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Izana trató de mantener un semblante tranquilo y sereno. Observó cómo un grupo de invasores estaban siendo torturados frente a sus ojos. Curiosos se habían acercado a su territorio y fueron atrapados por los subordinados de Tenjiku, ese fue su peor error. Sin mostrar remordimiento o compasión estos fueron golpeados salvajemente frente al líder de Tenjiku y sus 4 dragones celestiales. 

Kakucho estaba muy consciente de que solía suceder a menudo, no era la primera vez o la última que pasaría. Desvió su mirada y vio al resto de personas a su lado. Los Haitani adoraban escuchar los gritos de piedad y los huesos rotos tronar, no había mucha diferencia con los demás. Era como un pequeño circo romano en el que la adrenalina constaba en hacer sufrir personas, era todo un deleite. Eso bastó para retirarse, ya estaba cansado de soportar de aquellos espectáculos. Siempre estaba dispuesto a quedarse al lado de Izana, pero ese día no estaba de humor.

—Esto se tornó aburrido, me voy. Nos vemos luego.

Kakucho elevó la mano como despedida mientras se iba, el resto asintió sin prestarle mucha atención. A diferencia del resto Izana se volteó para ver la espalda de Kakucho. Sabía que su subalterno no toleraba la violencia extrema, por eso es que lo quería. Sabía que nunca haría algo que enojase a Izana. Kakucho se fue a su hogar porque Izana lo buscaría luego, estaba seguro de eso. A Izana le gustaba ir al hogar que compartían, pero en ese momento prefirió quedarse junto a Tenjiku.

Kakucho no tardó en llegar a su pequeño hogar. Con mucha pereza se quitó el uniforme de su pandilla y optó por una camiseta de color negro, con pantalones del mismo color, ahora si se sentía cómodo. Amaba la tranquilidad de su hogar. No poseía demasiado, pero disfrutaba de la compañía de las plantas que crecían cerca de las ventanas de su pequeña sala de estar. 

El atardecer se acercaba y los rayos del sol empezaron a filtrarse poco a poco por los ventanales. Kakucho empezó a regar las plantas con un poco de agua. Las pequeñas gotitas cayeron como lluvia sobre las hojas, le gustaba esos pequeños momentos de paz. De repente, el sonido de la puerta sonó al ser abierta y la voz de Izana rompió con el silencio del ambiente.

—Me dejaste solo, se supone que regresaríamos juntos

Kakucho se giró para confirmar lo obvio. Izana se estaba quitando los zapatos, luego fue a cambiarse de ropa a una habitación cercana. Kakucho sabía de sarcasmo e Izana era la representación de la misma.

—Lo siento, sabes que me aburren esos momentos de diversión de la pandilla, no quería ser un aguafiestas 

Kakucho casi gritó para que lo oyera. Pasaron unos minutos e Izana apareció frente a él con un rostro de hastió y una sonrisa sarcástica. Vestía una camisa blanca un poco grande para él y unos pantalones negros. Ambos adoraban vestir lo más casual posible en casa. Izana aún mantenía su semblante casi indiferente al acercarse a Kakucho.

—¿Me crees tonto?, te lo dejaré pasar por esta vez si te disculpas...

—Izana sabes que lo siento, me estaba aburriendo mucho. Lo sient, no quería dejarte solo

—De todos modos, me aburrí de estar allí, se supone que debes mantenerte a mi lado Kaku...

Kakucho aún estaba regando las plantas estaba dándole la espalda y quería mantenerse así hasta terminar su trabajo. De repente las manos de Izana lo sorprendieron, lo estaba abrazando por detrás. Izana tenía el rostro hundido en la espalda de Kaku, le gustaba su aroma y la calidez que siempre lo calmaba.

—Lo siento... 

Kakucho suspiró pesado al decirlo. Estaba cansado de pedir perdón, pero por Izana no le importaba decirlo una y otra vez.

My Home [ Kakucho x Izana] ONE SHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora