LA PAREJA PERFECTA

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Por GUIOMAR Y CELIA 

CAPÍTULO 1º:

Oficina de Presidencia de Ecomoda:

Don Roberto.- ¿Y bien, Daniel?, ¿has vuelto a reconsiderar mi propuesta?

Daniel.- Lo siento Roberto, de verdad que lo siento. Ya sabes que amo a esta empresa, porque es el patrimonio de mis papás, pero nunca me ha gustado mucho eso de la moda, y la verdad, es que no me apetece dejar mi trabajo en el gobierno para dirigir la compañía. Además, ya sabes lo que opino de esto, vuelvo a decirte, que creo que Armando se merece la oportunidad de dirigir Ecomoda, él adora este lugar, en eso es como tú, vive por y para esta empresa.

Don Roberto.- Mira Daniel, quiero mucho a mi hijo, y porque lo quiero se perfectamente cuales son sus limitaciones. Armando es un buen ejecutivo, en eso estamos de acuerdo, pero es un inmaduro y un irresponsable, y realmente me da miedo, dejar Ecomoda en sus manos, sin nadie que lo supervise, no lo puedo evitar, pero no me fío de él.

Daniel.- Quizás, lo que necesita para madurar es que deposites en él tu confianza, si se ve responsable de la empresa, lo mismo cambia y empieza a comportarse como un adulto.

Don Roberto.- ¿Armando?...¿madurar?, ya tiene treinta años, y sigue comportándose como un adolescente, a su edad yo dirigía esta compañía, y los tenía a él y a Camila en el mundo. La verdad, es que creo, que nunca voy a verlo casado y padre de familia. No se a que espera para comprometerse definitivamente con Marcela.

Daniel no puede evitar pensar en su hermana mayor, es su hermana y la quiere, pero evidentemente quedar huérfana siendo una adolescente le afectó más de la cuenta. Lo normal hubiera sido, que al verse sola, y a cargo de dos hermanos menores, hubiera empezado a comportarse como una adulta, pero Marcela, lógicamente después de venirse abajo por la muerte de sus padres, en vez de madurar, se convirtió en una mujer superficial, cuyo único interés era si tal modelito de Chanel, quedaría bien con los complementos de Loewe, o si en la decoración de su casa, un Botero haría juego con las cortinas del salón.

Así que en cierto modo, comprende que Armando, no quiera ni por asomo, comprometerse con ella, él tampoco soportaría a una compañera tan snob como Marcela, bastante tuvo que bregar, para sacarse de encima a la amiga de su hermana, Patricia Fernández. Ambas se conocían desde niñas, habían sido compañeras de salón en el Marymount y luego escogieron esa pseudo-universidad femenina llamada San Marino.

En ella, Marcela terminó sus estudios de decoración, pero Patricia abandonó los de finanzas, para casarse con Mauricio Briggman, matrimonio que apenas duró dos años. A eso se reducía la vida de Patricia en cifras, seis semestres de finanzas en la San Marino y cuatro semestres como esposa del tal Mauricio, al que nadie conocía, pero del que ella hablaba como si fuera el Primer Ministro del país más importante del mundo.

Daniel, le tiene mucho cariño a Armando, cuando el matrimonio Valencia murió trágicamente en aquel accidente de carro, los Mendoza les abrieron las puertas de su casa a él y a sus hermanas, desde aquel día y una vez superada la tristeza de los primeros tiempos, los niños Mendoza y los dos pequeños de los Valencia, formaron una piña. Marcela era la mayor de todos, tenía quince años, cuando se quedaron huérfanos, Daniel trece y Mª Beatriz, diez. Armando, tenía doce y su hermana Camila, nueve.

Armando quería mucho a sus padrinos, Julio y Susana, y cuando estos fallecieron, se mostró muy triste y al tiempo solidario con los tres niños huérfanos, especialmente con Daniel, que era su mejor amigo. Él se ponía en el lugar de ellos y se sentía fatal. Lo mismo que Julio y Susana fallecieron en ese viaje, les podía haber tocado a sus papás, y entonces los que hubieran quedado solos en el mundo, hubiesen sido él mismo y Camila.

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