradable por su osadía. Debió actuar con sus hombres y esperarles, pero hasta que ellos llegaran al lugar dónde tenía recluido al malhechor, pasaría una considerable cantidad de tiempo perdido, y el delincuente sería capaz de escapar.

La jugada le había salido bien, pero fue por providencia divina. Los diversos moretones del costado de su rostro eran prueba de que todo pudo salirse de sus manos y acabar fuera de control.

El sujeto no se entregó con toda pompa a las autoridades. Se opuso tajantemente y se empeñó en demostrarlo.

—Señor —un joven cadete de cabello castaño asomó la cabeza dentro de su oficina, y se sorprendió visiblemente al ver los moretes y cortadas de su rostro —El comisario general Bercouli ha preguntado por usted en los últimos cuarenta minutos.

Muy bien, parecía que el llamado de atención se daría ahora mismo.

Suspiró de muy mal humor —Gracias Jun.

—¿Pudo atrapar a Miller, detective?

Asintió —Lo enviamos directo a la horca—le contestó. Suspiró al darse cuenta de que no podría sentarse cómodamente en su oficina, la audiencia se extendería toda la tarde en lo que su superior le levantaba en peso por la tontería de coquetear con el peligro y arriesgarse de ese modo. Palmeó el hombro del muchacho —Vete a descansar Jun. Regresa mañana.

No se quedó a escuchar la respuesta de su subordinado, siguió de largo, recorriendo las amplias instalaciones de la dependencia hasta encontrar la oficina que buscaba. No se anunció y simplemente abrió la puerta.

—Escuché que me buscaba, señor.

El hombre que lo recibió era imponente en altura, de sus años mozos, había heredado ese físico envidiable que lo colocaba como digno mandatario al frente de la delegación. Sus ojos azules lo escudriñaron y no hizo más que detenerse en el estado de su rostro para fruncir el ceño en una mueca de disgusto, se dio la vuelta y tomó una caja de madera, colocándola con cierta violencia sobre el escritorio frente al recién llegado —Cúrate eso.

No esperaba que la conversación empezara de aquel modo, pero ¿Qué podía hacer? Abrió el recipiente, el cual resultó ser un botiquín, y frunció la boca en aburrimiento.

—No me gusta que actúes por ti mismo, Kazuto. Un día de estos, esa actitud tuya de lanzarte de bruces ante los problemas te meterá en un aprieto. No debes actuar solo, tienes hombres a tu cargo para que te ayuden. Y si esos son unos completos idiotas, vienes y me lo dices para buscarte gente idónea para que trabaje a tu lado.

—Lo siento —el joven murmuró a regañadientes, sabiendo que era lo mejor que podría decir —Sé que actué de modo precipitado, pero si demoraba tan solo un segundo más, Miller hubiera escapado. Y no podíamos darnos ese lujo.

El hombre asintió —Entiendo a lo que te refieres, pero, no deseo perder a mi mejor detective a manos de un delincuente porque no supe cuidar de él.

—Bercouli —le llamó. El tiempo que se conocían le otorgaba esa clase de licencia, pero nunca le trataba de modo familiar si había alguno de sus hombres de por medio —Deja de actuar como si fueras mi padre.

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