- Prólogo -

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¿Alguna vez han oído hablar acerca de una criatura que cambia su forma física para engañar a las personas y conseguir sus objetivos?

Esta es la historia de Carla, una joven de 16 años, de modales y aspecto sencillo, a ella no le gusta destacar mucho y siempre en las mañanas, va rumbo a su colegio usando su uniforme y su peinado de coleta. Pero ahora la podemos ver caminando con una presencia muy llamativa, con un porte diferente a lo usual y una caminata muy exquisita, su pelo suelto se menea con la suave brisa de la mañana. Parece que Carla despertó del lado equivocado de la cama. ¿Qué le está pasando?

Al llegar al colegio preguntó a la primera alumna que vio, en donde se ubicaba el aula 4to C, esta la miró confundida y le dijo que se encontraba al final del pasillo, Carla agradeció y se dirigió hacia allí, pero... ¿Cómo es posible que una estudiante no sepa cuál es su aula a finales de año?

Al llegar al salón y no ubicar su sitio, no se hizo problema y se sentó en la primera carpeta que vio. Al rato comenzaron a llegar sus demás compañeros, todos la veían muy extraño, una causa era por el nuevo look que lucía, y la otra era que... estaba sentada en la carpeta del chico rudo de la clase, que siempre osaba llegar tarde.

Unos pasos se escucharon por el pasillo, era el chico rudo que había intimidado a Carla un tiempo atrás, llegando al salón, y viendo que cierta persona estaba sentada en su carpeta, se acercó a ella , apoyó sus manos y miró fijo a los ojos de Carla y le dijo -Sal de allí-. Carla lo miraba con una rabia en su interior, sabía que esa persona era mala, lo intuía, quería golpearlo en ese preciso instante, tenía la fuerza para hacerlo, pero... no quería causar problemas... En realidad, no quería provocar un "incidente" así que se limitó a decir – Disculpa, me confundí de lugar, ¿Sabes cuál es el mío? -. – (¿Es una broma?) – pensó el bravucón. – Tu lugar es ese, el de la esquina – señaló al instante.

Carla se paró y se sentó en el lugar indicado, pero algo le decía en su interior que ese no era su lugar. Llegó otra compañera al aula, y al instante de ver a Carla reclamó que el lugar en el que estaba sentada era el suyo, no el de ella. – (Estaba en lo correcto) – pensó Carla. Se paró inmediatamente y miró al grupo en el que estaban sentados el grupo de amigos del bravucón, ellos se estaban riendo en voz baja. – ¡Qué estúpida puede llegar a ser! – susurraban los muchachos.

Carla los llegó a escuchar, y al instante comenzó a reír ligeramente – (¿Qué más pueden hacer?) – pensó.

Se mostró muy serena ante lo sucedido, los muchachos se sorprendieron por su actitud. – Generalmente hace un escándalo por cualquier comentario que le hacemos – mencionó uno del grupo.

-Sí, la noto extraña, como si todas sus locuras se hubieran ido de un momento al otro, hasta en su mirada, no parece ser la misma. – dijo el bravucón principal.

Y estaba en lo correcto, ella no era Carla, no lo era.

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