cuatro

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(...)

Taehyung salió a su balcón para regar las plantitas que Namjoon le había regalado por su visita. Tomó la regadera, inclinándola despacio, mirando como poco a poco salía el agua.

Ese día se había despertado de ánimo, tenía muchas ganas de ver a JungKook. En todos esos y largos años, no pudo comunicarse con él, ya fuera por su trabajo o porque la comunicación se cortó de un momento a otro.

Sabía que JungKook y su padre —no biológico— seguían viviendo en el mismo lugar, porque todavía recordaba con exactitud las cosas que hallaba en el balcón de Jeon. Las cosas no habían cambiado siquiera de lugar, aparte de las plantas claro, que estaban más que muertas en sus respectivas macetas.

Al alzar la mirada, divisó los grandes ventanales que daban con el interior, abierta. El viento movía con delicadeza las cortinas blancas y el silencio y la paz reinaban en el lugar.

Bien, se le hizo muy extraño que estuviera abierto, porque recién cuando se despidió de la arrendadora, corrió a checar su balcón y el balcón de JungKook, preguntándose si estaba en casa.

—Taehyung... —sonó en un murmullo.

Escuchó su nombre proveniente de una voz que conocía con perfección y lo buscó con la mirada entre las cortinas blancas, dejando de lado la regadera para sus bonitas plantas.

—¿JungKook, eres tú? —preguntó al aire. Si sus vecinos lo vieran, creerían que estaba algo loco, hablándole a cierto departamento vacío, por... ciertas razones que todos ya conocían, a excepción de uno.

Sujetándose del barandal de su balcón, se inclinó un poco en desesperación por escuchar esa voz de nuevo.

—JungKook, soy yo, Taehyungie. He regresado por ti como prometí, sal a verme...

Taehyung al no escuchar una respuesta, se le incrustó en la cabeza qué tal vez JungKook no quería hablar con él. Pero era imposible, él le había dicho por varios mensajes que lo estaría esperando lo que hiciera falta, y que lo recibiría con los brazos abiertos.

Pero lo único abierto en ese momento era el ventanal de su departamento, mostrándole de repente una silueta que tardó en reconocer.

—¡JungKookie! —exclamó, al reconocerlo. Vestía una chaqueta de mezclilla y unos pantalones negros, su cabello estaba más largo de un color negro.

Estaba de lado pero su cabeza lo miraba a él con ojos esperanzadores, dedicándole una pequeña sonrisa.

—Que lindo, Taehyungie —pronunció. Y por alguna extraña razón, por más que estuviera algo lejos de él, pudo escucharlo a la perfección. Como si susurrara en su oído muy cerca de él.

Al parpadear, sin imaginar el buen aspecto del chico del que había estado enamorado desde que lo conoció, se sorprendió al ya no verlo ahí.

Que extraño...

(...)

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Balcón 24 ─ mini AU kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora