El avión se sacudió de nuevo y el estómago de Ashura se agitó con él. Y eso era lo último que necesitaba en su patética vida para que se volviera interesante. Debería de haber estado en una increíble reserva natural realizando una estupenda caminata al aire libre. En cambio, regresaba de sus vacaciones tres días antes porque su jefe había decidido que no podría cerrar el trato sin ella, y sobre todo porque había sido lo suficientemente estúpida para contestar el teléfono cuando llamó. Al menos le había prometido una semana completa de unas lujosas vacaciones en el continente asiático con todos los gastos pagados a cambio de este pequeño favor. Pero en este momento, sentada en un pequeño avión que se estaba volviendo cada vez más errático a cada segundo, al parecer, no merecía la pena dicho acuerdo en estas circunstancias.
Todo se sacudió, y una vez más el avión retumbo. Su compañera de vuelo se quedó sin aliento e intercambiaron una sonrisa trémula antes de que Ashura forzara su mirada hacia la ventana y el cielo azul aparentemente claro cubriera su campo de visión. "Todo estará bien", se calmó a sí misma, pero sus uñas estaban cavando agujeros en los brazos del asiento. Durante un largo momento, el viaje fue felizmente suave, luego una fuerte explosión dividió el aire. Las máscaras de oxígeno cayeron desde el techo cuando la voz de la azafata llegó por el intercomunicador y, con una voz bien controlada, les dijo a todos los pasajeros que se prepararan para el impacto.
El miedo la atravesó junto a toda la tripulación, y la única alternativa que le quedaba en un pequeño asiento a miles de kilómetros sobre el suelo, era bajar la cabeza hasta las rodillas y agarró sus piernas. Esto no podía estar sucediendo. Hubo otra fuerte explosión y el avión se agitó salvajemente, girando de un lado a otro, lanzando a Ashura contra el respaldo del asiento de enfrente. El dolor le sacudió la cabeza mientras se adentraba en la agradecida y beneficiosa inconsciencia.
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El olor a quemado la rodeó mientras recuperaba sus sentidos. Cada centímetro de su cuerpo se sentía todo adolorido, pero mientras extendía cuidadosamente sus brazos y piernas, todo seguía funcionando. Con cautela, se llevó la mano a la cabeza, haciendo una mueca al tocar una enorme inflamación, pero aliviada al observar que no había rastros de sangre en sus dedos cuando retiró la mano. Miró a su alrededor, entrecerrando los ojos contra la brillante luz del sol, apenas capaz de dar sentido a la escena de destrucción masiva que la rodeaba. Trozos de restos en llamas estaban por todas partes. Asientos, equipaje y, oh no, cuerpos. Reprimiendo las náuseas que llenaban a su garganta por el asqueroso hedor del plástico chamuscado fusionado con la carne quemada que se robaba el poco oxigeno que quedaba, se dio la vuelta. Un rastro de destrucción medio oculto por el humo conducía desde la playa hasta donde el avión había aterrizado profundamente en la selva circundante.
El aire estaba curiosamente quieto, temeroso de la amarga escena, solo el crujido de las pocas llamas restantes y algunos gemidos bajos lograban romper el misterioso silencio. Uno de los gemidos provenía de la derecha de Ashura y se obligó a ponerse de rodillas, dirigiéndose hacia el ruido. Su compañera de asiento estaba arrugada en la húmeda tierra, una pierna en un ángulo poco natural y su mano alcanzando su hombro, la sangre corría de allí, hacia la tierra, formando un rio de espeso liquido rojo que ni siquiera la tierra pensaba tragar.
–Oh, no –Ashura miró a su alrededor frenéticamente, pero nadie estaba erguido y caminando. Intentó desesperadamente recordar cualquier instrucción de primeros auxilios, pero todo lo que podía rememorar era que tenía que detener el sangrado. Quitándose la camiseta, la apretó con fuerza contra el hombro lesionado. La mujer beta volvió a gemir y abrió los ojos.
–Todo está bien. Estarás muy bien –Ashura trató de sonar confiada a pesar de que sus dientes temblaban tan fuerte por el shock que apenas podía hablar. La mirada de la mujer se fijó en la suya y de pronto se posó sobre su hombro. Sus ojos se abrieron justo cuando Ashura sintió la presencia de alguien detrás de ella. En el momento que comenzó a voltearse, una punzada afilada le atravesó el cuello y luego la oscuridad la reclamó una vez más.
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EL MERCENARIO
Science FictionComo toda omega Ashura Hernández quería escapar. Escapar de su larga rutina de trabajo, de sus feromonas y de los alphas. Pero ser secuestrada por unos contrabandistas no estaba en el itinerario! Todo lo que Ashura quería y ansiaba con todas las fue...