Después del eufórico reencuentro no se separaron más y casi se podría decir de una manera literal. Cuando sus brazos cruzaron el cuerpo del otro después de tanto tiempo sin verse, quedaron sumergidos en el encanto de la calidez del cuerpo contrario. La primera noche durmieron juntos.
Despertar en los brazos del otro se les hizo una costumbre, era la forma que tenían de comenzar bien el día. Después de una disculpa por parte del moreno y el perdón de un albino, hicieron la promesa de permanecer juntos y estaban dispuestos a todo para cumplirla al pie de la letra.
Se abrazaban en la mañana, en la noche y en la tarde. Cuando estaban aburridos o cuando tenían frío. Los abrazos eran frecuentes cuando estaban felices y la mayoría del tiempo ese era su estado de ánimo. Gon no pudo evitar sentir vergüenza al notar que su propio olor estaba mezclado con el tan distintivo aroma de su mejor amigo.
Alluka se sentía feliz de que ese moreno los acompañara en sus viajes por el mundo. Estaba acostumbrada a ver las sonrisas de su hermano, pero cuando estaba con Gon esas expresiones llenaban vacíos, con Gon su hermano estaba completo.
Amaba ver cómo se contaban secretos entre abrazos y sonreían cómo tontos, realmente se hacían bien. También era gracioso cuando la gente pensaba que eran novios y se ponían más rojos que una sandía por dentro mientras negaban cada palabra, eran tal para cuál.
Cuando los abrazos no fueron suficientes para demostrar el cariño que se tenían, comenzaron a tomarse de las manos al caminar. Era una sensación satisfactoria. El primero en tomar la inciativa fue Gon, cómo era de esperarse, no le gustaba que Killua caminara detrás de él la mayoría del tiempo, así que decidió que llevarlo de la mano era la mejor opción.
Un día en la noche escuchó al albino llorar entre los brazos de su hermana. Por alguna razón tenía miedo de ser reemplazado, un idiota, pensó Gon. En ese momento se dió cuenta de que el autoestima y el valor personal que tenía Killua de él mismo era sumamente bajo. No pudo evitar molestarse un poco con Alluka cuando dijo "Si yo fuera la única persona en el mundo que no te deje solo, ¿Estarías triste?" Pero se molestó aún más cuando el albino dijo que ella era lo único que necesitaba. Esa noche Killua durmió con su hermana.
A la mañana siguiente despertó con un gran pastel de chocorobot frente a sus narices y los ojos de Gon más iluminados que nunca. Después de contarle la travesía que tuvo que hacer para poder cocinar el pastel, se acostó a su lado y lo abrazó. No quedaban restos del chocolate, ya que Killua se lo había comido todo así que no había riesgos de ensuciar la cama. El peliblanco no comprendía el trato de Gon, ¿Por qué lo estaba consintiendo?
-Nunca te dejaría solo Killua, eres la persona más importante en mi vida. Eres irreemplazable.-
Ahora lo comprendía, seguramente el chismoso de su amigo había escuchado la pequeña crisis del día anterior y no pudo evitar sentirse un poco apenado y muerto de vergüenza. No quería que Gon le tuviera lástima.
Se separó con cuidado de la calidez del contrario y suspiró, lo que no tomó en cuenta fueron las probabilidades de que Gon lo besara en ese momento. Nunca había recibido un beso que no fuera de Alluka en toda su vida, ya que ni su madre lo consentía cuando pequeño. El hecho de que su mejor amigo le besara la mejilla, hizo que su corazón se pusiera en alerta y que sus mejillas se tiñeran de rosa.
Killua te quiero, de verdad lo hago. Y por eso no quiero volver a separarme de ti.
La sinceridad en los ojos de Gon hizo estremecer el cuerpo de Killua. Ese chico en serio lo quería. No supo qué hacer y se acurrucó en el pecho de su amigo, en esos momentos era la persona más feliz del mundo. Sin planearlo, Gon había introducido algo nuevo a su rutina de todos los días, los besos.
Se daban besos de buenos días y de buenas noches, aunque eran en menor cantidad que los abrazos, ya que con cada roce que tenían sus labios con la piel del contrario sentían que su cariño crecía más y eso los llegaba a preocupar.
Por culpa del destino tuvieron que separarse una semana y descubrieron lo dependiente que se habían vuelto del otro, pero no les importó. Cuando se reencontraron se llenaron de besos en la cara y abrazos. Sabían que eso ya no era normal entre amigos, pero no podían detenerse.
A causa de la curiosidad, ese mismo día en la noche Gon quizo añadirle algo nuevo a sus rutinas. Sabía que era algo arriesgado, pero las ganas de hacerlo lo consumían. Le dió las buenas noches a Killua y comenzó su plan.
Primero le dió un beso en la frente, pudo ver las mejillas rosadas de su amigo. Luego bajo con cuidado hasta la nariz y besó con delicadeza la punta de esta, Killua no se movió. Decidido bajo hasta sus labios y los besó, de manera corta, pero con todo el amor del mundo.
Estaban sentados frente al otro sobre la cama y Gon esperaba alguna respuesta de esos ojos azules. Tenía miedo, miedo de haberse sobrepasado con Killua y haber confundido las cosas. Lo que no esperó fue que lo besaran de vuelta y que lo insultaran en miles de idiomas después del suceso.
Se besaban viendo a las aves bailar con el viento o a las estrellas brillar en el manto oscuro de la noche. También se besaban en los atardeceres, en los días fríos y en los calurosos. A pesar de que intentaban no hacerlo tan seguido, se habían vuelto adictos a los labios del otro.
Pero ellos nunca fueron novios y dejaron de ser mejores amigos. Decidieron que su amor era tan grande que no podía encasillarse en ningún concepto, solo eran ellos. Amandose en cada anochecer y en cada atardecer.