Capítulo Único

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Forzó una sonrisa a la vez que dejaba escapar un discreto suspiro de fastidio. Después que esa pieza de baile terminó, decidió darle una oportunidad a la linda muchacha de cabello largo de color azul oscuro y conversar un poco con ella... Gran error. Había pasado ya casi media hora y a la entusiasmada jovencita simplemente no le paraba la boca.

"Hice aquello, opino esto y me gusta lo otro". En lo que llevaban hablando (si a eso se le podía llamar hablar), la parlanchina joven no lo había dejado decir ni una sola palabra. En esos lentos y tediosos minutos que pasaron, se dedicó a hablar de nada más que ella, ni siquiera mostró el más mínimo interés por conocer más sobre él.

"No... Definitivamente no es ella". Pensó bajando los labios en una mueca triste. No tenía caso que esto continuara, por lo cual se decidió a interrumpir esa conversación sin fin con voz fuerte:

—Lo siento Lady Okowa, pero deberá disculparme.

—¿Si? ¿Qué ocurre, príncipe Hyakkimaru? —Se apresuró a responder la mencionada, abriendo mucho sus castaños ojos.

—Recordé que tengo algo urgente de que hablar con mi padre. Si me disculpa, debo retirarme ahora.

—Oh sí, claro. Discúlpeme si le quité su valioso tiempo.

—No se preocupe pues no fue así.

El príncipe aseguró con voz amable y una leve sonrisa. Apenas la vio, Okowa la contempló embelesada, derritiéndose ante ella. Añadió con prisa, y una voz en verdad fuerte:

—¡Me gustó mucho bailar y conversar con usted! ¿Cree que podría repetirse de nuevo a futuro?

Ni por todo el oro del reino de Kaga. Eso fue lo que Hyakkimaru quería decirle, pero por supuesto, una persona de su posición no podía decir algo tan grosero. No le quedó otro remedio que recurrir a una mentirilla blanca.

—Estaré muy ocupado en las siguientes semanas, pero le prometo considerarlo.

Esta respuesta pareció dejarla satisfecha. La muchacha lo siguió observando como si fuera un tesoro sumamente valioso por algunos segundos, antes de volver a proclamarle lo guapo e interesante que le parecía para por fin retirarse de su lado.

Un suspiro más escapó de los labios del príncipe, aunque esta vez fue uno de alivio. Avanzó con pasos rápidos para asegurarse de escapar de esa jovencita noble que tanto lo acosaba. Finalmente, terminó por refugiarse en una de las esquinas del amplio salón de baile, justo detrás de una enorme y elegante columna de mármol. Sí, ese era el escondite perfecto. Hyakkimaru esperaba poder escapar de esa tortura por cuando menos unos minutos.

De pronto, una conversación interesante llegó a sus oídos. Dos mujeres que formaban parte de las familias más adineradas del reino hablaban acerca del baile en el que estaban. Una señora regordeta, y la otra, por el contrario, era muy delgada.

—A este paso, dudo mucho que el príncipe logre encontrar esposa.

—Concuerdo contigo, querida. —Coincidió la más delgada, moviendo rápidamente su abanico de mano—. Este es el ¿quinto? No... sexto baile que se organiza en el reino, y aún nada. Al príncipe Hyakkimaru no parece interesarle.

—¡Pero que irresponsabilidad! —Exclamó indignada la mujer regordeta— Él es el príncipe heredero. Debe casarse con la mujer adecuada antes de aspirar a la corona, es su obligación. Si no contrae matrimonio antes de eso, todo se complicará para nuestro reino.

¿Qué esas señoras chismosas se creían unas sabelotodo acaso? Hyakkimaru sabía eso mejor que nadie. Su padre no dejaba de repetirle lo mismo desde que cumplió los dieciséis años, edad a la cual ya se le consideraba más que apto para casarse. A pesar de su insistencia, dos años pasaron y el retraído joven seguía en su negativa.

Baile Lento [HyakkiDoro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora