Era un día más en el que Kei llegó exhausto del trabajo; sin lugar a dudas, su horario laboral terminaba por agotar por completo su energía física y mental. Ansiaba con fervor llegar a casa, darse una merecida ducha y sumergirse en las sábanas limpias junto a su preciado novio. La rutina diaria había dejado marcadas huellas en su rostro, y sus pasos eran más pesados de lo habitual a medida que se acercaba a la puerta de su hogar.
Sin embargo, al llegar a casa, esta parecía extrañamente solitaria, lo cual no era nada común. El pequeño Yamaguchi solía estar rondando por la sala o el comedor, esperando ansiosamente su llegada. Pero esta vez, todo estaba sumido en un inusual silencio y vacío.
Kei caminó con cuidado por la sala, notando la ausencia de ruidos familiares que solían llenar el espacio. Las luces estaban apagadas, y la sensación de soledad parecía más abrumadora con cada paso que daba. Algo no estaba bien, y su preocupación creció con cada segundo que pasaba en esa casa que solía estar llena de vida y energía.
Caminó un poco más hasta llegar a la habitación que ambos compartían y exhaló todo el aire de sus pulmones con aparente tranquilidad al encontrarse con Yamaguchi durmiendo plácidamente entre las sábanas, justo al lado de lo que parecía ser su laptop. El corazón de Tsukishima se llenó de alivio al ver a su novio descansando, pero también se preguntó qué lo había mantenido alejado del salón principal y del contacto habitual.
Se acercó con cuidado y retiró la laptop del lugar para darle más comodidad a Yamaguchi. Al hacerlo, el joven de cabello verde despertó de inmediato, notando la presencia de Tsukishima, quien solo lo miró en silencio con una mezcla de cariño y preocupación. Yamaguchi parpadeó un par de veces antes de sonreír adormilado y acurrucarse aún más entre las sábanas.
- ¿Kei? Has vuelto. -murmuró Yamaguchi con voz suave.
Gracias a la cercanía, Tsukishima notó que los ojos y la nariz de Yamaguchi estaban teñidos de un color rojizo, una clara señal de que había estado llorando. Entonces, asumió que Yamaguchi había derramado lágrimas durante mucho tiempo hasta quedarse dormido. Preocupado por esto, se dejó caer a su lado, enredando sus brazos alrededor de su cintura y apoyando su cabeza cerca de su cuello, donde podía envolverse con aquel aroma peculiar a fresas que caracterizaba a su pareja.Esa fragancia siempre hacía que su corazón latiera con más fuerza en su pecho, recordándole lo especial que era cada momento compartido con Yamaguchi.
- ¿Pasó algo? - Cuestionó el rubio a su pareja, visiblemente preocupado. Yamaguchi se apartó un poco, permitiendo que Kei viera un rostro confundido y preocupado. A juzgar por sus expresiones, Yamaguchi podía sentir que Kei estaba ansioso por obtener una respuesta. Antes de decir algo, dejó escapar una risa suave, como si quisiera aligerar la tensión.-No pasó nada, solo acabo de ver una película y me conmovió demasiado. Ya sabes, soy algo sensible. - Musitó Yamaguchi. Antes de que Kei pudiera responder, se refugió nuevamente en los brazos de su amado, donde encontró una cálida y reconfortante bienvenida.
Una suave sonrisa se formó en los labios del más alto, que ahora parecía estar en paz. Abrazó con firmeza el cuerpo que se aferraba a él, mientras acariciaba con extrema delicadeza la espalda del más pequeño. Le producía un profundo placer sentir cómo este se movía con deleite entre sus brazos, sumergiéndose en la calidez compartida. Era un instante de conexión profunda, un recordatorio tangible de lo que era su amor.
Cada caricia se convertía en un lenguaje silencioso, una promesa de estar allí uno para el otro, en cada momento, sin importar las circunstancias. Tsukishima no necesitaba palabras para expresar su afecto; bastaba con el roce de sus dedos y la firmeza de su abrazo. Era un lazo que se fortalecía con cada gesto de cariño compartido.
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Lovers 「 TsukiYama OS 」•Editado
RomanceSolo Tukishima y Yamaguchi siendo extremadamente cursis. • Todos los personajes pertenecen a Haruichi Furudate. • Inspirado en una de mis canciones favoritas.