II

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Al final, no sabían si habían podido convencerlo.

— ¿Qué quieren, pendejos*?—respondió como si las tantas llamadas que ya había cortado fueran cosa de unos niños haciendo bromas telefónicas. —Dejen de romper las bolas, voy a cortar. —gruñó.

Lo hubiera hecho si Luffy no hubiera agarrado la bocina y hubiera gritado:— ¡Law va a venir!

Zoro se pasó la mano por la frente y suspiró exasperado.

Humitos había contestado la llamada por una vez (posiblemente la única antes de dejarlo descolgado), el pelinegro no iba a desperdiciar la oportunidad.

Ambos se quedaron en silenció por unos segundos.

— ¿Y a mí en que me incumbe?— preguntó de la manera menos convincente y discreta posible, se notaba en su tono de voz.

—Sabemos que ustedes dos... —Luffy no se atrevió a seguir, despues de todo, habían urgado en su intimidad sin permiso. Levantó los hombros como alguien que es encontrado en medio de una macana.

— ¿Nosotros dos qué?— escupió con asco, las venas en su frente se marcaron y mordió el habano en su boca, irascible; cualquiera que lo viera diría que le estaba dando un acv. Al final, el pelinegro guardo silencio, y Smoker no tuvo más remedio que admitirlo y preguntar:— ¿Quien se los contó?

—Escuchamos una conversación entre ustedes... Fue raro que Torao fuera al baño con un den den mushi. —explicó.

—Ese idiota. —lo escucharon murmurar a través de la bocina, y lo vieron negar gracias al pequeño caracol. Pero no había más remedio.

— ¿Vas a venir o no?— se metió Zoro, harto de tanta dramaturgia, pequeños atisbos de su poca paciencia relucían de vez en cuando, pese a que el compartir tanto tiempo con su capitán había ablandado su alma de cierta forma.

El vicealmirante ni siquiera sé había negado, pero Luffy había comenzado a rogar:— ¡Por favor! Sanji va a hacer muchísima comida, vas a pasarlo genial... Ya de por si eres bastante aburrido. —habló con sorna, y Zoro carcajeó.

—Me hacen reír. —dijo el marine sin una pizca de gracia en su voz.

— "¿Creen que me voy a juntar con unos piratas de mierda, asquerosos como ustedes?"— lo interrumpió Zoro, imitandolo, copiando su voz profunda.

— ¡Humitos, ya te dije que me caías bien una vez! ¡¿Qué más tengo que hacer?!— exclamó el pelinegro, iracundo.

Cortó.

—Genial. —masculló Zoro.

Los días pasaron sin saber realmente si Smoker vendría, no les había vuelto a atender una llamada, pero el acontecimiento tan esperado había llegado.

Después de reabastecer el barco de camino en un pequeño pueblo, tiraron el ancla en la isla indicada en todas las invitaciones: un pequeño páramo primaveral cubierto por el manto dorado de los trigales mecidos al viento, una postal hermosa; un recuerdo a atesorar. Un lugar que, según Nami, era perfecto para la ocasión teniendo el cuenta el clima turbulento e irascible del Nuevo Mundo.

Nadie habia podido dormir la noche anterior; ni los protagonistas de la boda, ni los organizadores, ni los mismos invitados.

Eran las dos de la tarde, y eran incontables las veces que Smoker había bajado a la obra viva* de su velero para asegurarse de que su traje blanco, impoluto, se viera bien y sin una arruga. Nervioso como nadie, quien dijera que era el más estoico era porque no lo había visto en situaciones límites emocionalmente cómo esa.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2021 ⏰

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𝐶𝑜𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑒 ➵ 𝑠𝑚𝑜𝑙𝑎𝑤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora