1.

43 6 0
                                    

Horacio Conway, es el hijo menor del superintendente. Y desde que era un adolescente, había sido un chico muy coqueto. Tenía una personalidad única, un estilo divino, y un cuerpo envidiable. El chico es a ojos de muchos; precioso, su piel morena, sus pumulos y mejillas salpicadas con ligeras pecas. Ojos heterocromaticos. Uno marrón, otro verde. La perfecta combinación. Y eso no es todo, solo eran pequeñas observaciones superficiales. Aquel joven con veinticuatro años recién cumplidos, era una de las personas más nobles y bondadosas con las que cualquiera pudiese coincidir. Aunque bueno, Horacio tienes muchas facetas. También es un chico travieso. Todo lo contrario a su hermano mayor, Gustabo. Era frío y antisocial. Le encantaba causar problemas, si, pero seguía siendo un ermitaño. El joven Gustabo, con sus veintiséis años, ya trabajaba junto a su padre en comisaría. Apenas siendo un alumno. Aquel par de hermanos, eran la viva imagen de sus padres. Horacio era físicamente parecido a su padre, moreno, azabache, alto. Pero con la personalidad de su difunta madre, tierno y comprensible. Gustabo era más bajito, rubio, de ojos azules, como su madre. Pero tenía el carácter de su padre.

Mientras tanto, Horacio continuaba con sus estudios en línea, se había quedado a media universidad, y ahora lo había vuelto a retomar. Tomando clases más tranquilas. A su propio ritmo. Porque efectivamente, así tenía más tiempo libre. Y era perfecto, porque podía hacer de las suyas sin estar siendo vigilado todo el tiempo, ya que su padre y su hermano trabajaban literalmente todo el día. Rara vez, cuando no tenía planes ni nada que hacer, iba a comisaría a pasearse por doquier como en los viejos tiempos.

Pero, Horacio era muy inquieto. Prefería andar de aquí para allá siempre. Divirtiéndose, claro, después de cumplir con sus responsabilidades. Hacía un par de meses que se había hecho amigo de los sheriffs del norte. Eran unos sujetos muy majos. Además que, Miller, el capi, lo trataba como a uno de los suyos. A Conway no le gustaba del todo la idea de su hijo pasara tanto tiempo allá. Pero decirle aquello al de cresta, era que le entraba por un oído y le salía por el fundillo. Tenía suerte, el capi le tenía aprecio, además que era el hijo del superintendente, y llevaba una muy buena relación con la policia del sur. Los sheriffs siempre colaboraban, eran educados, o esa era la percepción que Jack tenía de ellos.

Por otro lado. Hacía unos cuantos años que el comisario Viktor Volkov se había retirado del cuerpo. Retiro, no era la palabra correcta. Jack literalmente le había obligado a alejarse de todo y vivir con tranquilidad después de las atrocidades que vivió. El comisario había pasado por tanto, Jack se sorprendía, que siendo tan joven, haya tenido que vivir un martirio. Pero después de todo, era obvio. Con sus años de experiencia, le rebasaba por sobre todo. Pero simplemente, Viktor ya no estaba calificado psicológicamente para seguir. Y es que la mafia a la que estaban persiguiendo, le había secuestrado junto a su difunto compañero y comisario Alexander Ivanov. Los tuvieron cautivos por tres días, en los que sufrieron horribles torturas. La mafia creía que al tener a sus dos perritos de confianza, el superintendente aparecería y le cazarian. En parte, sucedió así, pero no como lo planearon. Pues el líder de la mafia estaba harto de esperar, harto de ver a los maderos luchar por sus vidas sin rendirse. Por qué vaya que el viejo tardaba.

Pero como todo buen ciudadano, el calavera, líder de la mafia, decidió acelerar las cosas para mandar un mensaje de advertencia. Después de haber torturado a los comisarios hasta casi asesinarlos. Se puso a jugar con ellos. El juego se basaba en una serie de preguntas capsiosas. Los pobres hombres estaban tan desorientados que no sabían de que iba todo eso. Alexander, un Alexander esperanzado le respondió al líder, que su jefe vendría por ellos y los sacaría. "Y cuándo salgamos de aquí, voy a ver cómo te vuelan los sesos, maldito." Y esas fueron las últimas palabras de Ivanov, antes de que, efectivamente, el calavera le volara los sesos al cansarse de él y perder la poca paciencia que tenía. Viktor había visto todo, el cuerpo inerte del comisario cayó a su lado. Estaba en shock. Ni siquiera se dió cuenta que por el disparo estaba salpicado de sangre, no lo sintió. Y el hecho de que haya sido militar anteriormente y que haya pasado por cosas similares o que incluso haya tenido que matar a alguien. Nada se comparaba con lo que vivió en ese momento. Pues Alexander era su compañero de trabajo, su mejor amigo. Su único amigo. El duro hombre de hielo, había caído desmayado después de apreciar tal escena. Y la verdad es que, Viktor no recuerda como fue que salió de ahí. Cuando abrió sus ojos, estaba en una cama de hospital, siendo vigilado por el mismísimo superintendente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 18, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mr. Siniestro [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora