Algo que demostrar

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El caer de la constante lluvia se oía de fondo en el gimnasio escolar, en el cual se encontraba una única clase. Sentado al principio de las gradas, hasta el fondo de su grupo, el alumno que se había transferido recientemente: Jaime Rojo. Con su cabello castaño claro y ojos del mismo color; una mirada apagada y ojeras que indicaban su falta de sueño. Ignoró completamente las palabras de su profesor.

—harán 4 parejas de 2 personas y comenzarán los ejercicios.

Los alumnos se pusieron de pie y comenzaron a formar sus parejas sin muchos ánimos.
Rojo se quedó en una esquina y sólo miró al suelo, aparentemente no queriendo hablar con otros.

—oye, tú. Te llamas Rojo, ¿no es así? —dijo animosamente uno de sus compañeros. Rojo levantó su mirada un poco y vislumbro la apariencia del joven, se trataba de un chico de  complexión atlética similar a Jaime, de cabello oscuro, corto, y grandes ojos marrón oscuro. Llevaba puesta una camiseta de color negro con las palabras: “I Love” y la imagen de un balón de baloncesto estampados. Éste lo miraba con una sonrisa mientras estiraba su brazo para un apretón de manos.

—hagamos equipo —Rojo observó los alrededores y notó que los demás habían formado equipos, por consiguiente se puso de pie y asintió a la propuesta del pelinegro.
Éste notó que su intento de un apretón de manos falló, miró su mano y la limpio por su pantalón cómo si estuviera repleta de suciedad.

El grupo comenzó trotando alrededor del gimnasio por unos minutos. Rojo y su compañero de equipo se mantenían detrás de todos con buen ritmo y sin agitarse.

—oye, oye, tienes buena altura, ¿juegas algún deporte? —dijo el animado pelinegro. El castaño sin darle mucha importancia respondió: —fútbol… Pero lo dejé hace poco por problemas familiares…

—ya veo, ¿te interesa el baloncesto? Aunque no lo parezca lo adoro.

Rojo lo miró de pies a cabeza y con una ceja levantada respondió: —no me había dado cuenta.
El pelinegro sonrió torpemente al escuchar las palabras de su compañero.

Con el sonar de su silbato el profesor detuvo el trote de todos para acercarse y continuar con sus indicaciones.

—como te decía, estoy en el club de baloncesto y creo que serías bueno, deberías pasar por allí uno de éstos días, confirmo que te gustará.

—ahora que han entrado en calor están listos para unos partidos amistosos…

—si quieres puedo ayudarte a que te adaptes al juego, es sencillo —dijo el pelinegro interrumpiendo al profesor. Éste le dirigió rápidamente la mirada, tomó su silbato y con todo el aire en sus pulmones lo hizo sonar lo más fuerte que pudo.

Los demás alumnos cubrieron sus oídos cómo si ya estuvieran acostumbrados a ésta situación, pero por otro lado, Rojo se llevó el susto de su vida.

—¡Confirmo, cierra tu bocota, estoy hablando!.

El pelinegro, o Confirmo, respondió con una sonrisa torpe mientras con su dedo meñique intentaba quitarse el zumbido de los oídos.
El profesor continúo con sus indicaciones, pero Rojo, ahora desconectado de todo, se cubría sus oídos por el zumbido y con una mirada desorientada observaba el suelo.

—hoy jugaremos básquetbol, 2 vs 2, con 10 minutos por juego —dijo mientras les arrojaba un balón de básquetbol a uno de sus alumnos.
De pronto, se pudo escuchar por todo el gimnasio el tono de llamada de un celular.

—hola, ¿Qué necesitas? —el profesor miró a Confirmo y le arrojó el silbato mientras le hacía señas de que iba a salir un momento. El pelinegro asintió un par de veces y quitó el balón de las manos de su compañero.

One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora