Sol

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Mew había enfrentado muchas pruebas en su vida, pero ninguna como la que en estos momentos parecía que le arrancaba el alma, todos en la habitación miraban sorprendidos cómo es que aquel hombre fuerte y alegre ese día parecía destruido, derrotado, tenía grandes ojeras en sus ojos, aquellos que brillaban con intensidad, hoy estaban más apagados que nunca, su piel era más pálida de lo normal, su rostro estaba serio mientras esperaban la llamada de aquel maldito que logró hacerlo sentir morirse, que le quitó lo más importante de su vida.

Su pequeño Gulf.

Esos malditos se lo habían arrebatado de sus brazos sin siquiera darse cuenta, solo hace unos días cuando los padres del menor le llamaron desesperados diciendo que el chico no había llegado a casa, eran las dos de la madrugada, Mew se había quedado despierto practicando su nueva canción, estaba emocionado por mostrársela a Gulf cuando se volvieran a ver al día siguiente, pero desde esa noche, no pudo cumplir su cometido.

- Todo va a estar bien hijo, van a encontrarlo pronto - le decía su mamá mientras le daba una taza de café a cada uno de los integrantes que buscaban desesperados al menor, desde esa noche Mew iba diario a casa de los padres de Gulf para tratar de ayudar a encontrarlo.

- Todo fue mi culpa mamá, él me intentó proteger y se lo llevaron en mi lugar - decía Jom llorando en brazos de su madre.

Jom y Gulf estaban regresando de comprar algunas cosas para la cena, ambas familias eran muy cercanas a partir de la amistad de los chicos, y Gulf está vez se ofreció a ayudar a la señora Jongcheveevat y a Jom para preparar los platillos favoritos del mayor, todo iba bien cuando un coche negro se paró frente a ellos he intentaron llevarse a Jom, dias antes Mew había recibido muchas amenazas que reportó a la policía, pero ni con eso lograron evitar la tragedia, Jom fue sometida por uno de los atacantes pero Gulf fue más rápido y logró que el maldito que tenía a Jom, la soltará y le exigió que corriera, los dos atacantes le gritaron que era en venganza de Suppasit y fue ahí cuando Gulf reaccionó sin pensar.

- Yo soy el novio de Mew Suppasit, llévenme a mí y dejen a la chica en paz -

Los secuestradores se miraron entre sí y dejaron a la chica mientras metían a Gulf en la camioneta, Jom gritaba desesperada por ayuda pero nadie llegó a auxiliarla, lo último que sus ojos vieron fue la mirada de terror de Gulf antes de entrar a la camioneta y una lágrima en sus bellos luceros, que estaban llenos de terror.

- No fue tu culpa hija, Gulf siempre ha tenido complejo de héroe - contestó la madre del menor.

- Lo importante ahora es que esos mal nacidos llamen - dijo el señor Traipipattanapong.

- No importa el costo, pero Gulf estará de regreso - siguió el señor Jongcheveevat.

Mew solo escuchaba sin prestar atención, su mente estaba hecha un caos, tenía miedo, estaba muerto de miedo al pensar en su girasol ¿Estaría bien? ¿Tendría frío? ¿Lo alimentarán si quiera? ¿Y si no podía encontrarlo? Su corazón se oprimió al pensar en no ver nunca más a su niño, haría lo que sea, daría todo el dinero del mundo por volver a tenerlo junto a él, a su lado.

- Están llamando - dijo el señor Traipipattanapong observando el teléfono, Mew lo coloco en altavoz y contestó.

- ¿Diga? - habló por primera vez con voz fría tratando de sonar intimidante.

- Quiero hablar con Suppasit - dijo el secuestrador demandante.

- Él habla - dijo tratando de no quebrarse.

- Escúchame atentamente, si quieres a tu lindo novio de vuelta vas a tener que cooperar, para empezar ni se te ocurra involucrar a la policía, o te mandaré a tu niño en pedazos - dijo casi gritando.

𝓔𝓵 𝓰𝓲𝓻𝓪𝓼𝓸𝓵 𝓭𝓮 𝓶𝓲 𝓼𝓸𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora