1. Caleb

167 27 8
                                    

Me giro para ver a un chico de pelo castaño mirando a Cameron con el ceño fruncido. Es alto, y por como va vestido, tiene dinero. El instinto de alerta se enciende en mi y me doy cuenta de que amigo puede meterse en un lío así que hablo rápidamente.

—Es mi amigo, solo va muy borracho y está nervioso—mi voz se escucha débil y para nada segura.

Entonces el chico se gira hacia mi dejándome detallar un poco mejor su rostro, aunque solo aprecio a detallar algunos rasgos, porque la iluminación no es muy buena en la zona donde nos encontramos. Tiene el pelo rizado, le cae en la frente y deduzco que sus ojos son claros. Su boca está contraída en una línea recta y su rostro refleja tensión. Y por mucho que su cara sea la típica de niño mimado, he de admitir, que el chaval está muy bueno, pero claro, me centro más en la situación que en su físico.

Su ceño se relaja un poco al verme y ni siquiera sé porque tiene algo que me hace confiar en él.

—El alcohol no es una excusa para retener a nadie contra su voluntad—me dice con calma y me da una pequeña sonrisa.

Siento un revolcón en el estómago, que atribuyó a que he comido demasiada pizza, porque no puede ser que eso lo cause un desconocido que parece preocuparse por mi, no puedo tener una falta de afecto tan grande.

—Lo se pero...

—Vete de aquí, capullo—Cameron decide cagarla más metiéndole un empujón al chico.

Este aparta su mirada de mí y de inmediato su expresión se endurece un poco, y agradezco que mi amigo casi no lo haya desplazado, porque sino está situación sería mucho más tensa de lo que ya es.

—No me voy a ir de aquí hasta que no la sueltes—el chico se acerca a mi amigo y lo toma por los hombros—Si es tu amiga deberías hacerlo—se acerca a su oído a susurrar algo que no alcanzo a oír.

—¿eh?—pregunto confundida.

Cameron baja su cabeza apenado y suelta mi brazo, no sé qué demonios le ha dicho el desconocido para que me suelte pero no solo ha funcionado, sino que mi amigo parece estar pasando la mayor vergüenza del mundo. Y en el fondo me alegro un poco de eso porque ya parece volver a ser el mismo.

—Cora, lo siento, yo....

Y no me lo creo, cuando mi amigo Cameron, me vomita encima, delante del desconocido buenorro y cuando no tengo nada que ponerme y el centro está muy lejos.

...

—¿estará bien ahí?—pregunto después de que el chico cierre la puerta de la habitación.

—Si—me responde y se agacha para meter la tarjeta llave de la habitación por debajo de la puerta—Toma, escríbele una nota para cuando se despierte.—me pasa papel y boli

—¿de donde has sacado esto?—pregunto con una pequeña sonrisa.

—De recepción.—me responde.

—¿Como funciona esto de las habitaciónes?—pregunto curiosa.

—Esto era un prostibulo antes, hay muchas habitaciones, y como se montan muchas fiestas la empresa que las organiza las ha reformado y es como una especie de hotel, por lo que puedes alquilar habitaciones—explica y yo lo escucho asombrada—La gente las suele alquilar para otras cosas pero...–añade con un tono divertido haciendo que ría.

Hazme olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora