POR AMOR

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Por Calipso

CAPÍTULO I.

Betty lleva varios días en Cartagena con Cata. Le ha costado mucha fuerza de voluntad, pero parece que se ha ido ambientando y ahora ya va encontrándose a sí misma en aquel lugar junto al mar, con personas amistosas que la apoyan y la alientan para superar su actual decaimiento.

Cata le ha explicado los planes que ha proyectado para hoy.
Primero van a ir al puerto, porque tienen invitaciones para asistir a la visita que va a realizar el presidente de la república a Cartagena de Indias, con motivo de la celebración del Reinado.
Luego van a ir a un salón de belleza para "ponerse guapas", y después de compras!
Cata ve que Betty quiere decir algo, ella lo intuye y apunta:
- Por el dinero no se preocupe, Beatriz. Son gastos de representación.

Han llegado con tiempo para poder acomodarse en el entoldado que corresponde a sus invitaciones y Betty está nerviosa pues naturalmente, es la primera vez que va a ver en persona y tan cerca al presidente. Ella no está acostumbrada a asistir a estos actos y, menos aún, en lugares preferentes.
Las cámaras de TV local y nacional pululan por allí sacando planos de las personas que, como ellas, esperan el comienzo de la celebración.

Armando está en presidencia, de espaldas al televisor, en el que salen escenas del puerto de Cartagena y del público que asiste a la inauguración del Reinado.
Mario, sentado frente a él, mira con frecuencia a la pantalla por si salen niñas "ricas, ricas..."
Armando está desesperado, ha llamado incontables veces a la casa del barrio de Palermo, pero los padres no le facilitan el teléfono de Betty, ni le dan la más mínima pista sobre ella.
Deja su viaje mental y viendo dónde reside el interés de su hermano, se vuelve furioso para apagar el monitor cuando... ve a Cata y a Betty en la pantalla. Se mantiene la imagen varios segundos, que le permiten reaccionar y asegurarse de que no ha visto un espejismo. Era Betty en Cartagena de Indias!

Sale del despacho como una exhalación, se tropieza con Sandra y le encarga que llame a su agencia de viajes y le reserve pasaje en el primer vuelo a Cartagena. Luego vuelve a su oficina y ordena a Calderón que consiga un listado de los mejores hoteles de esa ciudad.
Poco después, Mario saca por la impresora la lista que consiguió en Internet. Se la entrega a su amigo, y éste la corta por la mitad y le devuelve una parte para que llame a los establecimientos de su media hoja, preguntando si tienen hospedadas a Catalina Ángel y a Beatriz Pinzón.
Armando hace la misma tarea con los otros hoteles.
Tiene suerte, y en el quinto le responden afirmativamente. Inmediatamente reserva habitación, porque debe de ser su "día afortunado" de los últimos meses, y acababa de producirse una cancelación.
Sale de presidencia y avisa a la "peliteñida" que se va de viaje y que estará fuera unos días.
- Si necesita algo se lo dice a Calderón, que él sabe cómo localizarme.
Le ha dicho a Mario que si precisa hablarle, le llame al hotel, ya que va a dejar el móvil en casa para evitar llamadas intempestivas y, desde luego, no deseadas de Marcela.
Sandra le llama:
- Doctor... D. Armando, ya tiene la reserva hecha. Debe recoger el pasaje en el mostrador de la línea Avianca.
- Gracias, Sandra, y no diga a nadie dónde voy. – Le guiña un ojo. – Creo que he encontrado a Betty.
- Doctor, tráigala de nuevo!
- Eso espero, pero CHITÓN!!! – Y pone el dedo índice delante de sus labios.

Conduce eufórico hasta su apartamento, hace la maleta con ropa adecuada al clima tropical, y llama a un taxi que le lleva al aeropuerto.

Mientras Cata y Betty están en la peluquería. La primera insiste a Betty para que consienta en quitarse el capul.
- Betty, pruebe cómo se ve. No es un cambio definitivo y si no le gusta se lo puede volver a poner. Pero estoy segura de que mejorará sensiblemente y usted quedará satisfecha.
Betty mira al peluquero, que respalda la opinión de Cata:
- Mejorará sin la menor duda, señorita. El capul ya no se lleva. Le vendrá muy bien un cambio de imagen.
- Está bien. Al fin y al cabo no creo que pueda empeorar... Oj,oj,oj
- Bettyyy! No se menosprecie! – Ruega Cata.
El peluquero empieza a trabajar. Lava, corta unos centímetros, y luego seca y peina conservando su onda natural SIN CAPUL!
Cuando se ve en el espejo, se sorprende agradablemente. Realmente esa especie de flequillo la afeaba muchísimo.
- Y ahora vamos con mi compañero, que le va a hacer una depilación completa, señorita.
Betty pone cara de dolor sólo de pensarlo. Pero, qué caramba! De perdidos, al río! Y se sienta, poniéndose en manos del esteticista, totalmente resignada.
Piensa que este sufrimiento sólo merece la pena soportarlo por encontrarse satisfecha una misma, nunca por agradar a un hombre. Ni siquiera a QUIEN ELLA SABE!!!
Para finalizar, le hacen una limpieza de cutis.
Se mira en el espejo seria, examinándose meticulosamente. Si no supiera que es ella... Cómo ha podido soportar tantos años ese aspecto tan penoso, sin ocurrírsele nunca intentar cambiar algo?
Bueno, una vez lo intentó y fue un desastre! Por eso quizá, no se atrevió a repetir la experiencia.
Oye a Cata que la llama.
- Vamos, Betty. Aún tenemos cosas que hacer.
Van a una tienda que tiene ropa moderna, pero al tiempo, elegante y discreta. Betty mira a su amiga indecisa, y ésta toma la iniciativa:
- No se preocupe, Betty. Déjeme a mí. – Y echa a andar delante.
Betty mueve la cabeza de lado a lado y rezonga:
- Eso mismo dice mi mamá: "No se preocupe, Bettica. Déjeme a mí".

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